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Múnich, una ciudad en duelo

20 de mayo de 2012

El domingo posterior a la derrota del Bayern en la final de la Champions League, ante el Chelsea, fue un día de duelo en Múnich; la afición del club alemán no se reponía aún del enorme dolor sufrido la noche del sábado.

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Imagen: Reuters

Al terminar el partido de la final de la Champions League, fueron pocos los aficionados del Bayern que encontraron la fuerza necesaria para articular un comentario sobre lo sucedido en la cancha, desde su perspectiva una "tragedia". En el estadio Allianz Arena ellos aplaudieron al vencedor, al Chelsea, más por puro reflejo, por educación, por deshacerse de algunas de las emociones de reconocimiento que tenían guardadas para su propio equipo.

Entender verdaderamente lo que estába ocurriendo, no lo entendió nadie en la tribuna: ¿por qué los nuestros están tendidos en el suelo? ¿Por qué los de uniforme azul están saltando y gritando con tanta euforia? ¿Cómo así que el título se marcha a Londres? ¿No comprendió el Chelsea el mensaje que antes de iniciar la final con tanto arte desplegamos en las gradas: nuestra ciudad, nuestro estadio, nuestro trofeo?

Champions League Finale 2012
Poco quedó de la euforia inicial en Baviera.Imagen: Daniel Martinez

¿¡Qué ocurrió!?

Con el paso de los minutos, los seguidores del Bayern empezaron a salir de su estupor, a abandonar el trance traumático en el que se encontraban, a abrazar concientemente la realidad de que la enorme felicidad que los embargó en el minuto 83, cuando Müller puso al Bayern en ventaja 1-0, se había transformado tres cuartos de hora más tarde en una inconsolable amargura que en el informe oficial del partido se leía: empate 1-1 en 120 minutos, serie de penaltis Bayern 3 - Chelsea 4. Chelsea es el nuevo campeón de la Champions League 2012.

En ese preciso momento en los bares, en las calles, en los Biergarten, y en todos los lugares dentro y fuera el estadio donde se encontraba más de un seguidor del Bayern, iniciaron la búsqueda de explicaciones, de responsables, de culpables.

No se tardó mucho para llegar al primer concenso: la falta de efectividad. “Si Gómez hubiera convertido”; “si Olic hubiera diparado directo al arco, en vez de intentar pasar a Daniel van Buyten”; “si los constantes lanzamientos al arco no se hubieran estrellado tan frecuentemente en el cuerpo de los jugadores del Chelsea”.

Las voces quebradas por la tristeza que esgrimían estos argumentos venían compañadas de sollozos y lágimas, pero ellas dieron pronto cabida a una profunda rabia al mencionarse un nombre en especial, que no fue ni el de Bastian Schweinstiger, ni el de Ivica Olic, quienes fallaron sus cobros en la serie de definición del título desde lo one paso.

El nombre que despertó la ira de la afición fue el de Arjen Robben, el holandés que, como en la liga local hace un mes cuando el Bayern diputaba el liderato del campeonato, falló el penalti en el extratiempo, cuando el partido estába empatado a un gol. “Lo que hizo en Dortmund lo repitió esta noche”; “gracias por negarnos dos títulos”; “¡semejante egoista!, por qué nadie le dice que lo mejor es que no cobre” ; “y ahora nos tocará aguantarlo hasta el 2015, pues ya renovó su contrato”; “¡que lo vendan!”.

Es war Dramatik pur: Chelsea - Baeyrn 4:3 # 21.05.2012 00 Uhr # pokal22g # Journal Spanisch

De sueño a pesadilla

Y mientras la discusión entre los hinchas transformaba el dolor en cinismo e ironía, en el campo de juego los futbolistas del Bayern se levantaban del cesped, en el que durante largos minutos, luego del definitivo cobro de Didier Drogba, yacieron como si éste fuera su tumba, con dirección a la ceremonia de premiación.

En vez del trofeo que tuvieron tan cerca, recibiron una medalla, que los oficiales casi que tuvieron que colgarles al cuello a la fuerza. Los jugadores del Bayern estaban allí coporalmente, pero su mente y su corazón no participaron del acto, por eso no sorprendió que algunos pasaran de largo, sin saludar al presidente de Alemania, Joachim Gauck, quien se quedó con la mano extendida en el vacío.

Bien pasada la medianoche, los derrotados abandonaron el estadio, caminando a paso veloz y con la mirada al suelo, tratando de eludir a los periodistas y aficionados que les esperaban , bien fuera para preguntarles sobre lo sucedido (los primeros), o para encontrar mutuo consuelo en la derrota (los segundos). Todos vestían traje, la mayoría llevaba gafas oscuras, que a esa hora no protegían del sol, pero ocultaban los ojos inflamados por el llanto.

Pocos de ellos encontraron palabras para referirse al sueño que se transformó en pesadilla. Thomas Müller fue uno de ellos, “la vida no es sólo fútbol” fueron sus palabras; “el vació que sentimos es inmenso” dijo Manuel Neuer; “el alma está dolida” contó el capitán Philipp Lahm.

Champions League Finale 2012
Los anuncios se convirtieron en tormentoso recordatorio de la derrota.Imagen: Daniel Martinez

“Nuestro peor drama”

Tanto jugadores, como cuerpo técnico y directivo del Bayern, se marcharon a cumplir con un compromiso ya adquirido: asistir a un banquete en su honor. El plan original era celebrar, pero las condiciones no se dieron, y tuvo algo surrealista el que el local donde se reunieron tuviera una decoración festiva mientras los invitados exhibian caras largas. Fue cómo ser parte de un funeral que se lleva a cabo en una discoteca.

Y para empeorar aún más las cosas, a lo largo del camino hacia el sitio de la cena, ubicado en el centro de Múnich, los futbolistas del Bayern no pudieron escapar al paisaje que ofrecía la ciudad vista desde las ventanas de sus autos. En los andenes gupos de aficionados estaban sentados con la cabeza entre las rodillas, otros caminaban abrazados en silencio, con sus banderas, enrolladas, debajo del brazo; muchos aún discutían en las esquinas, y era imposible no escuchar sus gritos: “es una injusticia”.

El directivo del club muniqués, Karl-Heinz Rummenigge, se levantó de su mesa en esa cena y se dirigió a todos los invitados para expresarles que la derrota en la final de la Champions League fue “brutal”, “inexplicable” y “dramática”. “Una de esas noches en las que uno hubiera deseado quedarse en casa para no tener que haberla vivido. El duelo de la afición me golpea, porque en los próximos días sabremos aún mejor la oportunidad única que se ha perdido” lamentó.

Los seguidores del Bayern ya lo saben, tal vez por eso el domingo posterior a la final de la Champions League, pese a ser un día soleado, decidieron evitar pasar por el Marienplatz, el corazón de Múnich, la plazoleta frente a la alcaldía donde tradicionalmente el equipo celebra sus triunfos.

El domingo 20 de mayo, a las cinco de la tarde, había una cita entre hinchas y jugadores para celebrar allí el título; el domingo 20 de mayo, a las cinco de la tarde, en el Marienplatz sólo había turistas, y uno que otro seguidor del Chelsea...

Autor: Daniel Martínez

Editor: Enrique López