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Tiempos oscuros para el caballo en España

Lydia Aranda Barandiain14 de mayo de 2013

La crisis se puede apreciar en España de muchas formas, y una de ellas es en el mundo del caballo. Animales de gran tradición en España, son ahora un gasto con el que mucha gente ya no está dispuesta a cargar.

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Imagen: CYD Santamaría

Las tierras, las tierras, las tierras de España, / Las grandes, las solas, desiertas llanuras. / Galopa, caballo cuatralbo, / Jinete del pueblo, / Al sol y a la luna. Cuando el poeta español Rafael Alberti escribió su hermoso poema “A galopar”, seguramente se imaginó grandes extensiones por las que un caballo podría galopar en libertad, sin límites, sin fronteras. La realidad, desgraciadamente, es muy distinta.

En España se está registrando un número creciente de abandono de caballos, y aquellos que son abandonados, generalmente, no logran galopar muy lejos. Suelen acaban perdidos en el monte, u obstaculizando carreteras… Eso, si no se les ha dejado atados para que mueran de inanición. Del mismo modo, las cifras de caballos enviados al matadero se han multiplicado en los últimos años, según informes del Ministerio de Agricultura y Alimentación de España; de unos 30.000 caballos sacrificados por año hasta 2010, la cifra llegó a los 50.000 en 2011, y sobrepasó los 70.000 el pasado año.

¿Qué ocurre en España?

Javier Conde
Fco. Javier Conde, presidente de la ANCCE.Imagen: Archivos ANCCE

“España vive una crisis económica bestial. Eso es lo único que pasa.” Estas son las palabras de Francisco Javier Conde Cerrato, presidente de la Asociación Nacional de Cría de Caballos de Pura Raza Española (ANCCE). “En la época de bonanza económica en España, entre 2002 y 2007, se dio un crecimiento desmesurado de la cría de caballos, del mismo modo que se dio un crecimiento en la industria de la construcción. E igual que ahora muchos constructores se han venido abajo, estos criadores de caballos que antes tenían una disponibilidad financiera muy alta ahora ya no la tienen. Hay un exceso de animales, y el precio cae.”

El coste de mantenimiento de un caballo puede oscilar entre unos 200 euros y más de 1.600 al mes dependiendo de muchas variantes: si el caballo está recibiendo entrenamiento para competición o doma, si se mantiene en el campo o en un establo a dieta de pienso, si se tiene en casa o en un centro hípico, si el caballo cae enfermo a menudo y requiere de frecuentes cuidados veterinarios, etc. .

Como ganaderos de caballos, tanto Francisco Javier Conde Cerrato como el dueño de la yeguada de caballos lusitanos La Perla, Alberto Herranz Aparicio, están de acuerdo en un detalle importante: el caballo es un animal de ganadería, y su objetivo con ellos es mejorar sus cualidades juntando los mejores ejemplares y criando nuevos caballos que sigan subiendo los estándares de calidad. Solo así se logra obtener beneficios. “Hay que criar buenos animales”, afirma Herranz Aparicio. “Cuesta lo mismo criar buenos que malos animales, y lo bueno se vende siempre.”

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Lo caro, más caro; lo barato deja de valer

Entre los animales más costosos están los caballos de carreras, que durante sus pocos años de competición (entre 3 y 5 por lo general) suponen gastos de 20.000 euros al año, según el portavoz de la Sociedad de Fomento de la Cría Caballar de España, Fabián Barreiro. Estos caballos no son los que han sufrido los efectos de la crisis.

Según Conde Cerrato, los mejores caballos son los más caros y siguen vendiendo; pero los caballos “mediocres”, bien por falta de capacidades físicas o, especialmente, por falta de pedigrí, han perdido gran parte de su valor. Para que un ganadero pueda sacar un beneficio, es imperativo ser estrictos con la selección. Los caballos que no lleguen a los niveles aceptables para su futura entrada al mercado son sacrificados.

Alberto Herranz Aparicio
Alberto Herranz Aparicio: "Yo jamás abandonaría un caballo."Imagen: DW/L.Aranda

El mundo de la ganadería se guía por la ley de Darwin: solo los mejores animales sobreviven, y es algo que, según Conde Cerrato, a veces tendemos a olvidar. “Nadie se escandaliza si sacrifico a una cerda si ya no me da la cantidad de lechones necesaria para que me resulte rentable, y lo mismo pasa con el ganado bovino”, explica el presidente de la ANCCE.

No obstante, el abandono de estos animales es otro tema. “Eso es algo que yo no entiendo”, dice Alberto Herranz Aparicio. “Yo jamás haría algo así. No sé cómo alguien puede tener tan poco apego a un animal para abandonarlo y dejar que se muera de ese modo.”

Una labor de voluntad

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Virginia Solera y Concordia Márquez trabajan en la Asociación CYD Santamaría, recogiendo en su albergue en Málaga a caballos maltratados y abandonados desde hace más de 10 años. El CYD es el albergue para équidos más grande de España, y por él ha pasado de todo: caballos desnutridos, cegados, heridos, apaleados… En sus trece años de historia nunca han dejado de atender un caso de cualquier índole. Desde hace algún tiempo han notado una clara tendencia: las denuncias que llegan a ellas son casi siempre por caballos que se encuentran atados, sin dueño, o vagando sin rumbo por tierras andaluzas. Cuando antes recibían denuncias de caballos aislados, ahora son grupos de caballos que llegan a colapsar carreteras, causando peligro para el tráfico. Al llegar al albergue, estos caballos tienen la dentadura destrozada; una aflicción común entre caballos abandonados causada por comer cualquier cosa que encuentren mínimamente comestible.

