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Tras el tifón Haiyan

18 de febrero de 2014

Arrozales, campos, praderas verdes… Los bosques escasean en la isla filipina de Panay. Tras el paso del tifón Haiyan, esto está cambiando: los árboles protegen a personas, animales y plantas de las tormentas.

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Imagen: DW

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Objetivo del proyecto: Protección de las últimas zonas boscosas de Panay para preservar la biodiversidad única de la región.

Implementación: Se apoyará a las comunidades participarán en la planificación de una economía agroforestal ecológicamente sostenible.

Tamaño del proyecto: Desarrollo de zonas de protección animal (hábitats críticos) en un área boscosa de 50.000 hectáreas.

Volumen del proyecto: En total, la Iniciativa de Protección Medioambiental Internacional (IKI, por sus siglas en alemán) destinará a este proyecto dos millones de euros aproximadamente.

Los bosques de la isla filipina de Panay son el hogar de especies únicas de animales y plantas en peligro de extinción. El cálao grande de Panay construye sus nidos en huecos en los troncos de los árboles, y por eso depende de los centenarios árboles de los bosques. También la rara flor rafflesia crece aquí: hermosa, pero con un característico hedor a cadáver.

Sin embargo, los bosques han sufrido una deforestación descontrolada durante siglos a causa de la venta de madera o del uso de nuevos territorios para agricultura. Sin la protección de los árboles, la zona queda indefensa ante la amenaza de catástrofes naturales como el tifón Haiyan. Con ello no solo peligra la biodiversidad de la isla, sino también las condiciones de vida de sus habitantes.

Para los nativos, la reforestación y la protección medioambiental son elementos indispensables en su futuro. Ellos deciden, con el apoyo de ONG locales y la Sociedad alemana de Cooperación Internacional (GIZ, por sus siglas en alemán), qué áreas se deben establecer como zonas protegidas, dónde se podrá practicar la agricultura y qué lugares deberán ser reforestados. En las laderas ya hay plantaciones de cacao y café con sólidas raíces que sostienen bien el suelo, reducen el efecto de la erosión y, con ello, las consecuencias de las tormentas. Y en los bosques, las especies animales y vegetales amenazadas pueden crecer y multiplicarse libremente.

Un reportaje de Christian Jaburg