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Google: ¿juego limpio en la UE?

Regina Mennig / Evan Romero-Castillo18 de abril de 2013

Google asegura que su motor de búsqueda mostrará más enlaces alusivos a los servicios de sus competidores. Pero, ¿cómo constatar que cumple su palabra, cuando solo sus empleados saben exactamente cómo opera su sistema?

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Imagen: dapd

Los internautas saben que Google no es el único motor de búsqueda al alcance de sus dedos; pero ese servicio informático está tan bien posicionado en el mercado que el propio acto de buscar información en la red es conocido como “guglear”. Y esta anécdota es sólo una de las manifestaciones de la hegemonía de Google en este ámbito; ni Bing, de Microsoft, ni Yahoo! pueden competir con esta empresa. En Europa, el 90 por ciento de las búsquedas en la red se hacen mediante Google.

Quienes acusan a Google de incurrir en una competencia desleal argumentan que su motor de búsqueda manipula el orden en que aparecen los resultados de las consultas de sus usuarios, jerarquizando los productos de Google –como su servicio cartográfico Google Maps o su plataforma de videos YouTube– por encima de los productos de sus contendores. De ahí que Microsoft y otras empresas más pequeñas introdujeran una demanda ante la Comisión Europea en 2010. Eso puso a rodar un proceso que Google podría perder.

Para evitar pagar la multa que busca desalentar las prácticas monopólicas en la Unión Europea (UE), Google se ha mostrado dispuesto a hacer concesiones. “La empresa nos ha hecho varias propuestas, pero ninguna de ellas se ha hecho pública“, sostiene Antoine Colombani, vocero de la Comisaria Europea para la Competencia. Lo único que se sabe hasta ahora es que las búsquedas de Google mostrarán más enlaces alusivos a los servicios de sus competidores y los productos de Google que aparezcan serán más fácil de diferenciar.

¿Se verá desplazado el motor de búsqueda de Google por las aplicaciones para dispositivos inteligentes?
¿Se verá desplazado el motor de búsqueda de Google por las aplicaciones para dispositivos inteligentes?Imagen: Robin Powell

Google, un sistema opaco

Si Google cumple su palabra, la oferta de la red será menos restringida para los internautas de la UE. Pero, ¿cómo constatar hasta qué punto la empresa está obrando limpiamente, cuando solo sus empleados saben cómo opera su sistema y qué mecanismos deben ajustarse para que su motor haga búsquedas menos discriminatorias? Expertos como Jo Bager, de la revista de computación alemana c’t, no pueden sino señalar los mil y un criterios que determinan el orden en que aparecen los resultados de una consulta.

“Hay muchos factores que contribuyen a que un sitio web aparezca en la primera página de resultados de Google. Mientras más enlaces o links conduzcan a un sitio web, mayor será la probabilidad de que ese sitio web aflore como el primer resultado de la búsqueda; ese el criterio más importante”, explica Bager, agregando que Google también aumenta la valoración de un sitio web dependiendo de la frecuencia con que el término buscado aparece en él y del número de visitantes del sitio web en cuestión.

“Se especula mucho en torno a los factores que influyen sobre la jerarquía de los hallazgos de Google en la red, pero, al final, ese es un secreto empresarial”, enfatiza el experto de la revista especializada c’t. Tampoco la Comisión Europea puede ver lo que se esconde tras los bastidores de Google. Lo que la institución comunitaria sí puede hacer es intervenir rigurosamente si Google no cumple los compromisos adquiridos. Como muestra, un botón: Microsoft se vio obligado a pagar una multa de 500 millones de euros por sus prácticas monopólicas.

Por otro lado, un artículo del diario alemán Die Welt comentaba recientemente que el ocaso de Google ya había comenzado: al parecer, las funciones de consulta de su motor de búsqueda no logran satisfacer las crecientes expectativas de sus usuarios. En Estados Unidos, muchas personas estarían optando por motores de búsqueda especializados o aplicaciones para teléfonos inteligentes con miras a conseguir más rápidamente la información que necesitan. De ser así, la demanda de los competidores de Google carecería de sentido.

Autores: Regina Mennig / Evan Romero-Castillo

Editora: Emilia Rojas Sasse