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Navidad de los cristianos palestinos

Nils Naumann25 de diciembre de 2012

A diferencia de la mayoría de las ciudades árabes de Israel, pobladas por fieles de una sola confesión, en Maghar conviven cristianos, musulmanes y drusos. El día a día no está exento de tensiones.

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La comunidad se esmeró embelleciendo la única iglesia de la localidad.
La comunidad se esmeró embelleciendo la única iglesia de la localidad.Imagen: Florian Mebes

A pocos kilómetros del Mar de Galilea y de sus ciudades de Tiberíades y Capernaúm, en el barrio cristiano de Maghar, se respiran aires de Navidad: guirnaldas de luces decoran las calles, los escaparates de los negocios rebosan de adornos navideños, jóvenes muchachas vuelven de la escuela luciendo disfraces rojiblancos de Santa Claus. La comunidad se esmeró embelleciendo la única iglesia de la localidad.

“Cuando observo la iglesia iluminada, siento que estoy de fiesta”, suspira Naim Artoul. El joven, de 24 años, ha vuelto a casa especialmente por Navidad. Habla alemán fluido, pues estudia medicina en Alemania.

"Somos unos 5.000 cristianos, por eso todo es más mucho más tranquilo aquí que, por ejemplo, en Nazaret", explica Christian Tannous, que cuenta también 24 años y estudia igualmente medicina en Alemania. Belén y Nazaret, por el contrario, son los centros de atracción fundamental de los peregrinos de Navidad; sus calles se llenan de turistas. Entre los cristianos de Maghar, sin embargo, todo queda en familia.

Los escaparates de los negocios rebosan de adornos navideños.
Los escaparates de los negocios rebosan de adornos navideños.Imagen: Florian Mebes

De la misa a casa

La fiesta navideña árabe transcurre de forma algo diferente a la europea. Durante la Santa Misa del 25 de diciembre, la iglesia se repleta de fieles. Ante sus puertas reina cierto caos festivo. Al final, la gente se reúne a conversar. Los niños juegan y corretean entre los grupos de adultos. Luego, todos se marchan juntos a la casa familiar.

"Nosotros celebramos Navidad como en Europa. Solo que, en vez de la raclette suiza, cenamos nuestro 'Mangal' (carne asada)", relata Atoul, y los ojos le brillan de solo mencionar el plato tradicional. Luego que cada familia cristiana ha instalado su parrilla de carbón de leña frente a la casa, por entre el humo, no hay quien pueda distinguir una nube en el cielo. Cuando se ha comido y bebido abundantemente, llega "Baba Noel", como nombran aquí, en árabe, a ese señor que trae los regalos y reparte golosinas a los niños.

Maghar está enclavada en el fértil norte de Israel, en la histórica región de Galilea, que se extiende desde el Mediterráneo, al oeste, hasta el Valle del Jordán, por el este, y hasta el monte Hermón, en el norte. En esta ciudad puramente árabe conviven alrededor de 20.000 habitantes de tres confesiones: en las zonas altas viven drusos (57 por ciento), en el valle, musulmanes (20 por ciento) y cristianos católicos (23 por ciento).

Las religiones trazan fronteras invisibles entre los barrios. Puede que el visitante no las distinga, pero los pobladores de Maghar saben exactamente quién pertenece a qué barrio y a qué horas uno puede moverse sin problemas en el barrio ajeno.

Vista sobre Maghar, a la izquierda, en el fondo, el Mar de Galilea.
Vista sobre Maghar, a la izquierda, en el fondo, el Mar de Galilea.Imagen: Florian Mebes

Minoría dentro de la minoría

Los palestinos residentes en Israel son una minoría, cerca de un 20 por ciento de la población. Entre ellos, los cristianos representan otra minoría dentro de la minoría: solo un ocho por ciento, pues el resto son musulmanes o drusos. El ejemplo de Maghar ilustra cómo las diversas creencias religiosas dividen a la minoría árabe en Israel.

"Generalmente permanezco en mi barrio, aquí hay bastante tranquilidad", dice Tannous. Pero esa paz es frágil. En febrero de 2005, por ejemplo, corrió el rumor de que un joven cristiano habría publicado fotos de jóvenes drusas desnudas en Internet. Miles de drusos irrumpieron en el barrio cristiano, saquearon negocios e incendiaron autos y casas.

El incidente está latente hasta hoy en la vida cotidiana de la localidad. No ha habido diálogo alguno para superar lo ocurrido. "Entre los jóvenes se agudiza la separación", opina Tannous. Y Artoul agrega: "Mi barbero es druso y no me importa comprar en un supermercado druso. Pero, en el fondo, queda siempre un sentimiento de incomodidad". Es la clara descripción de un estado de ánimo ominipresente, en un país marcado por profundos conflictos.

Autor: Florian Mebes / RML

Editor: Diego Zúñiga