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La mayoría de los agricultores en Rumania tienen minifundios. Su producción no es muy eficiente y la regulación europea está pensada para grandes empresas. Al principio se aprobó una exención que protegía a los agricultores más pequeños, pero ya expiró y se tienen que respetar las normas de higiene en toda la Unión Europea. Para la mayoría es demasiado caro y esperan en vano la ayuda económica del estado. Ya se empiezan a sentir las primeras consecuencias: alimentos tradicionales, como algunas variedades de tomates y quesos, corren el riesgo de desaparecer del mercado.