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Hans Küng: 100 días de gracia para Benedicto XVI

21 de abril de 2005

El teólogo católico Hans Küng fue uno de los primeros en manifestar públicamente su decepción con la elección de Joseph Ratzinger como Papa. En entrevista con la Deutsche Welle explica por qué.

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Hans Küng: una voz crítica.Imagen: AP

Hans Küng, nunca ha sido una figura "fácil". Obras como el libro "¿Infalible?", en que cuestionó los dogmas católicos sobre el Papado, le valieron la fama de rebelde y, finalmente, la sanción del Vaticano, que le retiró la facultad de enseñar a fines de 1979. Crítico con respecto a la gestión de Juan Pablo II, ahora se muestra decepcionado con la elección de Joseph Ratzinger como su sucesor, aunque opina que hay que darle una oportunidad.

DW: ¿Cuál es el motivo de su desencanto?

Hans Küng: De seguro hablo por innumerables católicos que esperaban un Papa reformista, dedicado al servicio espiritual, que no sólo aparezca como un Pontífice mediático en grandes manifestaciones, sino que resuelva los problemas que se han acumulado y efectúe reformas.

¿Por qué no confía en que Benedicto XVI pudiera hacerlo?

Como jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe contribuyó más bien a endurecer los frentes. Por ejemplo, desempeñó un papel muy negativo en el caso de la asesoría para embarazadas en conflicto en Alemania, actuó con mucho vigor contra los teólogos latinoamericanos de la liberación y fue siempre la personificación de lo que representa el poder de la curia. Mostró poca comprensión con otras opiniones y con la idea de que libertad es la libertad de los que piensan diferente.

No obstante, una gran mayoría de los cardenales lo apoyó en la elección.

No es una sorpresa. Ellos fueron nombrados por su antecesor y hubo muchas quejas en cuanto a que se nominó a muchos conservadores obsecuentes, sin perfil. Había sin duda cardenales de formato, como el cardenal Martini de Milán, o el primado de Bélgica, o, si se quiere mencionar a un alemán, el cardenal Lehmann. Son figuras diferentes que habrían irradiado más optimismo, apertura hacia la libertad.

Pero parece surgir después de todo un cierto optimismo, al oír su primera prédica, donde dijo que quería unir más a los cristianos. Él habló del ecumenismo.

Sí, por eso dejemos el asunto abierto. Él tiene derecho a que se le dé una oportunidad. Se la daremos y veremos qué hace. Por suerte no eligió el nombre de Juan Pablo III, sino el de Benedicto XVI. Benedicto no fue sólo un Papa de la paz, sino un Papa que frenó los afanes de autoritarios en el Vaticano y la campaña contra algunos teólogos; puede ser que ahora, en su calidad de Papa, impulse el ecumenismo de otro modo. Cuento con que, al igual que cualquier cardenal, será otra cosa como Papa, tendrá que ir hacia la gente, no puede limitarse a contestar cartas... Quizá vivamos el pequeño milagro de que justamente Joseph Ratzinger nos confronte con cosas satisfactorias, no sólo para los medios y el público mediático, sino para las comunidades que actualmente sufren por la falta de sacerdotes, por la destrucción de la estructura del servicio espiritual derivada de reorganizaciones administrativas y de la reducción de la participación de jóvenes y mujeres. En suma, la esperanza es que podamos tener nuevamente una atmósfera más alegre, más libre en la Iglesia, en contra de todas las expectativas que desgraciadamente existen. Así es que veremos... 100 días habrá que esperar, de todos modos, para poder emitir un juicio.