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¿Está amenazada la identidad alemana?

Volker Wagener (VC/EL)6 de enero de 2015

Los manifestantes de Pegida que marchan en Alemania contra los musulmanes dicen sentirse amenazados. Temen que se pierda la identidad alemana. Eso no tiene sentido. La identidad es una actitud, opina Volker Wagener.

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Manifestación antirracista.
Manifestación antirracista.Imagen: Reuters/H. Hanschke

Los alemanes analizamos críticamente y en profundidad la dictadura nacionalsocialista, la división de Alemania durante la Guerra Fría y la decadencia de la RDA. Lo que nos falta, es analizar la era después de 1989. Justamente un cuarto de siglo después de la caída del Muro de Berlín surge en el este de Alemania el movimiento Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (PEGIDA, por sus siglas en alemán). La ciudad de Dresde es su central, un nuevo lugar de peregrinación para los frustrados.

Al principio, este movimiento rechazó a los islamistas, después criticó a la religión musulmana en general. Ahora, se plantea preguntas más profundas: ¿Quiénes somos? ¿Cuál es nuestra identidad como alemanes? Sin embargo, PEGIDA no ofrece ninguna respuesta a estas preguntas, pero sí habla de lo que supuestamente representa un peligro para nuestra identidad. Quiere que haya menos musulmanes, menos asilados, menos refugiados, o incluso preferiría excluirlos por completo. La necesidad colectiva de más homogeneidad se hace visible.

Volker Wagener, de la DW.
Volker Wagener, de la DW.Imagen: DW

La Alemania oriental después de 1989

Los primeros 10 a 15 años después de la reunificación, el este de Alemania atravesó por un periodo de crisis económica e incertidumbre social. Los problemas de los activistas de PEGIDA no derivan del pasado de la antigua RDA, sino de las experiencias de la década de los 90, que para muchas personas del este de Alemania fue una década de humillación colectiva. No solo les devolvieron la libertad, sino que también perdieron un entorno conocido. Aquellos que además perdieron su trabajo o hasta hoy día no ganan el mismo sueldo que sus colegas en el occidente de Alemania, añoran otros tiempos y no guardan lugar para la tolerancia.

Pero no solo el este de Alemania ha cambiado. Tampoco en el occidente del país el tiempo se quedó parado después de 1989. El marco alemán ya no existe, el sector minero casi ha desaparecido y el servicio militar obligatorio ha sido abolido. La globalización rige nuestras vidas. Ya sea en el este o en el oeste del país, muchas personas se quejan de ello y se sienten perdidas en la nueva era digital. Sin embargo, ni los musulmanes ni los asilados y tampoco los refugiados tienen la culpa de ello. El mundo es hoy día más global, más rápido, diferente.

Una búsqueda de identidad superflua

Sobre todo en el occidente del país hay resistencia civil al movimiento que busca “rescatar” la identidad alemana. En conjunto, las marchas antirracistas superan las marchas de PEGIDA. Los activistas que se oponen a la islamofobia en el país también fueron influenciados por sus experiencias, por ejemplo, la generación del 68 y sus herederos del movimiento contra la energía nuclear, así como el movimiento okupa. Todos ellos son ciudadanos que alzan su voz y luchan por los derechos de las minorías. En el norte, sur y oeste del país, la sociedad multicultural funciona. Este tipo de experiencias aún le falta al este de Alemania.

Los debates sobre la identidad alemana y la supuesta pérdida de ésta no tienen sentido. La nación homogénea es una ficción. Alemania es un país de inmigrantes, esa es la realidad. Esto corresponde a los dictados del mercado y a la voluntad de las personas afectadas. El romanticismo social no nos lo podemos permitir ni económica ni socialmente. Y mucho menos como alemanes, en el corazón de Europa.