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Opinión: "Los electores afganos están siendo engañados"

Florian Weigand (VC/MS)21 de septiembre de 2014

Según Florian Weigand, el hecho de que los candidatos hayan acordado formar un gobierno de unidad antes de que se diera a conocer el vencedor de las elecciones presidenciales, es una amenaza para la democracia afgana.

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Imagen: picture-alliance/AA

Aunque uno crea haberlo visto todo, Agfanistán siempre logra sorprender con un nuevo disparate. Después de un proceso electoral que duró seis meses y un sinfín de conversaciones, llamadas telefónicas y visitas de políticos internacionales de alto rango, resulta que no hay perdedores, solo ganadores. ¿Por qué? ¿Para no ofender a nadie? Esto no es una fiesta de cumpleaños para niños.

Hasta los mismos afganos no lo pueden creer. El descontento en las redes sociales es inmenso. El tono de la mayoría de los comentarios es desilusionado, frustrado y dibuja un futuro sombrío. Asimismo, el fatalismo se expande en la sociedad.

Hace algunos meses, en abril y junio, los afganos salieron a votar en masa, pese a las amenazas de los talibanes. La democracia parecía posible en ese país. Abdulá Abdulá ganó la primera vuelta, Ashraf Ghani la segunda.

Las acusaciones de fraude no se hicieron esperar, y los votos fueron recontados bajo supervisión de la ONU. Al mismo tiempo, los candidatos trataban de llegar a un acuerdo en cuanto a un gobierno de “unidad nacional”. Después de un largo ir y venir, este domingo (21.09.2014) se firmó un acuerdo al respecto.

La idea de juntar a ambos candidatos en un gobierno es fatal para el desarrollo de la democracia en Afganistán. Si las élites de poder deciden entre ellas quién gobernará el país, los electores tendrán la impresión de que su voto no vale nada.

Cabe resaltar que el acuerdo para formar el gobierno de unidad fue firmado antes de que se diera a conocer el resultado oficial de las elecciones. Según el acuerdo, Ghani se convierte en presidente, Abdulá obtendrá un puesto del rango de un primer ministro. Pocas horas después, la Comisión Electoral declaró a Ghani presidente. Sin embargo, no dio a conocer números ni dijo quién había ganado las elecciones. Esto es un desprecio sin precedentes al electorado y una perversión de la democracia.

Después de esta experiencia con la variante afgana de la democracia importada de Occidente, no debería sorprender que la población pudiera buscar otras formas de gobierno. Los talibanes ganan cada vez más terreno en el país asiático, aprovechando el vacío de poder que generó el proceso electoral. Puesto que Abdulá y Ghani demostraron estar interesados sobre todo en su propio poder, existe el peligro de que uno de los dos colabore con los yihadistas.

Pero aún hay esperanza. El nuevo gobierno por fin puede emprender tareas urgentes: firmar el acuerdo de seguridad con Estados Unidos y, más importante aún, negociar nueva ayuda financiera para el país. Ashraf Ghani necesita urgentemente este apoyo financiero si quiere imponer sus medidas, por ejemplo, en el sector financiero. Sin embargo, para ello, todos los miembros del “gobierno de unidad nacional” deben jalar parejo. Si esto se lograra a largo plazo, realmente sería algo único en la historia de Afganistán.