1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

REDD+, en números rojos

24 de junio de 2014

Parecía un plan sencillo: emprendedores sociales tuvieron la idea de crear un espacio de intercambio de conservación medioambiental por créditos de CO2. Pero la aplicación ha resultado ser todo un reto.

https://p.dw.com/p/1CPUO
Imagen: ANTHROTECT/Brodie Ferguson

En 2007, la comunidad internacional anunció un nuevo y atrevido plan para contribuir a la conservación bosques tropicales mediante la creación de un mecanismo que permitía a la gente trabajar en el campo para vivir de la agricultura. Su nombre fue Reducción de Emisiones a causa de la Deforestación y Degradación de los Bosques (REDD+, por sus siglas en inglés), y la idea detrás de todo ello era animar a los países en desarrollo a proteger sus recursos naturales de la explotación, además de promover la conservación y protección de la biodiversidad creando un mercado de créditos de CO2. En aquel momento, el sistema REDD se consideró un gran avance para la subsistencia de comunidades afectadas de forma negativa por la globalización.

Sacar beneficio de hacer el bien

El trato era recibir dinero por no cortar árboles, y la comunidad afrocolombiana de la región de Chocó-Darién, en Colombia, no dudó en hacer uso de esta oportunidad. Para ello, contó con la ayuda de la compañía californiana Anthrotect, de los empresarios Brodie Ferguson y Emily Roynestad, residentes en Colombia y California respectivamente. El proyecto REDD+ de 13.465 hectáreas llamado COCOMASUR Conservation Corridor, lanzado en 2010, fue uno de los primeros del mundo en permitir la venta de créditos de CO2 de un bosque propiedad de una comunidad.

Landschaft, Columbien
El denso bosque de Chocó-Darién ha dado protección a muchos refugiados.Imagen: ANTHROTECT/Brodie Ferguson

Según Ferguson, REDD+ es una manera de evitar las desigualdades resultantes de cobrar los costes de la economía de CO2 a países no responsables. “De una manera u otra, el mundo debe moverse en una dirección en la que los precios que pagamos reflejen los costes que nuestra forma de vida supone para el planeta”, dice el experto en una entrevista por teléfono. El propósito del proyecto es, por una parte, frenar la deforestación, y por otra, mejorar las condiciones de vida de los habitantes del Chocó. REDD+ permite a Anthrotect vender créditos a compradores en el mercado voluntario de carbono.

Ferguson pasó de ser un antropólogo académico empleado en el Chocó a ser un portavoz de la región. Ha trabajado para COCOMASURE, asociación de familias afrocolombianas que recibieron los títulos de propiedad de la región del gobierno colombiano en 2005. Su hogar en la parte noroeste de Colombia se sitúa cerca del Tapón de Darién, en Panamá: una zona selvática con gran valor de conservación para medioambientalistas.

La guerra mantiene la naturaleza intacta

La mayoría de los residentes de la zona son agricultores que viven de las tierras tropicales. No obstante, la violencia que dominaba las zonas boscosas de Colombia durante el tiempo que las autoridades del gobierno, los grupos paramilitares y las FARC lucharon por el control del país ha hecho que desde hace tiempo no se críe ganado ni se talen árboles en estas zonas. Durante décadas, el ejército de guerrilleros ha ocupado mucha superficie selvática de Colombia, desplazando en el proceso a millones de personas a otros lugares de residencia.

Los recursos naturales del Chocó han permanecido intactos, en parte, a causa del miedo de la gente a entrar en una zona boscosa controlada por guerrilleros armados.

Versammlung, Columbien
La comunidad COCOMASUR recibió el título de propiedad de la tierra en 2005, lo que implica que para gestionar los recursos naturales se requiere un consenso.Imagen: ANTHROTECT/Brodie Ferguson

No obstante, con la retirada de las armas de las FARC y la vuelta a la calma, ha resurgido la amenaza para los bosques de estos territorios en favor de la creación de pastizales y operaciones de tala ilegales.

Una empresa difícil

Al igual que muchos otros empresarios que lanzan un nuevo negocio, los fundadores del proyecto de conservación no se esperaban la gran cantidad de retos que tendrían que superar, especialmente en la venta de créditos de CO2. “Creíamos que podríamos llamar a un inversor y vender siete toneladas por siete dólares”, cuenta Ferguson.

