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"Ya no soy el único con una bandera en su auto."

Arne Lichtenberg/Andrés Villegas18 de diciembre de 2012

Desde el Mundial en 2006, la euforia nacional hace parte de los eventos futbolísticos importantes en Alemania. Algunos dicen que la nación ha cambiado su imagen. Otros, que se trata de una nueva forma de nacionalismo.

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Horst Köhler, foto de archivo durante su viaje a PoloniaImagen: AP

Son los días legendarios del verano de 2006, y en Alemania se vive un ambiente festivo. La temperatura llega con frecuencia a los 30° C, no llueve y en el cielo no se ve ninguna nube. El país ha invitado al mundo entero para que se sienta como en su casa. Alemania tiene el honor de organizar la Copa Mundial de Fútbol y todo parece perfecto; el ánimo, el clima y el nivel de la selección alemana que logra sobresalir en el campeonato. En los primeros cuatro partidos se impone de manera contundente, en los cuartos de final elimina a una de las selecciones favoritas, la de Argentina, en una definición dramática por penales y se clasifica para las semifinales. El título parece estar cerca para los alemanes. Había nacido el Sommermärchen, el cuento de hadas veraniego alemán, llevado a la pantalla grande más tarde. Los seguidores de la selección germana se pintan de negro, rojo y dorado, y corean el himno nacional llenos de emoción. Las casas, apartamentos y autos están decorados con banderas alemanas, los fans acuden en grupo y disfrutan los juegos del once alemán en pantallas gigantes ubicadas en diversos puntos de las ciudades. En el extranjero hay reacciones de asombro e inquietud: “¿Esos son los antipáticos y malgeniados alemanes?”.

Patriotismo desinhibido

Después del torneo, a esta forma de expresión se le llamó "unverkrampfter Patriotismus", algo así como patriotismo desinhibido. Se dijo que finalmente la población alemana habría encontrado el camino hacia un orgullo nacional razonable y saludable. En ese contexto apareció también la frase del presidente de la República Federal Alemana de entonces, Horst Köhler: “Me gusta no ser el único que tiene una bandera en su auto”, dijo el 5 de julio de 2006 en una entrevista para el diario Bild. Hasta entonces, él había sido el único presidente alemán que hacía ondear una bandera alemana en su automóvil. Durante el certamen futbolístico mundial de 2006, casi todos los alemanes tenían una colgada en sus autos.

Portrait Alt-Bundespräsident Horst Köhler
Imagen del ex presidente alemán Horst KöhlerImagen: AP

En esas semanas, lucir las banderas estaba de moda. Lo que llamó la atención de todo ello es que después de la Copa Mundial, las banderas con el tricolor negro, rojo y dorado fueron prontamente recogidas y guardadas. Las semanas nacionales de excepción tuvieron un final rápido. El patriotismo recientemente ganado no sobrevivió al regreso de la cotidianidad. Al profesor Jürgen Mittag, de la Escuela Superior de Deportes de la ciudad de Colonia, no le sorprende esta reacción. “Estos certámenes son presentados cada vez más como celebraciones públicas, y los símbolos nacionales también hacen parte de ellas”, dice Mittag. Allí se esconde sobre todo una “atmósfera alemana percibida como una experiencia festiva”, agrega.

Jürgen Mittag
Jürgen Mittag, profesor de la Escuela de Deportes de ColoniaImagen: DW/Lichtenberg

No es un nacionalismo nuevo

Las banderas fueron nuevamente desempacadas con ocasión de los campeonatos de fútbol siguientes, las Eurocopas de 2008 y 2012 y el Mundial de 2010 en Sudáfrica. El seleccionado alemán tuvo un buen desempeño en esos torneos. Una vez más, los espectadores se agolparon frente a las pantallas y apoyaron a su equipo. Las imágenes hacían recordar la Copa Mundial de 2006 en territorio alemán. Pero el experto en deportes de la Universidad de Friburgo, Diethelm Blecking, prefiere no ir tan lejos en la interpretación de este fenómeno social. ”Muchos jóvenes no saben hasta qué punto darle rienda suelta a su identidad alemana. No saben muy bien qué les espera en los próximos 20 años”, dice. Sobre todo los jóvenes buscarán la comunidad en el fútbol para llenar ese vacío. Para Blecking, detrás de ello no se esconde un rebrote de nacionalismo. El Sommermärchen de 2006 habría sido más bien un “lanzamiento nacional”; un proceso que se había iniciado ya desde la reunificación alemana. Y recalca: “En el año de 1998, el escritor Martin Walser hizo un llamado, en un famoso discurso en la iglesia Paulskirche de Fráncfort del Meno, para que los alemanes se liberarán de la carga histórica de su pasado. Después de su discurso, todo el auditorio se puso de pie y aplaudió.”

Fußball WM 2006 Deutschland
Mundial de Fútbol en 2006Imagen: Getty Images

De todos modos, es cierto que la Copa del Mundo de 2006 en Alemania sirvió para que los extranjeros se hicieran otra idea de los alemanes de hoy: más espontáneos, divertidos y desinhibidos. Da lo mismo si tienen una bandera en su auto o no.