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"Tanta agua" en la Berlinale

Eva Usi13 de febrero de 2013

La ópera prima, “Tanta Agua“, de las cineastas urugayas Ana Guevara y Leticia Jorge retrata con humor la difícil relación entre un padre divorciado y su hija en la pubertad. La cinta tuvo su estreno en la Berlinale.

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Imagen: Eva Usi

En medio de una lluvia torrencial comienzan las vacaciones de Alberto (Néstor Guzzini), que recoge a sus hijos Lucía (Malú Chouza) y Federico (Joaquín Castiglioni), que viven con su madre. Tan sólo ver a la reservada Lucía subir al automóvil, revela que lleva el peso de la pubertad encima. La película estrenada en la sección Panorama de la Berlinale, en cuya producción participan Uruguay, México, Holanda y Alemania, estuvo inspirada en unas vacaciones que pasó Leticia Jorge Romero siendo niña con sus padres y su hermana.

“Fuimos a un lugar parecido y llovió mucho. Construimos a Lucía desde nuestra experiencia adolescente pero quisimos darle cosas que fueran sólo de ella, como el valor de irse a bailar sola, donde una gran mentira la explota en la cara”, dice Leticia Jorge, en conversación con DW.

“Queríamos construir el personaje no desde el romanticismo de la adolescencia sino como una crítica a la arrogancia que uno a veces tiene cuando se es adolescente, que Lucía se tropezara un poco con algunas cosas”, explica por su parte Ana Guevara.

Las cineastas se conocieron siendo estudiantes de la carrera de Comunicación Social en la Universidad Católica de Uruguay y juntas han coproducido dos cortometrajes. “Tanta agua” es su primer largometraje de ficción, que compite por el premio de la Berlinale a la mejor ópera prima. “Siempre hay ventajas y desventajas al coproducir una película, pero hemos encontrado una manera linda de trabajar juntas y sentimos que eso ha enriquecido en particular el proyecto “Tanta agua”, señala Ana Guevara. “Nos conocemos mucho y sabemos quien tiene qué fortaleza a la hora de hacer determinadas cosas”, añade.

Fotograma de la película.
Fotograma de la película.Imagen: Berlinale 2013

Papá en apuros

Alberto es quiropráctico y se le ve estresado, lo que acentúa un cierto sobrepeso del pesonaje. Tiene un tono mandón e incluso algo agresivo, pero cuando se relaja con el transcurso de los días y es su hija adolescente la que tiene un resbalón, aparece en él un lado simpático, solidario y bonachón.

“Queríamos que fuera una persona exagerada, de esos que hablan alto, algo histriónico, que estuviera estresado por la presión del inicio de una convivencia a la que ya no está acostumbrado porque ya no convive con sus hijos. Pero que se viera como el resultado de una inseguridad y necesidad de cercanía”, explica Leticia Jorge.

El rodaje fue realizado durante 33 días, la mayor parte en un balneario termal en el departamento de Salto, sobre la margen oriental del río Uruguay. “Son termas que están muy alejadas, lejos de la ciudad, pero funcionó muy bien porque todos vivimos ahí durante el rodaje”, aclara Leticia.

Las cineastas apostaron por un clima lluvioso que les acompañara en la filmación. “Fue una excusa para que sucedieran las cosas que queríamos que sucedieran”, acota Ana.

La tímida Lucía empieza a fumar y conoce una amiga con la que pasea en una plaza de la localidad, Ahí conoce a un chico que después la lleva a pasear en su motoneta, antes de quedar de verse con ella en un club nocturno de la pequeña ciudad. Pero las cosas le salen a Lucía al revés y para colmo, todos se enteran de su mentira.

Fotograma de la película.
Fotograma de la película.Imagen: Berlinale 2013

¿Quién no dice una mentira?

Queríamos generar esa empatía el público con los personajes pero que igual se diera uno cuenta cuando se estaban equivocando. Que como espectador los pudieras querer sin juzgarlos, buscar el equilibrio entre una situación absurda y ridícula y entender que ellos exageren”, afirma Leticia Jorge.

Las cineastas señalan que la base para trabajar con Joaquín Castiglioni, un niño sin experiencia actoral, en el papel de Federico, fue crear confianza en ellas y en el proyecto.

“Ensayábamos todos los días. Primero tomábamos la leche, luego jugábamos un poco y posteriormente leíamos las escenas. Fue un mecanismo que les permitió entrar en el proceso de trabajo. Lo que hicimos fue darles herramientas para que ellos supieran que íbamos a tener que repetir tomas y reaccionar en determinados momentos con la cámara. Lo que ellos no sabían porque nunca habían estado en un rodaje”, afirma Ana Guevara.

Leticia Jorge complementa: “Joaquín siempre fue muy sencillo. Es un niño muy inteligente, muy creativo, con mucha capacidad para la improvisación. Él se sentía más cómodo cuando la toma eran él y otros. Cuando había primeros planos se ponía muy nervioso y era donde se notaba que era un niño, pero fue muy profesional y eso es como sacarse la lotería”.

Autora: Eva Usi
Editor: Pablo Kummetz