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Sacos de café para salvar el suelo

Victoria Dannemann25 de agosto de 2013

Una sencilla pero ingeniosa tecnología desarrollada por la Universidad de Bremen combate la desertificación y abre nuevas perspectivas para recuperar suelos erosionados.

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Imagen: Albert Ngakou

“¿Qué es el suelo?”, pregunta el profesor Hartmut Koehler a un grupo de alumnos de visita en la Universidad de Bremen. Las respuestas divagan sobre diferentes cualidades, características y dimensiones, hasta de un metro de profundidad.

En medio del campo experimental del Centro de Investigaciones y Tecnologías Ambientales (UFT) de esta universidad el biólogo ejemplifica en terreno de qué habla cuando se refiere a suelo, desertificación y degradación. Y cómo, con una sencilla, pero ingeniosa técnica, podemos ayudarlo a recuperarse.

“El suelo fértil es la delgada piel de 30 centímetros que cubre la Tierra. Al igual que con la piel de nuestro cuerpo, tenemos que cuidarla y protegerla”, explica Koehler. Esta capa es el sustento para la vida y así como el cuerpo enferma si su piel no está sana, con el Planeta ocurre lo mismo.

Caminamos sobre el suelo, pero no lo conocemos bien, indica el experto: “Cuando se contamina el agua, ésta se ve mal, sabe mal y hasta huele mal. Con el aire también lo notamos, pero cuando el suelo está dañado no nos damos cuenta”.

Die ReviTec Fläche in Salak Kamerun
Los sacos dispuestos en diferentes formas y motivos están rellenos con materiales que favorecen la germinación y retienen agua.Imagen: Marius Parfait Kounga

Múltiples factores han contribuido a la degradación de los suelos. La sobreexplotación agrícola y ganadera, los monocultivos, el uso de químicos, los incendios forestales, la tala de árboles, entre otros, han generado al avance del desierto y el empobrecimiento de las tierras.

La demanda alimenticia implica un uso intensivo del suelo y un alto consumo de agua. Según la FAO, se requieren 15.000 litros de agua para producir un kilo de carne.

Sacos que germinan

El diagnóstico es poco alentador, pero trabajar en la mejoría es posible. Biólogos del UFT de la Universidad de Bremen desarrollaron una tecnología llamada Revitec, la cual permite revitalizar el suelo erosionado. El 2007 fueron distinguidos con el premio “Alemania-Tierra de Ideas”, que entregan el gobierno federal y la industria a iniciativas innovadoras.

La idea llamó la atención por lo sencilla, pero efectiva. Como si fueron verdaderos injertos de piel, se ponen parches sobre el terreno, que en realidad son sacos de yute de los que se usan para café, rellenos con una mezcla de materiales que favorecen la germinación y retienen el agua. Dentro hay compost, nutrientes, materiales y semillas propias de la región donde son ubicados. Los sacos protegen contra la erosión del terreno mientras las plantas empiezan a crecer. De hecho, al probar esparciendo el mismo contenido sobre el suelo, pero sin sacos, no creció nada.

Los sacos se disponen en diferentes formas como mosaicos y al poco tiempo surgen manchas verdes en medio del desierto o los escombros. “La meta es que lo que crece en estos sacos se ensanche y vaya cubriendo el resto del suelo”, explica Hartmut Koehler.

Un problema global

El avance de los desiertos y la degradación del suelo son problemas en aumento en todo el mundo. Y con ellos, la falta de productividad de la tierra, la escasez de alimento y las migraciones. A juicio de Koehler, se trata de un problema grave, que involucra aspectos sociales, económicos y ecológicos.

Eröffnung der ReviTec-Fläche in Kamerun
Sobre los suelos degradados no crece nada, pero en los sacos el agua comienza a hacer efecto.Imagen: Hartmut Koehler

Un primer plan piloto desarrollado por la UFT en Mallorca, España, dio excelentes resultados. Allí ensayaron en una zona cuyo bosque había sido arrasado por un incendio. Los sacos incorporaron materiales propios del lugar y se logró con éxito la reforestación con encinas, una especie autóctona.

Actualmente, la UFT desarrolla proyectos conjunto con la Universidad de Ngaoundéré en Camerún. Aquí, a pesar de la intensa temporada de lluvias, lo suelos están tan empobrecidos que no permiten que nada crezca. En los sacos en pocos meses está apareciendo el verde.

El objetivo no es sólo aplicar esta técnica, sino que compartir conocimientos, formar especialistas y trabajar en cooperación con los propios habitantes. “Buscamos traspasar esta tecnología a la gente que vive ahí y aprender de ellos, que saben mucho más que nosotros sobre su tierra”, explica Koehler.

Hartmut Koehler
El biólogo Hartmut Koehler en el campo experimental del UFT de la Universidad de Bremen.Imagen: DW/V.Dannemann

La realidad latinoamericana, por el impacto de la agricultura, la ganadería y la tala de árboles, es un foco a tener en cuenta. “En Chile se planta bastante, pero la pregunta es ¿con qué se planta? Existe una industria forestal en base a plantaciones de especies exóticas, de pino y eucalipto, principalmente para celulosa. Los fines económicos superan los fines ambientales, sociales y culturales”, explica el ingeniero forestal chileno Rodrigo Pedraza, director de “Nativo, Bosque y su Gente”, un proyecto chileno-argentino de protección de los bosques y el suelo. En el caso de Argentina, la realidad es distinta. “Hay una alta tasa de deforestación, especialmente en la provincia del Chaco, de ecosistemas boscosos, donde viven comunidades rurales campesinas y aborígenes, y que tiene una fuerte presión del uso del suelo para la producción de soya”, agrega el profesional.

Las soluciones que incluyan a los propios afectados tienen mayores probabilidades de tener éxito, concuerdan los expertos. Crear conciencia sobre el cuidado de los suelos, educar y desarrollar tecnologías protectoras y revitalizadoras, puede marcar la diferencia. Como los biólogos de la Universidad de Bremen, que sin maquinarias ni alta tecnología, sino que con simples sacos, abren perspectivas de recuperación para los suelos dañados en diferentes regiones del mundo.