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Posiciones irreconciliables en Minsk

Ingo Mannteufel (CP)27 de agosto de 2014

Luego de la reunión de Vladimir Putin con el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, en Minsk, no se avizora el fin de los combates en el este de Ucrania, opina Ingo Mannteufel, pero aún hay esperanza, dice el experto.

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El presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo ucraniano, Petro Poroshenko.
El presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo ucraniano, Petro Poroshenko.Imagen: CHRISTOPHE ENA/AFP/Getty Images

Las expectativas en torno al encuentro del presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo ucraniano, Petro Poroshenko, en Minsk, la capital bielorrusa, no eran demasiado altas, y no solo debido al recrudecimiento de los combates en el este de Ucrania en los últimos días. Rusia también atizó aún más el conflicto, enviando una columna, supuestamente con ayuda humanitaria, hacia Lugansk, donde paracaidistas rusos habrían traspasado la frontera con Ucrania, según ellos, “por error”. Pero las expectativas de que las conversaciones fructificaran eran bajas, sobre todo, porque el conflicto armado en Ucrania está fundamentado en visiones del mundo totalmente opuestas: la de Rusia y la de Ucrania.

El conflicto surgió originalmente del planeado acuerdo de asociación entre Ucrania y la Unión Europea. Putin puso sobre la mesa en Minsk el martes las posibles pérdidas económicas para Rusia que implicaba un acuerdo como ese. Sin embargo, es mucho más lo que está en juego. A casi 25 años de la disolución de la Unión Soviética, el problema central en la Rusia postsoviética es del orden de la política exterior. Es decir que, en realidad, lo que sucede en Ucrania no es solo una “crisis”, sino el mayor desafío de seguridad de la Europa del siglo XXI. La incompatibilidad existente entre las tres diferentes perspectivas desde las que se discute el conflicto –la rusa, la ucraniana y la de la Unión Europea- hace que no se pueda vislumbrar una solución rápida.

Ingo Mannteufel, redactor jefe de la redacción rusa de Deutsche Welle.
Ingo Mannteufel, redactor jefe de la redacción rusa de Deutsche Welle.Imagen: DW

Las luchas continuarán

Por eso, también se deben tomar con pinzas las declaraciones oficiales luego del encuentro en Minsk. El supuesto apoyo de Putin a un plan de Poroshenko para un cese del fuego en el este de Ucrania no es más que una fórmula diplomática. Con su apoyo, el presidente ruso no hizo más que reiterar su posición actual, en la que subraya que el enfrentamiento es un problema interno de Ucrania, que debería llevar a cabo conversaciones directas con los separatistas, lo cual Kiev rechaza de plano. El resultado fáctico de esas posturas es la continuación de los combates.

A todo esto, la estrategia de Ucrania, consistente en combatir a los separatistas con bombardeos en Donetsk y en Lugansk, es irresponsable y causa víctimas civiles. A través de ataques militares no será posible lograr la reconciliación sociopolítica en el este de ese país. Sería mucho más importante que las tropas del gobierno ucraniano pudieran restablecer el control de la frontera ucraniana con Rusia, ya que a través de ella siguen llegando más armas y nuevos combatientes. La Unión Europea debería recordarle ese objetivo al gobierno de Kiev y respaldar la mejora de la vigilancia fronteriza. Incluso Vladimir Putin aprobó que se realizaran conversaciones en ese sentido. Ahora llegó el momento de comprobar cuán cierta es la disposición a llevarlas a cabo.

Esperanza en la disputa por el gas

Así las cosas, empero, el encuentro en Minsk tuvo un resultado concreto: las conversaciones acerca de la disputa por el gas entre Rusia y Ucrania, congeladas en junio, se retomarán el 6 de septiembre, con la participación del comisionado de Energía de la UE, Günter Oettinger. Una decisión correcta, ya que, de no llegarse a un buen acuerdo hasta el otoño boreal, existe la amenaza de que se abra un nuevo frente de batalla en esta guerra no declarada entre Rusia y Ucrania. Las consecuencias no solo se harán sentir en Ucrania, sino que, si se produjeran interrupciones en el suministro de gas, eso podría afectar también a los países europeos.