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La Habana: historia para turistas estadounidenses

Tobias Käufer (CP/PK)12 de mayo de 2015

La Habana recibe con gran interés a los turistas estadounidenses luego del deshielo de las relaciones entre EE. UU. y Cuba. Para muchos, recorrer La Habana Vieja se convierte en una verdadera lección de historia.

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El hotel Manzana, en La Habana.
El hotel Manzana, en La Habana.Imagen: DW/T. Käufer

“Where are you from?” es la pregunta más escuchada en La Habana Vieja. Con esa frase, cantidades de vendedores ambulantes, comerciantes y taxistas tratan de entrar en conversación con los turistas, y ahora también con los que llegan desde Estados Unidos, el “ex archienemigo” del norte. En Cuba se está dando un auge del turismo estadounidense, con más del doble de visitantes, según los turoperadores. Y esto es solo el comienzo.

Este fenómeno es posible gracias a las nuevas medidas que facilitan los viajes, en el marco del proceso de acercamiento entre Washington y La Habana. “Siempre quise visitar Cuba. Ahora se presentó la oportunidad y la he aprovechado”, dice Brad Smith, de Nueva Orleáns. Pero no quiere que le tomen fotografías: la desconfianza en las autoridades cubanas sigue vigente. Está casado con una cubana exiliada en EE. UU. que hoy puede mostrarle su país. Uno de los destinos favoritos de los turistas estadounidenses es el Museo de la Revolución, en La Habana Vieja, donde el gobierno de Raúl Castro presenta su visión de la historia, que para la mayoría de los estadounidenses es todo, menos halagüeña. Allí se pueden ver los restos de un avión militar de EE. UU. derribado que participó en la invasión de Bahía de los Cochinos, en 1960, una de las piezas más importantes de la exposición. De ese modo, muchos estadounidenses obtienen un punto de vista nuevo y completamente diferente de los hechos ocurridos en esa época. En el museo, los malos no son los cubanos, sino el enemigo imperialista: Washington.

Museo de la Revolución.
Museo de la Revolución.Imagen: DW/T. Käufer

La “Casa del Che Guevara”

La historia aguarda a los turistas estadounidenses también en otros edificios y monumentos de la capital cubana brindándoles un relato de la lucha de Fidel Castro y sus revolucionarios contra EE. UU. Por ejemplo, la “Casa del Che Guevara”, que ofrece una increíble vista panorámica de La Habana Vieja, los hace reflexionar sobre el significado de la Revolución cubana. Los interesados visitantes no son turistas comunes y corrientes, sino, sobre todo, ciudadanos estadounidenses educados y con gran interés en la cultura cubana. “Me recuerda un poco a Glasnost y a la Perestroika, en los tiempos de Gorbatschov”, dice Adam Winter, de Nueva York, mientras disfruta de una copa de buen vino en el restaurante “La Moneda”.

El cambio se hace notar en la capital de la isla. En todas partes se escucha el acento estadounidense. Pero, además del entusiasmo por lo nuevo, otras escenas muy distintas se juegan en las calles de La Habana. Los perdedores del sistema también descubrieron a los turistas y esperan obtener un beneficio, lo cual provoca disgusto en los fieles al partido comunista, que no ven con buenos ojos a los estadounidenses en su país. La pobreza y la indigencia siguen siendo un tema tabú en Cuba, aun después del deshielo.

Panorámica de La Habana Vieja.
Panorámica de La Habana Vieja.Imagen: DW/T. Käufer

Ese dólar tan odiado

Por estos días la ciudad de La Habana se prepara para un número aún mayor de turistas. Cuando las líneas aéreas hayan coordinado sus planes de vuelo hacia la capital cubana y los ferrys comiencen a funcionar, el número de turistas de EE. UU. seguirá creciendo. Al mismo tiempo, en Cuba se trabaja día y noche en la construcción de nuevos hoteles que cumplan con las exigencias de los turistas. Uno de ellos es el prestigioso hotel “Manzana”, en el corazón de La Habana Vieja, que podría convertirse en el otro de los emblemas de la ciudad.

El cambio a pesos cubanos convertibles (CUC), cuyo valor se diferencia claramente del peso cubano, permite, gracias a la nueva corriente turística, que millones en divisas fluyan hacia el país. Eso y la apertura del sector turístico a inversionistas privados resultan en un gran impulso al desarrollo de La Habana. El tan odiado dólar en los bolsillos de los estadounidenses lo hacen posible.