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La ciudad del futuro

21 de septiembre de 2012

En Alemania florecen las “comunidades de transición”, cuya meta es incrementar la autosuficiencia y cambiar los patrones de consumo local, como respuesta a una posible escasez de fuentes energéticas en el futuro.

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Imagen: DW/Axel Warnstedt

Durante mucho tiempo, en Alemania se creía que la mejor manera de escapar del ciclo consumista imperante en sus grandes urbes –con sus efectos contaminantes y su tendencia al despilfarro– era mudándose al campo. Pero desde hace un lustro, una nueva filosofía de vida orientada hacia las ciudades ha reconciliado a muchos de sus habitantes con la idea de que también ellos pueden reducir el uso de energía e incrementar la propia autosuficiencia, no sólo como individuos, sino como comunidades.

Ese es el principio detrás de las “redes de transición”, un movimiento que cuajó hacia 2006 en el marco un proyecto estudiantil coordinado por el ambientalista Rob Hopkins en Irlanda. Sus objetivos: conseguir que el lugar donde se vive –sea una aldea o el barrio de una gran ciudad– se convierta en un sistema “resiliente” de cara al futuro, es decir, que pueda soportar situaciones extremas y no colapse ante los embates del cambio climático o la escasez de fuentes energéticas como el petróleo, por ejemplo.

Las estrategias van desde el cultivo de huertos comunitarios para cosechar alimentos hasta la creación de bazares o empresas para el intercambio de bienes y residuos, pasando por la reparación o el reciclaje de objetos, convenios para el uso comunitario de un vehículo o para la compra de productos agrícolas cosechados en regiones cercanas. Lo que se busca con esto es que en la propia localidad prospere un modo de vida sostenible; bien sea desde el punto de vista alimentario y energético, o en materia de salud, educación y economía.

Auf der Suche nach der postfossilen Stadt
Los huertos comunitarios; una de las estrategias para que la vida sostenible prospere en la propia localidad.Imagen: Sabine Oelze

Preparándose para el futuro

Australia, Canadá, Chile, Estados Unidos, Irlanda, Italia, Nueva Zelanda y el Reino Unido cuentan con “comunidades de transición” desde hace por lo menos cuatro años. Alrededor del mundo hay 380 iniciativas de este tipo y en Alemania unas cuarenta. En marzo, el Gobierno puso en marcha el programa Ciudad resiliente para fomentar el “movimiento de transición” en territorio germano, pero los ciudadanos que llevan años practicando sus preceptos prefieren actuar sin la intervención del Estado.

Por toda Alemania florecen jardines urbanos que no han sido sembrados por las autoridades. En el corazón de Münster, Renania del Norte-Westfalia, por ejemplo, el activista Georg Heinrichs pretende sembrar plantas cuyos frutos pueden ser cosechados por cualquiera. Por su parte, el geólogo Tillman Buttschardt, profesor de Geografía en la universidad local, se esmera en incentivar a los jóvenes para que sean más autónomos, recuperando habilidades perdidas que van desde cocinar hasta manualidades tradicionales.

Buttschardt está por iniciar también un seminario sobre el pico petrolero, un concepto que alude al momento en el que se alcanza la tasa máxima global de extracción de crudo, y tras el cual el índice de producción entra en declive, mientras la demanda aumenta. “Queremos averiguar exactamente cómo afectará ese fenómeno a la vida aquí en Münster y cómo podemos prepararnos a tiempo para esos cambios”, explica el catedrático, insistiendo en que el cambio de actitudes y de mentalidad promovido por los activistas del “movimiento de transición” los convierte en auténticos pioneros.

Autores: Sabine Oelze / Evan Romero-Castillo
Editora: Cristina Papaleo