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Fascinación por la yihad

Nastassja Steudel (el)15 de agosto de 2014

Se estima que unos 320 jóvenes alemanes han viajado a Irak y Siria para unirse a grupos islamistas radicales. ¿Qué los ha llevado a incorporarse a grupos como el autodenominado "Estado Islámico"?

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Imagen: Zac Baillie/AFP/Getty Images

El joven aparece sentado en el pasto verde. “Renuncié a la nacionalidad alemana y me incorporé al Estado Islámico” (EI), dice en tono sereno. Al frente ondea la bandera negra y blanca del EI, la banda terrorista autodenominada “Estado Islámico” (conocida anteriormente como EIIS, EIIL, o ISIS por sus siglas en inglés). Sobre la tela puede leerse la shahada, el testimonio de fe del islam.

El video es impactante. El joven, cuyo nombre de pila es Denis Mamadou Cuspert, sabe lo que es una escenificación. Conocido como “Deso Dogg”, él tuvo un éxito moderado en la escena berlinesa del rap. Tomaba drogas y varias veces ingresó en prisión. Hoy, siete años más tarde, hizo un juramento de lealtad al EI bajo el nombre Abu Talha al Almani y se refiere a sí mismo como “un pequeño y débil siervo de dios”.

La historia de Denis Mamadou Cusper, alias Deso Dogg, alias Abu Talha al-Almani, puede parecer fuera de lo común. En realidad es un ejemplo de cómo un “chico problema” se puede convertir en un yihadista.

Presa fácil

Custert es hijo de madre alemana y padre ghanés. En algún momento, éste fue deportado. El padrastro, un soldado del ejército estadounidense, hablaba en casa con un tono insultante. El aburrimiento y la falta de orientación llevaron al joven al seno de las pandillas callejeras. Vinieron nuevos problemas con la ley, una y otra vez.

El psicólogo berlinés Kazim Erdogan califica a los jóvenes que arrastran una historia similar como “presa fácil” de los radicales islámicos. “Se sienten estigmatizados y devaluados por la sociedad alemana”, afirma. La mayoría no ha obtenido nada del estado de bienestar. 90 por cinto de los jóvenes que deciden unirse a la “guerra santa” se ven a sí mismos como perdedores, o como “la última oveja del rebaño”, añade el psicólogo. A menudo los padres contribuyen a ello con sus reclamos: “Me avergüenzo de ti. Ni siquiera tienes un diploma de estudios primarios”, son algunos de los reclamos más comúnes.

El psicólogo Kazim Erdogan.
El psicólogo Kazim Erdogan.Imagen: privat

Fantasías violentas

Estas condiciones facilitan la labor de los reclutadores radicales. Estos suelen abordar a sus víctimas potenciales directamente en la calle. Les brindan la atención tan ansiada por ellos. En sus familias a menudo falta la figura paterna, pues los padres se han separado, o no entienden qué es lo que sucede con su hijo. “Aquí es donde puede aparecer rápidamente el ‘tío barbudo'”, asegura Erdogan.

De ahí al islamismo radical no falta mucho. Entre europeos, la disposición a ofrendar la vida por Alá es ante todo una forma de protesta, dice Guido Steinberg, investigador del islam. “Prácticamente no existe forma más clara de manfiestar rechazo, pues éste se dirige hacia los padres, contra la comunidad musulmana, y contra el Estado alemán.”

A estos jóvenes les resulta muy importante despertar indignación y encuentran una sensación de seguridad en las mezquitas y los grupos radicales. A esto se suman fantasías violentas y una necesidad de aventuras que no es colmada en Alemania. “Ni siquiera pueden ir a la Bundeswehr (el ejército alemán). Estos chicos lo que quieren es tomar las armas, irse a las montañas y vivir algo distinto”, dice Steinberg.

El significado de uno mismo

En la mayoría de los casos se trata de turcos, kurdos, palestinos o libaneses. Recientemente ha crecido el númer de convertidos al islam. Philip B., de Dinslaken, es e ejemplo más célebre. En la comunidad yihadista de Alemania es toda una figura, aún despues de su muerte en un campo de batalla iraquí. El proceso de radicalización parece ser más directo en los que adoptan al islam como su nueva religión. Pero en cambio, adolecen de un contacto formativo desde la infancia con la fe islámica y con el idioma. Por lo mismo, el marco ideológico no es firme, lo cual los convierte en más peligrosos. Mientras otros buscan reconocimiento, a los convertidos les resulta más importante representar algo.

Ahí surgen similitudes entre los “soldados de dios” voluntarios: una infancia difícil, el abuso de las drogas o el alcohol a temprada edad, problemas escolares. Entre los radicales, los jóvenes de clase media son minoría.

Guido Steinberg, investigador del islam.
Guido Steinberg, investigador del islam.Imagen: DW/S. Amri

Más allá de la vida

Haciendo uso de videos y fotografías llenos de crueldad, se muestra a los jóvenes supuestas sevicias que los “infieles” cometen contra los musulmanes. “Muchos de esos actos nunca tuvieron lugar”,, dice Kazim Erdogan. Pero las historias están dirigidas a “endurecer” a los chicos y a prepararlos para el momento en que deban tomar un arma o hacer detonar explosivos. Al mismo tiempo, se ejerce presión sobre ellos.

Por lo general, esto no es necesario. La perspectiva de alcanzar el paraíso con sus jóvenes vírgenes suele parecer suficiente incentivo. “Están convencidos de que éste es el mundo incorrecto y de que la autética vida se encuentra más allá”, afirma el psicólogo. “Es algo que no tiene una explicación lógica”. A veces el odio se predica en las propias mezquitas. “No se me dieron oportunidades porque soy árabe o musulmán”, es el mensaje que muchos se llevan a casa. Esto causa ira.

Denis Mamadou Cuspert quizá era presa de la ira cuando decidió cambiar su pasado criminal por un futuro consagrado a Alá. Desde Siria lanza mensajes de odio. Ahora él no solo es escuchado, sino también temido.