El CYD Santamaría se financia con donaciones privadas. Tras tratar las dolencias de los animales que llegan a su refugio, las dueñas “colocan” estos animales en familias de adopción, llevando siempre un seguimiento para asegurarse de que las condiciones de los caballos mejoran. Pero en los tiempos que corren, cada vez son menos las donaciones, y cada vez menos gente está dispuesta a adoptar un caballo. Virginia Solera define su actual estado de ánimo con tres palabras: tristes, desesperados y frustrados.

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Un caballo rescatado en el CYD Santamaría: Lupita llegó con una pata desgarrada, un ojo perdido, la nariz rota, y graves secuelas psicológicas.Imagen: CYD Santamaría

“Tristes, porque vemos que aquello por lo que hemos luchado durante tantos años, como por ejemplo, inculcar nociones en la gente de que a los caballos no se les puede tratar de cualquier manera, o que requieren cuidados y atención especiales, todo ello se ha visto destruido en cierto modo por la crisis. Estamos en una situación de ‘sálvese quien pueda’, y el caballo está al final de la lista de prioridades. No se considera como un miembro de la familia, o un amigo; primero está la casa, o el coche. Frustrados, porque sabemos que la situación es crítica, que hay caballos ahí fuera muriéndose de hambre, o causando accidentes en carreteras, y no podemos hacer todo lo que desearíamos. Desesperados, porque vemos que hoy existen hasta ‘cementerios de caballos’, lugares donde los dueños dejan a sus caballos atados para que se mueran de hambre en una suerte de fosa común.”

¿Una opción más digna?

En comparación con esto, la directora del refugio de caballos catalán ADE, Leonor Díaz, habla del sacrificio de estos animales como de “una muerte más digna”. ¿Por qué, puestos a acabar con la vida del caballo, puede alguien llegar a decidir que es mejor tomar este camino? La respuesta es sencilla: el dinero. Cuando un caballo cuya carne no es apta para el consumo, ya sea porque el caballo es viejo, está enfermo o ha tomado determinados medicamentos, se lleva al matadero, el dueño debe poner de su bolsillo el importe del transporte y el servicio: en torno a 40-45 céntimos por kilo de peso del animal, dependiendo de la comunidad autónoma y del matadero particular, según datos de la Asociación Profesional de Salas de Despiece y Empresas Cárnicas (APROSA). Esto significa que, para un caballo medio de unos 650 kg, el servicio de maquila puede costar entre 260 y 300 euros. Si se sacrifica en casa, se debe pagar al veterinario y al servicio de recogida de cadáveres. Según Leonor Díaz, un total aproximado de 300 euros.

La legislación española actual dicta que para sacrificar a un animal se debe seguir uno de estos dos procedimientos, y este es uno de los principales motivos por los que, según Francisco Javier Conde Cerrato, la cifra de aumento de envíos de caballo al matadero ha aumentado tanto en los últimos años. Lo cual no excluye que, precisamente también por la falta generalizada de recursos económicos que obliga a los ganaderos a deshacerse de sus caballos, también lleve a que no sean pocos los que decidan tomar la vía “fácil” y ahorrarse estos costos dejando sus animales en la calle, en ocasiones con lesiones causadas por la forzosa extracción del microchip que podría identificar al dueño de los caballos abandonados.

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Poderío perdido

El caballo en España cuenta con una gran tradición y folclore a lo largo de toda la historia del país. El caballo ha estado al lado del hombre en las grandes batallas, en las grandes novelas, ha ayudado en el desarrollo industrial y es parte esencial de las fiestas más tradicionales españolas. El caballo, un animal siempre considerado noble y bello, estandarte de la elegancia y el “poderío”, ha sido por ello siempre un atractivo negocio para empresarios españoles con poder adquisitivo. Según Conde Cerrato, “tener un caballo ‘viste’ mucho, aporta prestigio y posición social en España, es igual que tener un coche de lujo. “Criar caballos aumenta el status social, esto es algo que está grabado en el inconsciente colectivo español”, coincide Leonor Díaz.

“Creo que estamos siendo muy indignos y muy injustos con un animal que ha estado tan al lado del ser humano durante tantos años”, se lamenta Virginia Solera. En su refugio, algunos de los caballos recogidos han sufrido situaciones tan críticas que algunos de ellos son incapaces de volver a socializar con seres humanos. En la mayoría de los casos, no obstante, no está todo perdido, según Solera: “Los caballos tienen una capacidad de perdón y de aprovechar el momento que yo no los he visto en ningún otro animal, y ni qué decir de los seres humanos. El peor y el mejor de los humanos tiende a hacer mucho hincapié en las cosas malas que nos han pasado, nos quedamos anclados en las cosas malas, pero los caballos no. Cuando llegan al albergue, los animales aprenden que están en un sitio mejor, que se les ha dado una segunda oportunidad, y la toman con la mayor de las alegrías.”

Virginia Solera García
Virginia Solera García: "Los caballos tienen una gran capacidad de perdón."Imagen: CYD Santamaría

Y más todavía cuando los equinos consiguen una nueva familia de adopción, o al menos un padrino que sufrague sus gastos en el albergue. Pero en medio de una crisis que está obligando a tantas familias a realizar sacrificios, la perspectiva de añadir a ello una boca más que alimentar, con largas crines y pezuñas herradas, no resulta particularmente viable.

Autora: Lydia Aranda Barandiain
Editora: Claudia Herrera Pahl