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Durante la primera Guerra Mundial, el ejército francés y el británico reclutaron para sus filas varios millones de personas, entre ellas unas 140.000 de origen chino. En Francia y Bélgica tuvieron que colaborar en la construcción de varios tramos del ferrocarril o trabajar en puertos y fábricas de munición. Centenares de ellos murieron o se enfermaron a causa de las terribles condiciones laborales. Hoy, en el mayor cementerio chino, el de Noyelles-sur-Mer, en el departamento de Somme, hay 841 tumbas. Una vez al año, el camposanto se convierte en lugar de peregrinación para chinos de todo París.