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Venezuela diez años después del golpe de Estado contra Hugo Chávez

11 de abril de 2012

Expertos alemanes desestiman que el recuerdo del golpe de Estado contra el venezolano Hugo Chávez sea un factor decisivo en los próximos comicios presidenciales, a pesar de que ese suceso es un lastre para la oposición.

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Imagen: Reuters

En 1982, el militar venezolano Hugo Chávez cofundó un grupo subversivo cuya meta era iniciar una “revolución bolivariana”. En 1992, él y sus correligionarios intentaron derrocar al entonces presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez. Pese a su fracaso, esa operación marcó el debut político de Chávez, el principio de una carrera que lo llevaría a la jefatura del Gobierno siete años más tarde. El 11 de abril de 2002, su propio mandato se vio interrumpido por un golpe de Estado, propiciado por el ambiente de polarización que reinaba en el país.

A una década de ese suceso, pocos se atreven a asegurar que saben exactamente todo lo que pasó y cómo se dieron los acontecimientos. “Hay quienes dudan que el golpe haya tenido lugar porque apenas dos días y medio después de ser derrocado o de dimitir, dependiendo de la versión que se maneje, Chávez estaba de nuevo en el poder, mientras que los golpistas fueron detenidos y echados del Palacio de Miraflores por los guardias; éstos ni siquiera habían sido sustituidos por centinelas nuevos”, recuerda el politólogo Nikolaus Werz.

“El golpe de Estado de 2002 tiene muchas aristas y aspectos muy grotescos”, acota el experto alemán, profesor de Política Comparada en la Universidad de Rostock. El investigador Klaus Bodemer, conocedor del acontecer venezolano, lo secunda: “Es difícil describir lo ocurrido. Se cree que el Departamento de Estado de los Estados Unidos apoyó el golpe, al menos indirectamente, pero no hay evidencias concretas al respecto”, comenta el ex director del Instituto de Estudios Latinoamericanos (ILAS), de Hamburgo.

Un lastre para la oposición

A juicio de Bodemer, la intentona golpista de la que Chávez fue objeto ha perdido relevancia con el paso de los años. Sin embargo, ante la inminencia de elecciones presidenciales en el país suramericano, cabe esperar que a Henrique Capriles Radonski –principal contendiente del oficialismo– se le vuelva a echar en cara la actuación de una parte de la oposición venezolana entre el 11 y el 14 de abril de 2002. ¿Puede el recuerdo de ese oscuro episodio reducir las probabilidades de éxito del candidato único de la Mesa de la Unidad Democrática?

10. Jubiläum des Putsches gegen den venezolanischen Präsidenten Hugo Chávez
Henrique Capriles Radonski, principal oponente del oficialismo en los comicios presidenciales del próximo 7 de octubre.Imagen: dapd

“Sigue habiendo opiniones encontradas sobre el rol que el propio Capriles Radonski jugó el 12 de abril de 2002, durante el asedio de la embajada de Cuba en Caracas. En aquel momento, él era alcalde del municipio capitalino de Baruta y actuó como mediador entre los funcionarios cubanos y la turba que amenazaba su sede, pero los partidarios de Chávez alegan que él lideró el asalto a la embajada. No obstante, yo no pienso que ese sea un punto decisivo en los comicios del próximo 7 de octubre”, opina Werz. Bodemer tampoco lo cree.

“Los eventos en torno a aquel golpe de Estado son una carga para la oposición, pero sobre todo para los políticos opositores que formaron parte del Gabinete creado por Pedro Carmona y para las cientos de personas que firmaron el acta de constitución de su Gobierno de facto, conocida como el ‘Decreto Carmona’; ellas han perdido su capital político, por decirlo de alguna manera. Pero, insisto, yo no creo que los acontecimientos de 2002 vayan a determinar los resultados de las elecciones venideras”, subraya el catedrático de Rostock.

“Golpe mediático”

Tras reasumir la presidencia en la madrugada del 14 de abril de 2002, los partidarios de Chávez describieron el intento de derrocamiento como un “golpe empresarial”, pero ante todo como un “golpe mediático”, aludiendo al papel que jugaron las televisoras en las horas previas y posteriores a su separación del poder. El 11 de abril de 2002, cuando los choques entre chavistas y opositores empezaron a dejar muertos en las calles, los canales de televisión mostraron simultáneamente la alocución del jefe de Estado y las imágenes de los tumultos.

