1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Barcelona y Klopp: matrimonio improbable

Daniel Martínez17 de abril de 2014

El presunto interés del Barcelona de contratar como nuevo entrenador al alemán Jürgen Klopp ha causado un revuelo tan grande, como pequeñas son las posibilidades de que algo así suceda. Aquí explicamos por qué.

https://p.dw.com/p/1Bjzq
Achtelfinale Jürgen Klopp Jubel
Imagen: picture-alliance/augenklick/firo Sportphoto

En el fútbol internacional no se ha hablado esta semana con más emotividad de otra cosa que de la información suministrada por la prensa deportiva española (Sport, Marca, As) sobre la supuesta llegada al Barcelona del entrenador alemán Jürgen Klopp, como sucesor de Gerardo Martino, a partir del próximo verano.

Según las versiones que manejan los medios de comunicación de España, Klopp tendría un preacuerdo con el club catalán, y se llevaría consigo -por 35 millones de euro- a Marco Reus, el mejor jugador de su actual equipo, el Dortmund. Pero todas son informaciones que nadie confirma, por el contrario, las partes involucradas las desmienten.

Inmunes a las especulaciones

Jürgen Klopp ha reaccionado a la noticia fiel a su estilo, con un escueto y categórico “cool, pero para Barcelona no tengo tiempo ahora”. La indiferencia con la que tanto él, como su club, encaran el tema no debería sorprender, al fin y al cabo ya son poco más de tres años en los que el nombre del entrenador del Dortmund viene vinculándose a los más prestigiosos clubes de Europa.

Barcelona no es el primer equipo del que se afirma que quiere contratar a Klopp. Ya Real Madrid, Manchester United y Tottenham Hotspurs han tocado presuntamente a su puerta. Todos ignorando el mensaje que les envió el entrenador el pasado 30 de octubre, cuando renovó su contrato con el Dortmund hasta finales de julio del 2018.

En aquel entonces Klopp enfatizó: “en los próximos cinco años cualquier otro club interesado en mí se puede ahorrar las llamadas”. Por su parte el gerente del club, Hans-Joachim Watzke, explicó con gran precisión el movimiento: “no hay por qué intentar separar lo que debe estar unido”. Esa extensión del contrato se realizó cuando faltaban más de dos años para que se venciera el que estaba vigente.

No faltó quien interpretó la acción como una maniobra defensiva del Dortmund para proteger sus intereses financieros, pues ello encarecería cualquier posible fichaje de Klopp por parte de un club rival. La verdad detrás de ese acuerdo contractual es más sencilla: continuidad.

El Dortmund, y Klopp, hicieron exactamente lo mismo en el 2012. En esa fecha aún existía un contrato con más de dos años de duración, y se extendió al 2016 por una simple razón que no ha cambiado hasta hoy, y que el director deportivo del equipo alemán, Michael Zorc, expone así: “aún no llegamos a la meta que nos hemos propuesto, todavía tenemos muchas cosas por delante”.

Un camino largo, y propio

Entretanto Jürgen Klopp se ha convertido en el entrenador que más tiempo ha acumulado en el banco del Dortmund, y en todos esos años no ha parado de mejorar al equipo, cuyo fútbol sigue siendo quizás el más atractivo, moderno e intenso de Europa. Y aunque desde el 2012 no gana títulos, su balance no es negativo. Esta temporada aún puede conquistar la Copa Alemana, y haber disputado la final de la Champions League en el 2013, pese a haber perdido contra el Bayern Múnich, se considera un triunfo.

En Dortmund, cuando Klopp mira hacia atrás, ve el impulso que su trabajo le ha dado al club en todos los aspectos. Infraestructura, cantera, scouting... Todo tiene su sello personal. Cuando el entrenador mira hacia adelante, sabe que su camino está pavimentado para alcanzar las metas que se trace, que ya no le toca ganarse el apoyo de nadie, que ya no necesita convencer a los escépticos. Los aficionados, las directivas y los jugadores creen en él, entienden lo que propone, y trabajan para ello.

Por eso no es comodidad lo que impediría que Jürgen Klopp se fuera al Barcelona, por el contrario, el motivo sería la ambición. Lo que le detendría en Alemania serían las ganas de hacer estallar el globo que con tanto sacrificio lleva inflando durante años. El Dortmund, de su mano, se ha puesto en los últimos años a la misma altura del tradicional club catalán: su modelo institucional no tiene nada que envidiarle a los “azulgrana”, su nivel deportivo es incluso mejor, y los éxitos son, por lo menos, equiparables.

El fútbol de la otra orilla

Además, lo que las informaciones de prensa en España tal vez ignoraron fue la radical oposición entre el fútbol que Jürgen Klopp practica con el Dortmund, y el que ha hecho escuela en el Barcelona. Mientras el club alemán le apuesta a la velocidad, el vértigo, la intensidad y el juego de transición, en el equipo catalán priman otros valores fomentados desde la academia: posesión, paciencia, control, dominio.

Pep Guardiola, de la escuela del Barcelona, y Jürgen Klopp, representan dos modelos futbolísticos antagónicos.
Pep Guardiola, de la escuela del Barcelona, y Jürgen Klopp, representan dos modelos futbolísticos antagónicos.Imagen: picture-alliance/GES-Sportfoto

De marcharse a España, el entrenador alemán estaría obligado a caminar sobre las huellas de Pep Guardiola, quien no solo perfeccionó la filosofía futbolística del Barcelona, sino que sigue siendo el “padre” de la plantilla actual, que todavía marcha, en automático, guiada por su brújula, en una dirección opuesta al norte ideal de Klopp.

El reto de “empezar de cero” podrá ser muy atractivo para algunos, especialmente para aquellos que solo pueden ganar llegando al banco del club catalán, como en su momento sucedió con Guardiola. Para Jürgen Klopp, en cambio, sería un “suicidio” irse a España en momentos en los que está empezando a conocer las bondades de la vida en el “cielo” de los grandes entrenadores, recogiendo el fruto de su trabajo y disfrutando del reconocimiento internacional.

El único punto de partida posible para el alemán en Barcelona sería una ruptura total con el modelo catalán actual. Ello implicaría la obligación de introducir una idea de juego desconocida por el club. Y eso solo se logra con tiempo, marcando objetivos a largo plazo, como lo hizo Klopp cuando empezó con el Dortmund en el 2008, y no con las exigencias de éxito inmediato de un club como el español.

¿Pesará el dinero?

Para satisfacer a corto plazo es necesario llegar con algo de trabajo adelantado, y Klopp no tendría en la Ciudad Condal la fortuna que Pep Guardiola tuvo en Múnich, al recibir en el Bayern una plantilla de jugadores que ya habían aprendido y asimilado conceptos básicos, propios de su idea del fútbol, bajo las órdenes de Louis van Gaal y Jupp Heynckes.

Como entrenador del Barcelona Jürgen Klopp tendría predecesores con una visión del fútbol muy diferente a la suya, un escollo casi tan grande como el hecho de que gran parte de su magnetismo se desvanecería en un idioma ajeno. La pasión, la emotividad, el humor, el sarcasmo y la frescura que trasmite al público, y a los jugadores, son parte del secreto de su éxito. En español, o catalán, el entrenador necesitará tiempo para expresarse con esa naturalidad a la que tiene acostumbrada a Alemania.

Al final puede ser que todo lo anterior sea irrelevante si el dinero se convierte en un argumento convincente. Quizás Jürgen Klopp, el segundo entrenador mejor pago de la Bundesliga con un salario anual estimado en cinco millones de euro, efectivamente abandone el Dortmund y aterrice en Barcelona... pero las probabilidades son pocas.