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Opinión: Heridas abiertas en Ucrania

Bernd Johann (JAG/ERS)23 de febrero de 2015

Las heridas del Maidán todavía no se han curado. Hace un año, el pueblo ucraniano se impuso ante un régimen corrupto, pero aún no se han cumplido las aspiraciones de lograr una vida mejor, piensa Bernd Johann.

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Imagen: M. Cizek/AFP/Getty Images

Hace un año, los ucranianos vencieron a un régimen autocrático y corrupto. Optaron por la democracia y una perspectiva europea para su país. Pero ahora, esa lucha por el honor y la autonomía tiene otro enemigo mucho más poderoso: Rusia. El Kremlin instigó una guerra en Europa por miedo a una Ucrania democrática. Quiso evitar que Ucrania se convirtiese en un país europeo que pueda brindar a sus ciudadanos una vida en democracia, bienestar y, sobre todo, en paz.

Durante meses, cientos de miles de personas protestaron en Ucrania contra el sistema autoritario de Viktor Yanukovich, enfrentándose al crudo frio invernal y a una represión estatal cada vez más brutal. Llegó el cambio y los antiguos dirigentes capitularon y huyeron a Rusia, país que aún hoy califica lo ocurrido erróneamente como golpe de estado. Pero el sistema también se rompió por dentro y hasta las fuerzas de seguridad de Yanukovich le negaron la obediencia. Al final, el autócrata optó por la huida. No fue un golpe de estado. Solo cuando ya estaba fuera del país fue destituido por el Parlamento.

Bernd Johann, de la redacción ucraniana de DW.
Bernd Johann, de la redacción ucraniana de DW.Imagen: DW/P. Henriksen

Duelo y rabia por la guerra y la violencia

Moscú reaccionó ante los acontecimientos en Ucrania con agresión y violencia. Contra toda regla del derecho internacional, anexionó Crimea y desató una guerra en el este de Ucrania. Los extremistas fomentaron la inseguridad con atentados en Charkiw y Odessa, ciudades alejadas del frente. Después de Yanukovich, Rusia quiere ahora quitarles el honor y el derecho a la autdeterminación a los ucranianos. Y en este contexto, muchos ciudadanos recordaron orgullosos las protestas del Maidán en Kiev hace un año, acompañados de una fuerte presencia internacional. En aquel momento se abrieron las puertas a la libertad, pero también las heridas.

El duelo es muy grande, especialmente por las 100 personas asesinadas por francotiradores en el Maidán de Kiev. Además del duelo, también hay rabia, sobre todo contra el propio Gobierno. Hasta ahora, nadie aclaró todavía quién disparó a los manifestantes y policía. ¿Quiénes fueron los autores? ¿Quién dio la orden de convertir el Maidán en un baño de sangre? Los familiares de las víctimas continúan buscando respuestas a estas preguntas y la justicia ucraniana fracasó a la hora de aclarar estos crímenes. Las heridas siguen abiertas.

Recuperar el honor

Entretanto, el duelo también es enorme en torno a los miles de afectados por la guerra en el este del país. Más de un millón de refugiados viven en alojamientos provisionales. Arrasaron sus hogares y la presión pública sobre el Gobierno y el presidente Petro Poroshenko es cada vez mayor. En la guerra contra los separatistas controlados por Moscú, Ucrania cosechó derrota tras derrota y nadie sabe realmente si se retirarán las armas pesadas con el alto el fuego acordado.

Muchos ucranianos esperan una victoria de Poroshenko y su Gobierno. Pero la triste verdad es que Rusia es un enemigo muy poderoso al que Ucrania no puede vencer por la vía militar. La fortaleza de Ucrania es que, en el Maidán, enseñó a sus ciudadanos a organizarse y levantarse contra las mentiras políticas. Esta rabia es lo que debería temer Rusia. La sociedad civil es un poder muy fuerte que no solo actúa en Ucrania, sino que también podría llegar a Rusia en cualquier momento.

Muchas de las exigencias del Maidán no fueron cumplidas en Ucrania. Además de reformas económicas, se trata de la implantación de una justicia independiente y del fin de la corrupción en el país. Pero los oligarcas siempre consiguen entrar en la política y la economía. En el Maidán se protestó contra todo eso y hoy, un año después del cambio, la batalla todavía no está ganada.