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La tortura puede prevenirse, y no sólo en cárceles

25 de junio de 2009

No sólo se tortura en las cárceles, sino también en clínicas psiquiátricas y hogares de ancianos. El 26 de junio, Día Internacional de Apoyo a las Víctimas de Tortura, un Protocolo de la ONU apunta a prevenirla.

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Urge prevenir las violaciones contra los derechos humanos.Imagen: AP Graphics/DW

Aún se sigue torturando en más de 80 países, y este delito sigue siendo muchas veces impune. Esta es la causa principal por la cual aún no se puede desterrar esta práctica inhumana y degradante. Los expertos de Naciones Unidas en el tema incluyeron un protocolo adicional que configura un sistema internacional de vigilancia en centros de detención. La experiencia mostró que la única manera de acabar con las torturas es llegar al origen de las mismas, antes de que se produzcan. Así es como elaboraron este concepto preventivo.

La tortura es uno de los delitos más graves contra los derechos humanos. El Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes de las Naciones Unidas data del año 2002, y está en vigor desde 2006. Dicho Protocolo apunta a evitar que se practiquen torturas violando así los derechos humanos más fundamentales.

Fue el 22 de junio de 2006 cuando se ratificó el Protocolo Facultativo contra la tortura. La afirmación más importante del Protocolo es que no sólo los órganos estatales pueden torturar, y que no sólo los presos pueden ser víctimas de tales humillaciones, sino que también puede afectar a habitantes de hogares para ancianos o pacientes de hospitales psiquiátricos.


Prácticas degradantes, no sólo en cárceles

En todo el mundo es práctica común de los servicios de seguridad torturar a los opositores a un régimen, ya sea para obtener información, o para degradarlos y humillarlos, para destruir su personalidad y así acabar con su voluntad de vivir.

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Recluso de Guantánamo.Imagen: AP

A pesar de que EE.UU. bloqueó el Protocolo bajo el gobierno de George W. Bush, los defensores del mismo lograron imponerlo en el Consejo Económico y Social de la ONU. Junto con los EE.UU. votaron en contra del Protocolo los representantes del gobierno de China, Rusia, Cuba, Libia, Egipto y Pakistán, lo cual habla por sí mismo sobre la disposición de estos gobiernos a poner en práctica la Convención Antitortura de la ONU.

Los firmantes del Protocolo, más de 20 países, se comprometen a organizar un sistema eficiente de visitas a personas privadas de su libertad para prevenir vejaciones a los derechos humanos. Así se lograría una mayor sensibilización con respecto al tema y se podría controlar el comportamiento de los responsables de las diversas instituciones. Entre ellas se cuentan prisiones, comisarías, institutos para menores, de inmigrantes e instituciones psiquiátricas.

Si se toma en cuenta que las víctimas de torturas sufren daños corporales y psíquicos que los afectan por el resto de su vida, destruyéndolos como seres humanos, se comprende mejor la importancia de este Protocolo Facultativo de la ONU. Y observando casos como los de los ex reclusos de Guantánamo se ve con qué profundidad afecta a las víctimas el trauma de la tortura.


Humanidad ante todo

En Alemania sigue el debate sobre si recibir ex reclusos de las cárceles de Guantánamo, que fueron víctimas de torturas. Quienes están a favor de hacerse cargo de ellos, ven ante todo un problema humanitario grave. En el Centro de Tratamiento de Víctimas de Tortura en Berlín-Moabit se comprueba que, para muchos de los que fueron torturados en sus países y llegaron buscando ayuda como asilados o refugiados, esta clínica es la última esperanza.

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Manifestante contra la tortura en Londres.Imagen: AP

El Profesor Christian Pross es psiquiatra y fundador del Centro. El éxito de los tratamientos se ve, según él, “cuando luego de dos a cuatro años pueden volver a vivir más o menos normalmente. Al principio sólo pueden dormir dos horas por día, debido a las pesadillas que los acosan masivamente.”

Christian Pross es un especialista mundialmente reconocido en el tratamiento de traumas extremos. “A estas personas se las liberó de Guantánamo y se las “depositó” en un país en el que vegetaban aislados, sin asistencia médica. Era terrible ver como vivían”, cuenta el psiquiatra.

Algunos ex reclusos sufren de psicosis y alucinaciones, y están quebrados como seres humanos de por vida. Otros padecieron tal violencia física que hoy las cicatrices y el dolor no les permiten llevar una vida normal. A esto se suma la humillación que tienen que soportar cuando, por ser considerados una vergüenza para sus familias, no están en condiciones de regresar a su país de origen. “Un terrible destino”, comenta el Prof. Pross.

Si bien en Alemania la tortura y el tratamiento inhumano no están a la orden del día y son una excepción, en países de la Unión Europea donde, por lo general, se respetan los derechos humanos también hay situaciones límite. Los extranjeros que viven ilegalmente y son detenidos para luego ser deportados, o los solicitantes de asilo que han sido rechazados, viven en cárceles en las que no siempre se respeta la dignidad humana. Es por eso que, según expertos y ONGs, los Estados europeos tienen la obligación de dar el ejemplo aplicando el Protocolo Facultativo de la ONU, para que en el futuro haya cada vez menos personas sometidas a un tratamiento cruel e inhumano.

Autoras: Ulrike Mast-Kirchning/ Renate Faerber-Husemann

Editor: José Ospina Valencia