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Pedro Carmona, presidente de facto tras el golpe de Estado perpetrado el 11 de abril de 2002.Imagen: picture-alliance/dpa

Apelando a su responsabilidad informativa, las televisoras llegaron al punto de dividir sus pantallas en dos, a sabiendas de que quebrantaban la transmisión en cadena del presidente. Sin embargo, tras la supuesta dimisión de Chávez, éstas no cubrieron las protestas en contra del golpe ni los desafueros de ciertos sectores de la policía en los barrios de Caracas donde se concentraban varias organizaciones de base cercanas a Chávez. A esos medios se les acusó más tarde de “transmitir caricaturas mientras el país ardía”.

Werz sostiene que la influencia de los empresarios de la comunicación en la política venezolana ha sido investigada más a fondo que el desarrollo mismo del golpe de Estado de 2002. A sus ojos, al percatarse de su propia debilidad, los partidos venezolanos tradicionales le entregaron el rol de la oposición política a los medios, la mayoría de los cuales están en manos privadas; “una tendencia peligrosa”, enfatiza el especialista. “Pero, ¿qué pasó después del golpe? Los medios privados perdieron sus cuotas de poder real”, agrega Werz.

El día después

Desde la perspectiva de Bodemer, la situación después del golpe era demasiado opaca como para esperar una acción coordinada por parte de las televisoras. “No se puede decir que los diferentes medios tuvieran directrices claras para la emisión u omisión de noticias e imágenes en las veinticuatro horas que siguieron al golpe”, apunta el experto del ILAS. “Aquel 12 de abril, los medios privados no transmitieron las demostraciones masivas a favor de Chávez; protestas que cambiaron el curso de los acontecimientos”, disiente Werz.

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La polarización propició los tumultos que agravaron la crisis política venezolana hace diez años.Imagen: picture-alliance/dpa

“Si esas manifestaciones no hubieran tenido lugar, los hechos en el Palacio de Miraflores se habrían desarrollado de otra manera. Otro factor que no debe perderse de vista es que para muchos venezolanos, incluso para quienes no simpatizaban con Chávez, resultaba insoportable tener como presidente de facto a Carmona, líder de la federación patronal, conocida por no pocas acciones criticables”, añade Werz, trayendo a colación dos secuelas del golpe. Una de ellas: “Chávez salió fortalecido, con mayores índices de popularidad que antes”.

La otra: “Lo ocurrido demostró que, al menos en este momento, un Gobierno de facto no es fácilmente reconocido en América Latina. Los vecinos de Venezuela no respaldaron a los golpistas. Y el repudio por los derrocamientos volvió a expresarse en 2009, tras el golpe contra el presidente de turno en Honduras, Manuel Zelaya”, explica el politólogo de Rostock. Para Werz, esos sobresaltos condujeron a la aprobación de las cláusulas democráticas en la Unión de Naciones Suramericanas (26.11.2010) y en la XX Cumbre Iberoamericana (4.12.2010).

Venezuela, ayer y hoy

Aunque el breve derrocamiento del Gobierno de Hugo Chávez terminó dándole un nuevo impulso, Bodemer señala que la conmemoración del golpe de Estado no bastará para persuadir a los venezolanos de reelegirlo como presidente en octubre. “Hay variables de mayor peso en juego, independientemente de que el recuerdo del golpe sea usado como factor de agitación durante la campaña electoral. Capriles Radonski actúa astutamente al usar la estrategia de Lula y presentarse como un líder de izquierda moderado”, dice el investigador del ILAS.

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Werz: “Los acontecimientos de 2002 no van a determinar los resultados de las elecciones venideras”.Imagen: Reuters

“Además, la influencia política de Chávez se ha reducido en Venezuela por razones muy concretas. No es casualidad que Capriles Radonski haya hecho de la seguridad ciudadana su bandera; la violencia en Venezuela ha alcanzado niveles alarmantes. Está por verse si la mayoría de los electores le da su voto de confianza a Capriles Radonski o si la enfermedad de Chávez los conmueve y los convence de reelegirlo por lástima. Hace dos meses, yo habría dicho que Chávez iba a ganar, pero ahora el resultado no es seguro, en ningún sentido”, cierra Bodemer.

Autor: Evan Romero-Castillo
Editora: Claudia Herrera Pahl