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Primer hotel sobre rieles

Eva Usi5 de enero de 2006

Hay hoteles en hielo, en árboles, los hay minúsculos y originalmente decorados, pero ¿sobre rieles? Eso sólo podía ocurrírsele a un amante del mundo del ferrocarril, cuya idea es casi una declaración de amor.

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El ferrocarril Rolando veloz.Imagen: Rügensche Kleinbahn

Sólo a un coleccionista de ferrocarriles que ama y sabe todo sobre la máquina pionera de la revolución industrial podría tener la pasión y paciencia para equipar un hotel en unos vagones de ferrocarril e incluso construir el mismo los rieles en los que descansa. En la pequeña localidad de Merzen, en donde se encuentra, no hay rieles. Eso no ha sido ningún obstáculo para que el gastrónomo y apasionado coleccionista, Hermann Dücklinghaus, abriera su exclusivo hotel de tres estrellas.

Se trata del primer hotel en Alemania alojado en seis vagones de ferrocarril. Junto con otros aficionados como él, Dücklinghaus se dedicó a buscar vagones en varios museos dedicados al ferrocarril y los transportó a Merzen, cerca de Osnabrück, en el norte de Alemania. Él mismo construyó los rieles sobre los que descansa el hotel, pues un ferrocarril sin rieles no se vende en ninguna parte. Por último, lo único que faltaba era la estación de tren.

Estación de madera

Junto con artesanos de la localidad, Dücklinghaus construyó una estación de madera y vidrio. "Tenemos ya todo lo necesario para una verdadera estación de trenes", afirma. Las habitaciones dentro de los vagones fueron equipadas con el mayor confort. Cuentan con dos camas e incluso una de ellas puede ser usada como dormitorio para tres. Cada habitación cuenta con baño privado, teléfono y un televisor.

"Se duerme muy bien sobre rieles", afirma Dücklinghaus, y añade que los huéspedes disfrutan su estancia en el hotel. "Adentro se puede soñar que viaja uno por el mundo a través de hermosos parajes", dice. Si el huésped quiere salir a pasear de noche, ningún problema. A tiro de pedrada se encuentra en la estación de tren.

Restaurante y Museo del Ferrocarril

A la mañana siguiente hay desayuno en el restaurante Dückinghaus, en donde la fantasía del hotel sobre rieles continúa, pues el propietario, como él mismo reconoce, está vuelto loco por todo lo que tenga que ver con ferrocarriles. Y por ello ha convertido su propio restaurante en una especie de Museo del Ferrocarril, que ha recibido ya numerosas reservaciones de toda Alemania, e incluso del extranjero.

El lugar es una réplica de distintas estaciones de trenes de la región, construidas en pequeña escala, con sus típicos relojes de estación. No falta la voz del personal de tren que en vez de anunciar la llegada y salida de convoys da la bienvenida a los comensales. Dücklinghaus pensó en los detalles: incluso los pedidos de bebidas llegan sobre rieles a la mesa.