En 2009, tras la cumbre climática de Copenhague COP15, la infraestructura para mercados voluntarios de CO2 parecía inminente. Noruega y Estados Unidos se prestaban para financiar proyectos REDD+, de lo que se deducía que este tipo de comercio pronto comenzaría a florecer.

Pero Ferguson confiesa que el progreso en este sentido ha sido frustrantemente lento. La venta de créditos de CO2 no ha sido un camino de rosas: en lugar cerrar negocios con una simple llamada de teléfono, el experto recuerda que tuvo que llevar a cabo eternas negociaciones con compradores individuales cuyas compras podían llegar a tardar entre tres y seis meses en completarse. “Los créditos de CO2 que la gente compra en este mercado a menudo están conectados con el sector de sus compañías, el tipo de productos que ofrece, y esto no resulta sostenible a largo plazo”, añade.

Desde enero de 2013, Anthrotex ha vendido créditos por valor de 80.000 toneladas de CO2 a un banco colombiano, ONGs y empresas basadas en Estados Unidos y Europa. El proyecto ha logrado salvar a 215.000 árboles de su destrucción hasta el momento, y quizás lo más importante: ha logrado crear empleos para miembros de la comunidad COCOMASUR como guardas forestales.

Horseback, Colombia
Los caballos son uno de los pocos medios de transporte en el distrito colombiano de Chocó-Darién.Imagen: ANTHROTECT/Brodie Ferguson

En sus 30 años de existencia, se espera que se eviten emitir 2,8 millones de toneladas de CO2. Con un valor de entre 8 y 9 dólares por tonelada, los créditos se venden en el mercado voluntario de carbono a unas tarifas exponencialmente más altas de lo que se puede encontrar en el mercado de conformidad de la Unión Europea.

Sin demanda de créditos REDD+

Los dos mercados están vinculados puesto que ambos sistemas son intentos de reducir las emisiones de CO2 a escala global: el primero mediante el descenso de la deforestación en el trópico, y el segundo a través de un sistema de limitación de emisiones de los países industrializados creado con el Protocolo de Kioto. El mercado voluntario de carbono conecta a entidades individuales, es decir, proyectos de venta de créditos y compañías u organizaciones que los compran. El mercado de conformidad de la UE, por su parte, trata con créditos que se añaden a los límites de emisiones de países que han firmado el Protocolo de Kioto. Pero cuando el mercado de conformidad cayó durante la gran recesión de 2008, cayeron también con él muchos proyectos REDD+ particulares.

Las perspectivas económicas no son buenas para los proyectos REDD+. Según el informe sobre el Estado de Tendencias Forestales de los Mercados Voluntarios de 2014, la media global de precio de estos proyectos ha bajado de 5 dólares a 1 desde el año pasado, mientras que el valor de mercado ha bajado un 28% (de 530 millones de dólares a 379 millones) desde 2012. Y los precios siguen bajando para la mayor parte de los proyectos de carbono.

Bird, Colombia
Las selvas de Colombia contienen una enorme cantidad de biodiversidad, con especies de aves únicas en el mundo.Imagen: ANTHROTECT/Brodie Ferguson

Los proyectos REDD+, aunque son algo positivo, no se toman en serio por los compradores potenciales. “A no ser que el mercado comience a comerciar con los proyectos REDD+ con cantidades significativas, el futuro de esos proyectos es será cada vez más incierto”, escribe en un correo electrónico Christopher Hakes, portavoz de Offsetters, un grupo de gestión de carbono basado en la Columbia Británica.

Aliados inesperados

A pesar del pesimismo, los proyectos REDD+ cuentan con algunos aliados inesperados. Varias corporaciones y agencias públicas están buscando maneras de contrarrestar el cambio climático (y mejorar su imagen al mismo tiempo). Con esto en mente, financian proyectos REDD+ a niveles regional y subnacional, entre ellos un acuerdo entre el banco de desarrollo alemán KfW y el estado de Acre, en Brasil: a cambio de 25 millones de dólares, el Estado brasileño se compromete a cumplir con objetivos de REDD+ para evitar la deforestación y la pobreza.

Aún así, estos proyectos no parecen ser capaces de dar el impulso definitivo para este mercado. Anthrotec, al igual que muchos otros proyectos REDD+, tiene un exceso de créditos que deben vender a un mercado de carbón débil, donde la oferta de créditos supera la demanda. Aún así, Ferguson no pierde la esperanza: “Estoy seguro de que las ventas continuarán llegando y mejorando, y de que la situación no puede empeorar”.

Autor: Enrique Gili / lab

Editor: Enrique López