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No aguantaría llevar la sangre y el sudor de una costurera sobre mi pecho

5 de diciembre de 2010

El mediometraje “Talleres Clandestinos” de la realizadora argentina Catalina Molina ganó el Premio Alemán de Cine de los Derechos Humanos que se celebró en la ciudad de Nuremberg.

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"Talleres Clandestinos".

El “Deutscher Menschenrechtsfilmpreis” lo obtienen producciones audiovisuales que tienen como temática la violación a los derechos humanos o la defensa de los mismos. “Talleres Clandestinos” narra en 40 minutos la historia de Juana, una joven boliviana que consigue trabajo en un taller de costura de Buenos Aires. A cambio debe dejar a su esposo y bebé en Bolivia. Al llegar a Buenos Aires descubre que el taller no es más que una "cárcel" donde se explota a inmigrantes. Juana trabaja sin pausa, come y duerme hacinada en el taller junto a otros compatriotas. Cuando recibe la noticia de que su bebé está enfermo, intenta regresar a su casa a toda costa. DW-World conversó con la directora argentina Catalina Molina.

DW-World: ¿Qué significa para tí haber ganado el Premio Alemán de Cine de los Derechos Humanos?

Catalina Molina: Me alegré mucho porque el “Deutscher Menschenrechtsfilmpreis” ya lo había ganado anteriormente en el 2004 con mi primer corto “Das Waisenhaus" (El Orfanato), lo que me motivó a seguir haciendo cine. El premio brinda mayor publicidad a “Talleres Clandestinos” porque se abre el debate y se toma conciencia del tema. Por lo demás el formato mediometraje es difícil de insertar debido a que no encuentran mucho público. Un premio como este hace que mi filme llegue a más espectadores. Una vez que termine la carrera de cine tengo pensado realizar un largometraje que siga la línea de denuncia social. Esta vez sería sobre la inmigración en Europa.

Catalina Molina
La cineasta argentina, Catalina Molina.Imagen: Molina

¿Por qué te fuiste a vivir a Austria?

Me vine a Austria a los cinco años de edad con mis padres y mi hermano. La situación laboral en la Argentina estaba difícil, pero la verdad es que mis padres dejaron el país más por sus espíritus aventureros que por necesidad económica.

El 10 de diciembre es el Día Internacional de los Derechos Humanos ¿Cuál crees que sea el mayor aporte de tu película en la defensa de estos derechos?

Creo que es importante que dentro del cine haya un sector de cineastas comprometidos socialmente, que usa sus capacidades para contar las historias de injusticia que el sistema trata de tapar o hacernos olvidar permanentemente. Estas películas provocan discusiones, de ellas nacen festivales, como el "Deutscher Menschenrechtsfilmpreis" y eso ayuda a difundir y hacer circular los temas de las películas, se arman debates, la gente piensa y discute. Creo que el mayor aporte es si se logra generar una sociedad con más conciencia política y social, pero no creo que el cine sea un arma capaz de causar un cambio esencial o global.
Si una que otra persona decide cambiar sus hábitos o toma ciertas decisiones en base de las películas, ya se logró algo.

A pesar de ser un tema candente que existe hace tiempo aún no se había interesado nadie en llevarlo a la pantalla. ¿Qué fue lo que te impulsó a realizar un mediometraje sobre la explotación de inmigrantes y las condiciones laborales inhumanas de costureros en talleres clandestinos de la Argentina?

Es verdad que el tema no es nuevo - todos conocemos los números que indican la dimensión de trabajo esclavo, pero para la mayoría no dejan de ser números. Más viviendo en Europa, donde esos estudios parecen abstractos y lejanos – como cuentos de otra época, otro mundo. Y eso es peligroso, porque se termina viviendo en una burbuja, sin ver que hay todo un sector que sufre y deja sus vidas para que esa burbuja pueda existir. Cuando me encontré para investigar sobre el tema con los costureros y costureras, personas de carne y hueso, con sueños, miedos, y una historia que está marcada por constante explotación y sufrimiento, esos números se volvieron muy reales y empecé a mirar mí alrededor con otros ojos. De golpe no te da lo mismo que polera te pones, porque no aguantarías llevar la sangre y el sudor de una costurera sobre tu pecho. Yo le quise dar una cara, una historia a este tema complejo, porque creo que se puede sólo comprender si se encuentra una forma que penetre el corazón, es decir desde la emoción. Esa es por lo menos mi idea del cine que quiero hacer.

Las cadenas de ropa sacan suculentas ganancias usando la mano de obra barata proveniente de otros países. Un fenómeno que no sólo se da en Latinoamérica. La cadena textil alemana KIK compra ropa en Bangladesh. Allí las costureras trabajan 14 horas al día y ganan menos de 30 euros al mes. ¿Qué medidas se deberían tomar para eliminar este sistema de esclavitud moderna?

Las miserias en el mundo existen por intereses económicos – en todos los sectores. Yo no sé cuales serías las medidas para cortar justamente esta explotación, ya que la cadena de (sobre) producción del sistema moderno es confusa, sumamente compleja y lleva una cantidad de asentadores con intereses, entre el acto de la producción y el de la compra por el consumidor. Es por eso que mi película lleva el final que decidí contar. Yo no tengo respuestas al respecto como se hace para cambiar el mundo. Tengo muchas inquietudes y dudas y son esas las que causan una profunda necesidad de contar una historia.

¿Por qué optaste por usar costureros reales de origen boliviano que tuvieran ganas de actuar en vez de profesionales de la actuación? ¿Fue quizás para darle más realismo y dramatismo a tu obra?

El realismo fue un punto muy importante en la búsqueda de la estética de la película. No pude encontrar en ningún actor profesional el carisma, el aura que había sentido en las charlas que llevé con los costureros en la fase de investigación. Es por eso que finalmente decidí buscar costureros capaces de actuar y con ganas de participar en la película, aportando con todo su conocimiento - y fue una experiencia increíblemente linda e inolvidable.

En tu cortometraje recreas muy bien las condiciones de hacinamiento y miseria humana de los protagonistas, las jornadas de trabajo largas, los bajos salarios, la ausencia de condiciones mínimas de seguridad e higiene, la explotación de indocumentados ¿Hasta que punto esta película se puede considerar ficción?

Filmstill Talleres Clandestinos
Secuencia de la película "Talleres clandestinos".Imagen: sixpackfilm

La película está basada en varias historias de costureros que estuve viendo mientras escribía el guión, pero sin duda es una obra de ficción. El taller es una fábrica abandonada que fue equipada en detalle y con mucha precisión por nuestra directora de arte, los vestuarios seleccionados sobre un concepto de estructura y color, la iluminación y los encuadres elegidos después de mucho trabajo sobre el concepto visual y los actores puestos en situaciones inventadas.

Lo que quiero decir es que fue todo, hasta el último detalle planeado y diseñado por un lado, y por otro creo que cada película, aunque sea un documental de alguna manera es ficcional – porque sólo puede mostrarte un cierto recorte. La responsabilidad de cada director está en la elección de ese recorte - eso es muy real.

Autor: Pamela Schulz

Editora: Claudia Herrera Pahl