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Transparencia en vez de olvido

11 de noviembre de 2011

Roland Jahn, el encargado federal del archivo de los documentos del Ministerio para la Seguridad del Estado (Stasi), de la ex-RDA, en exclusiva para Deutsche Welle sobre la importancia de recuperar la memoria histórica.

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Der Bundesbeauftragte für die Stasi-Unterlagen, Roland Jahn, aufgenommen am Dienstag (18.10.2011) in Berlin. Wie war das Leben in der DDR? Alles nur Stasi? Konnte man sich auch Anstand bewahren? Es ist Zeit für einen genaueren Rückblick, sagt der Chef der Stasi-Unterlagen-Behörde. Foto: Tobias Kleinschmidt dpa/lbn (zu dpa-Korr: "Bundesbeauftragter: DDR nicht auf Unrechtsstaat reduzieren" vom 23.10.2011) +++(c) dpa - Bildfunk+++
Bundesbeauftragter für Stasi-Unterlagen, Roland JahnImagen: picture-alliance/dpa

En el centro de un gigantesco complejo de oficinas en el barrio de Lichtenberg en Berlín se encuentra el núcleo de la policía secreta de un estado desaparecido: el archivo de la Stasi con miles de millones de documentos acumulados durante cuarenta años de dictadura en la RDA. Un monumento exhortatorio a la vigilancia del estado sobre su propia población. Actas sobre actas, reunidas y administradas exclusivamente por la Seguridad de Estado, por encargo del gobernante Partido Socialista Unificado de Alemania, SED.

En enero de 1990, mujeres y hombres valientes finalmente se rebelaron contra la intimidación ejercida por esos gruesos muros y por los oficiales de la policía secreta y tomaron por asalto el recinto, ocupando el edificio, salvando así los documentos de su destrucción y exigiendo la apertura de los archivos secretos para los ciudadanos. Así la policía secreta dejó de intimidar a la gente. Sin miedo a la represión, una dictadura deja de funcionar. Fueron las ciudadanas y los ciudadanos quienes iniciaron un proceso sin parangón en la historia alemana. Por primera vez, una policía secreta se volvía completamente transparente, los expedientes de los ciudadanos que habían sido espiados se hicieron accesibles.

La defensa de la transparencia

Uno de los esloganes de la revolución pacífica en Alemania  rezaba: “¡Libertad para mi expediente!”. No fue fácil transformar esa exigencia en un proceso organizado que garantizara el acceso a los documentos de acuerdo a las normas del estado de derecho. Cuatro meses después de la revolución se produjeron las primeras elecciones libres en la RDA, ya claramente marcadas por la influencia occidental de la República Federal.

Algo más de medio año más tarde, Alemania celebró su reunificación – y nuevamente la apertura de los archivos secretos fue posible gracias a un puñado de valientes defensoras y defensores de los derechos humanos. En las negociaciones sobre la reunificación de ambos Estados alemanes, la idea de un manejo transparente de los archivos secretos había quedado en carpeta. Representantes del Comité Ciudadano, que vigilaba los archivos desde su primera ocupación por los activistas, nuevamente ocuparon la central de la Stasi e iniciaron una huelga de hambre, hasta que se incluyó un párrafo en el tratado de reunificación, que garantizaba la apertura de los archivos. Estos defensores de los derechos humanos eran conscientes de la importancia de estos documentos para el futuro.

A comienzos de 1992, finalmente la Oficina Federal de los Archivos de la Stasi abrió sus puertas para las primeras consultas de los ciudadanos. Todo ese tiempo fue necesario hasta aprobar una ley que respondiera tanto al interés de abrir los expedientes secretos y a la vez a la necesidad de proteger la privacidad de millones de personas que habían sido espiadas y supervisadas sin saberlo.

La verdad como única opción

Desde hace veinte años, la Oficina Federal de los Archivos de la Stasi permite revisar el pasado con gran transparencia. Y hasta el día de hoy, el diálogo sobre el pasado está lejos de haber concluído. La única posibilidad de superar los horrores de una dictadura es saber cómo fue esa realidad, saber quiénes actuaron de qué manera y por qué. Pero la empresa más difícil es asumir la responsabilidad de la propia vinculación. Sin embargo, no existe alternativa alguna.

La calificación de la responsabilidad, excenta ya de consecuencias jurídica penales, es el paso necesario para la gran meta de la reconciliación. Sólo así aquellos que más sufrieron bajo la dictadura y que pasaron por la cárcel, pueden hacer las paces con una nueva sociedad y sanar sus heridas. Pero la identificación y el conocimiento no son importantes solamente para aquellos que fueron perseguidos. La Oficina Federal de los Archivos de la Stasi obra como una escuela de la democracia. Mientras mejor entendemos las dictaduras, mejor podemos organizar la democracia. Ése es el mensaje positivo que nos envían las largas sombras del pasado.

Roland Jahn,
Encargado federal del Archivo de los documentos de la Stasi