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Referendo sobre Malvinas: un imposible para los argentinos

Marc Koch / jov8 de marzo de 2013

Este fin de semana los habitantes de las islas Malvinas votarán por la ratificación, o no, de su pertenencia a Gran Bretaña. Argentina intenta ignorar el referendo, pero teme su resultado.

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Lugareños celebran el 14 de junio de 2012, en Stanley el año 30 del fin de la Guerra por las Malvinas.
Lugareños celebran el 14 de junio de 2012, en Stanley el año 30 del fin de la Guerra por las Malvinas.Imagen: Reuters

El referendo sobre las Malvinas es un motivo de alegría para el historiador argentino Luis Alberto Romero. Junto con un grupo de intelectuales, Romero ha abogado por la decisión directa y soberana de los habitantes de Malvinas. Algo que en Argentina le ha costado animosidades.

El trauma argentino

Argentina es un país de profundas divisiones, pero si hay algo en lo que se muestra unido es el caso de las Malvinas que, para los argentinos, forman parte del territorio nacional.

El referendo es rechazado rotundamente por Buenos Aires. Y no por el muy seguro resultado, sino porque, según el gobierno de Cristina Fernández viuda de Kirchner, el referendo nunca debió tener lugar.

El barco argentino "General Belgrano" hundido por los británicos en el océano Atlántico.
El barco argentino "General Belgrano" hundido por los británicos en el océano Atlántico.Imagen: cc

Según internacionalistas argentinos, los “Kepler”, como se autodenominan los isleños de Malvinas, no pueden decidir, por sí mismos, su destino político, puesto que no se trata de un pueblo en sí, sino de un grupo de personas enviadas por un poder colonialista.

Según Alicia Castro, embajadora argentina en Londres, el referendo sonre las islas Malvinas es “irrelevante" para el derecho internacional y "no puede ser utilizado para perpetuar un orden colonial". Una postura que Luis Albeo Romero interpreta como expresión del “intolerante nacionalismo alimentado por el trauma de las Malvinas”.

La permanente invocación de la soberanía

Hace 30 años, Argentina y Gran Bretaña libraron una corta pero sangrienta guerra por las islas Malvinas. La derrota de Argentina significó también el fin de la dictadura militar. Y aunque el conflicto se ha mantenido latente, nunca antes se había tratado tan enconadamente como lo hace el presente gobierno de Buenos Aires.

Fernández de Kirchner no cesa de poner el tema sobre la mesa, preferentemente en Naciones Unidas, que ya en 1965 instó, vía resolución, a ambos países a llegar a un acuerdo bilateral.

La presidenta ha publicado incluso cartas abierta en diarios británicos reclamando la soberanía argentina sobre las islas Malvinas. Pero no es solo patriotismo lo que mueve a Buenos Aires: alrededor de dichas islas se cree que hay grandes reservas de petróleo. Además, las Malvinas pueden convertirse en un trampolín de entrada al Antártico.

En vista de la inminencia del resultado positivo para Gran Bretaña, Argentina está desplegando tras bambalinas toda una campaña para evitar que tras el previsible desenlace, otros países reconozcan la soberanía de Gran Bretaña sobre las “Falkland Islands”.

Un golpe que retumbaría hasta el mismísimo Comité para la Descolonización de Naciones Unidas. Justo en donde Argentina eleva con tanto ahínco sus reclamos.

Autor: Marc Koch / jov

Editora: Emilia Rojas