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Tras la pista del muralismo chileno en Alemania

Victoria Dannemann (DZC)8 de febrero de 2015

A pesar de que en Alemania no es fácil conseguir permisos para pintar muros, artistas chilenos han trazado sus imágenes con mensajes críticos y reflexivos en distintas ciudades de este país.

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Imagen: Universität Bielefeld

La brocha de artistas chilenos ha dejado su huella en Alemania. Ya desde la década del 70, exiliados por el régimen militar expresaron su protesta y apelaron a la solidaridad escribiendo con colores y figuras en universidades y edificios. Los murales se convirtieron así en testimonio de una época y conectaron a dos pueblos a través del lenguaje del arte.

“Salíamos a escribir con imágenes que se parecían a las palabras. Hacíamos figuras muy sencillas, que se identificaban rápidamente”, recuerda el artista chileno César Olhagaray sobre sus tiempos en Chile y los primeros años en Alemania, país que lo acogió tras el golpe militar de 1973.

La reciente restauración del mural “Terror y resistencia en Chile” es un buen ejemplo del valor de estas obras. Bajo el nombre de Brigada Luis Corvalán –dirigente comunista detenido en Chile, fallecido en 2010–, un grupo de artistas y profesores de arte exiliados en Francia creó en 1976 un mural de colosales dimensiones en la Universidad de Bremen. Entre ellos estaban los destacados artistas José Balmes, Gracia Barrios y Guillermo Núñez. El año pasado, el mural fue restaurado por el artista alemán Jub Mönster y reubicado en un lugar destacado del plantel.

Acción nocturna

Tras cada mural hay una historia. El salón de entrada de la Universidad de Bielefeld exhibe una colorida pintura de 16 metros de largo, hecha por un grupo de jóvenes exiliados. Se inspiraron en el estilo de la Brigada Ramona Parra, un colectivo chileno de muralistas callejeros que nació en los años 60 para apoyar la campaña presidencial de Neruda.

Con ayuda de estudiantes de Bielefeld y sin que las autoridades universitarias supieran, trabajaron durante la noche del 11 al 12 de diciembre de 1976. A la mañana siguiente, los visitantes se encontraron con la gran sorpresa: el antiguo recinto gris estaba ahora inundado de colores y exhibía un poderoso mensaje: “El futuro será nuestro. Chile vencerá”. Tras consultar a diferentes estamentos, y debido a la buena acogida, los directivos decidieron conservar el mural. En estos 38 años se ha convertido en un símbolo de apertura, compromiso y cultura política en la universidad.

Pinceladas políticas y sociales

En sus comienzos, los diseños en la calle buscaban representar el sentir popular con un mensaje fácil de interpretar y accesible a un público masivo. De colores llamativos, líneas simples e imágenes fácilmente reconocibles, como figuras de trabajadores, mineros, la paloma o la bandera chilena, todo estaba representado en un plano, sin perspectiva.

La tradición muralista latinoamericana ha sido una poderosa vía de expresión social y política. Por algo dicen que los muros son los libros del pueblo. “En Chile fuimos una síntesis en que confluyeron varias tendencias, como el movimiento mexicano del muralismo de (Diego) Rivera y (David Alfaro) Siqueiros, el arte precolombino y tendencias modernas de la época”, explica César Olhagaray.

Para el golpe militar en Chile, el artista estudiaba arquitectura y participaba en la Brigada Ramona Parra. Fue detenido y posteriormente recibió asilo en la antigua RDA. Allí continuó estudios de Arte e hizo varios murales en solidaridad con Chile. Su pintura también refleja los procesos que vivió la propia Alemania. En 1990 hizo uno de los murales de la East Side Gallery, la galería sobre una parte del muro de Berlín. “Lo hice llevado por un impulso muy fuerte de cambios, pero con emociones encontradas. Mi idea no fue una euforia anticomunista, sino una crítica a la discriminación y la manipulación de una nueva clase política, también de Occidente”, explica el muralista chileno.

