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Múnich: perfección

Daniel Martínez9 de junio de 2006

Esta es la oportunidad perfecta para declararle mi amor a Múnich, una ciudad que si no fuera por los largos, blancos inviernos –que también son bellos- sería completamente perfecta.

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La Opera de Múnich.Imagen: DW

Como extranjero en Alemania hay preguntas a las que uno se acostumbra: ¿De dónde eres?, ¿Qué te trajo al país?, ¿Te gusta Múnich? Al principio las dos primeras respuestas no ofrecían dificultades: soy colombiano y me importaron como esposo.

Poder contestar la tercera pregunta me tomó algún tiempo, pero hoy, después de 6 años aquí digo convencido, ¡la ciudad es perfecta!.

Múnich es un pueblo vestido de metrópoli, su infraestructura es envidiable y en pocos minutos se va de un lado al otro, su gente es al principio reservada y luce conservadora pero cuando te entregan su amistad se desbordan en gestos para hacerte sentir en casa.

Mit Daniel in München
Los muniqueses siempre elegantes.Imagen: DW

Aquí todo luce bien, las calles están impecables, la arquitectura muy bien cuidada y sus habitantes se esfuerzan por verse elegantes sin tener que exagerar con los últimos gritos de la moda; los Alpes están a escasos minutos y el mar es remplazado por los lagos en su periferia: Stanberger See, Ammersee, Chiemsee.

¿Qué hacer en Munich?

La mayoría de las guías turísticas recomiendan una visita al Marienplatz, el centro de Munich donde se encuentra el histórico edificio de la alcaldía; el Parque Olímpico donde tendrán lugar durante el Mundial las festividades de los aficionados y en cuyo estadio Alemania se coronó campeón en 1974.

Fußballfans in München Marienplatz
Marienplatz en Múnich.Imagen: AP

En esas mismas guías aparecen como destinos obligados el Castillo de las Ninfas, residencia del rey Ludovico; el Jardín de Cervezas de Hirschgarten, el más grande de la ciudad; el Viktualienmarkt, un mercado con productos de diferentes naciones; y el Jardín Botánico.

Yo estoy de acuerdo con esas sugerencias, pero a mí me gustan más otros lugares, tal vez porque están cerca de mi casa y porque me cuentan mucho más del Múnich cotidiano.

Durante el verano, que es cuando el Mundial se lleva a cabo, tomo mi bicicleta e inicio mi recorrido. La primera pausa la hago en el parque de la estatua del Ángel de la Paz (Friedensengel) desde cuya colina puedo apreciar una panorámica del centro de la ciudad y sorprenderme que allá abajo palpita desenfrenadamente la vida que desde el lugar donde me encuentro parece tan apacible.

Luego prosigo hacia el Parque Inglés (Englischer Garten)en cuya pradera me tiro al sol y espero a que un par de conocidos -o desconocidos- me inviten a jugar fútbol o volleyball. Cuando me canso y necesito un refresco no hay un sitio mejor para tomarlo que el jardín de cervezas de la Torre China (Chinesischer Turm) en donde siempre hay una banda que interpreta la música folclórica de la región vestida con los tradicionales pantalones de cuero.

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Torre China.Imagen: DW
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Parque Inglés.Imagen: DW

Después de ese descanso me encamino a alguno de mis museos preferidos: La Casa del Arte (Haus der Kunst), siempre con exhibiciones de arte contemporáneo de artistas de avanzada de la escena internacional; y la Pinacoteca Moderna (Pinakothek der Moderne), el que más me gusta por su variedad de pinturas y esculturas del siglo XX hasta el presente, allí se encuentran obras de, entre otros, Andy Warhol, Joseph Beuys, Baselitz, Jeff Wall, Francis Bacon, Pablo Picasso y Eduardo Chillida, que con un trabajo suyo titulado “Buscando la luz” le da la bienvenida a los visitantes.

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Pinacoteca.Imagen: DW

Una vez cumplida esta cita con la cultura podemos darle campo a algo más frívolo, un paseo por la Maximilianstrasse, la calle de los almacenes de ropa de diseñador, los elegantes cafés y las joyerías, el lugar donde Múnich se coloca la mascara de la riqueza y la gente, vestida con sus mejores prendas, camina con la intención de ser vista y admirada.

Al inicio de esta calle está la Opera, uno de los edificios más bellos de la ciudad, y a lo largo de ella se encuentran las esculturas de los leones que son el símbolo de Munich. Al final del recorrido, de regreso a casa, hay que detenerse en el puente a los pies del Maximilianeum, sede del parlamento estatal, para hecharle un vistazo a las aguas del río Isar, a cuyas orillas, en las tardes de sol, las familias y los amigos se reúnen para preparar un asado.

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Maximilianeum.Imagen: DW

¿Y en la noche?

Se me olvidaba contarles que en Múnich la vida nocturna es sensacional, hay para todos los gustos: P1, la discoteca de los famosos; el popular área de bares y sitios de baile cercanos al Ostbahnhof, o los restaurantes y pequeños locales de Schwabing en los alrededores de la Universidad.

Yo sugiero una visita a mi bar preferido, Excess, en el corazón del barrio Glockenbachviertel, que se caracteriza por su ambiente bohemio y relajado. En Excess, que no es más grande que la sala de una casa y en el pasado era un kiosco de comida turca, hay cada noche un DJ aficionado que coloca música a su gusto complaciendo casi siempre el del público, que no se complica la vida con tal de gozarse la noche y charlar con el personaje más particular del sitio, su dueño, Isi.

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Excess.Imagen: DW

En caso de que se le haga tarde y aún quiera pasar un buen rato en una atmósfera quizás más tranquila, pero no menos divertida, tiene que ir a Johannes Café en Heidhausen. Este local, donde se puede comer hasta bien entrada la mañana, recibe con la música que sale de la vieja vitrola a la más variada gama de visitantes, una mezcla de altos ejecutivos, estudiantes, y desempleados, todos son bienvenidos.

Mis noches usualmente acaban allí sin importar que día de la semana es, porque -casi lo paso por alto- en Múnich de lunes a domingo se puede bailar música latinoamericana: salsa, merengue, bachata y regatón están en al orden del día todos los días. Seguramente cuando recorran la ciudad me darán la razón: Múnich es perfecta, especialmente en verano.

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Imagen: DW