Intercambio artístico chileno-alemán

En los últimos años, muralistas emblemáticos y jóvenes revelaciones han llevado sus colores a las calles alemanas. Los motivos han cambiado, pero el espíritu sigue siendo el mismo. La colaboración entre artistas de ambos países ha dado pie a exitosas experiencias creativas. Tres trazadores de la legendaria Brigada Ramona Parra fueron invitados el año pasado a hacer murales en la Institución Don Bosco en Osnabrück, donde trabajaron en conjunto con sus colegas alemanes.

El chileno Alejandro “Mono” González viajó también para pintar en un edificio en Dresde, invitado por el alemán Jens Besser. Éste, a su vez, estuvo en Chile trabajando en el proyecto “Museo a cielo abierto” en la capital y en otras ciudades. “En Alemania es un poco difícil hacer murales. Aparte del clima, hay muchas restricciones, se necesitan muchos permisos y a veces puede tomar hasta un año contar con ellos”, señala Besser. Por eso quedó admirado al ver que en Chile a veces bastaba llamar a la puerta, consultarle al dueño de casa y ya podían ponerse a pintar. Con todo, reconoce que en general los murales son bien recibidos en Alemania. Para él, el muralismo es una forma de expresarse.

Nuevas alas para el muralismo

“Hoy para mí el mural es una expresión libre frente a un público muy abierto. Es una comunicación muy popular, diferente del cuadro de caballete que está en una galería. Se ha ido desideologizando, pero igualmente está la ironía, la crítica o buscar sorprender. Hay temas profundos que decir, tanto personales como sociales”, apunta César Olhagaray.

Con los años, los muralistas han tomado un enfoque más personal. Como se aprecia en el mural de gran formato hecho en 2011 en Colonia por el chileno Inti Castro, como parte del festival Cityleaks. “Tiene la misma inspiración que casi todos mis trabajos: el sincretismo cultural y religioso de las naciones latinoamericanas y del mundo entero”, explica. “La experiencia en Colonia fue gratificante, pues la ciudad se mostró abierta a este tipo de expresiones y no hubo filtro alguno frente al contenido del mural”.

El muralismo ha influido a generaciones de artistas. La chilena Pau Quintana vive en Alemania desde los dos años, cuando llegó junto a sus padres, como ella irónicamente dice, “con la beca Pinochet”. En el exilio creció con el influjo del muralismo chileno y se siente honrada de ser heredera de esta tradición, que desarrolló en sus estudios de Arte y viajes a Chile. “Siempre han sido un alimento para el alma. En Chile me encontré con esta técnica única y me fascinó la filosofía que había detrás. El muro puede ser un puente para el diálogo”.

Para ella, los murales tienen la capacidad de reunir a las personas. Por eso, creó el proyecto Wallflowers, una iniciativa que, a través de murales y otras expresiones artísticas, fomenta la comunicación e integración. Hace poco hizo un gran mural de 18 x 10 metros en un búnker en Hamburgo. “Fue muy interesante ver cómo algo feo, que recuerda la guerra, se transformaba completamente”, cuenta. Una semana de trabajo dio como resultado una superficie llena de colores, que invita a imaginar: “El arte no necesita un idioma, habla por sí mismo. A mí me abre un mundo, me hace viajar, conocer gente y las personas también lo reconocen al verlo”.

Pau Quintana es heredera de la tradición muralista chilena. Con sus obras busca generar diálogo y encuentro.
Pau Quintanajornet es heredera de la tradición muralista chilena. Con sus obras busca generar diálogo y encuentro.Imagen: Samuel Shimizu-Jones
Trabajo colectivo: muralistas de la emblemática Brigada Ramona Parra y artistas alemanes en Osnabrück.
Trabajo colectivo: muralistas de la emblemática Brigada Ramona Parra y artistas alemanes en Osnabrück.Imagen: Brigada Ramona Parra
César Olhagaray
El muralista César Olhagaray y su obra.Imagen: Olhagaray
Chilenische Wandbilder in Deutschland EINSCHRÄNKUNG
Obra de César Olhagaray, como parte de la East Side Gallery en el muro de Berlin.Imagen: César Olhagaray