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Escribir, cantar, preparar café

12 de febrero de 2013

Karen Gerson está comprometida con la preservación de una lengua en peligro de extinción. Como periodista y cantante trata de promover el ladino, la lengua de sus ancestros sefardíes.

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Imagen: Aya Bach

Cuando visitamos a Karen Gerson Şarhon en su redacción, nos la encontramos disfrutando de un pequeño tentempié para matar el apetito del mediodía. Parece que hay mucho trabajo que hacer a juzgar por la ingente cantidad de papeles que se acumula en su escritorio, situado en medio de estanterías cargadas de libros y periódicos amontonados. No obstante, siempre hay tiempo para una buena taza de café moca, lo que nos brinda la oportunidad de hablar de su correcta preparación. El secreto es la paciencia, dice Karen Gerson. El café debe hervirse a fuego lento, de modo que el poso quede muy espeso. Algo aparentemente sencillo se convierte así en un placer absoluto.

Ella sabe como hacerlo porque lo aprendió de su madre, que a su vez lo aprendió de la suya, y así sucesivamente. Aunque su apellido no suena muy turco, la familia de Karen vive en Turquía desde hace más de 500 años y ha adoptado muchos elementos de su cultura.

Una señal de esperanza

Para ella también es muy importante el legado cultural que ha heredado de su familia y que contribuye decisivamente a la imagen que tiene de sí misma: “Soy judía turco-sefardí. Esto lo tengo muy claro”. ¿Qué consecuencias tiene esto en su vida cotidiana? Sobre todo, su interés en la preservación del idioma ladino. Esta lengua surgió cuando los judíos españoles (los sefardíes) fueron expulsados de su tierra en 1492 y huyeron al Imperio otomano. Los ancestros de Karen estaban entre ellos. “Cuando hoy hablo ladino con españoles, lo entienden bastante bien”, dice Karen. “No obstante, el ladino ha adoptado muchas palabras turcas, así como griegas, francesas e italianas. Y hay algo que la convierte en una lengua judía: toda la terminología religiosa viene del hebreo”.

Hasta hace cincuenta o sesenta años, el ladino era el idioma familiar y de uso cotidiano de los sefardíes en Turquía. Actualmente, cada vez hay menos gente que lo habla. Con la intención de fomentar su preservación al menos como bien cultural, Karen Gerson Şarhon trabaja en el periódico semanal judío Şalom. Es la redactora jefe de un suplemento mensual en ladino. Su título, El amaneser, destaca en blanco sobre fondo rojo en la hoja del suplemento. “Significa ‘El amanecer’. Es como una señal de esperanza”, explica Karen Gerson, y cita un proverbio sefardí: “Kuando muncho eskurese es para amaneser”.

Jüdisches Leben Istanbul
La oficina de Karen, atestada de cosas.Imagen: Aya Bach

Una tradición estancada

En efecto, un poco de luz del día no le vendría nada mal a la cultura sefardí. Karen Gerson cuenta que, en su infancia, el ladino era solo una lengua entre tantas. Como en muchas familias judías conscientes de sus raíces, en su casa se hablaba siempre francés además de ladino. “Pero nosotros respondíamos a nuestros padres en turco para revelarnos”. No obstante, más tarde empezó a sentir interés por la lengua. Concluyó sus estudios en Estambul y en la ciudad británica de Reading con dos trabajos finales sobre el idioma ladino. Entonces era una materia bastante exótica: “Lo difícil era encontrar fuentes”.

Estas dificultades se debían en parte a que la cultura sefardí solo se había transmitido oralmente (y, en verdad, a través de las mujeres). Esta forma de transferencia funcionó de generación en generación durante 500 años hasta la época en la que Karen era joven. Ella misma, nacida en 1958, no ha conseguido enseñar la lengua a su hija, con lo que la tradición ha quedado interrumpida, por así decirlo. “Cuando nuestras madres eran jóvenes, formábamos una sociedad homogénea. No se tenía mucho contacto con gente de fuera. En tu entorno siempre encontrabas vecinos judíos. Hoy estamos dispersos por todo Estambul. Esto cambia enormemente nuestra forma de relacionarnos”, explica Karen. En el día a día, prácticamente solo se habla turco.

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Karen Gerson en la playa.Imagen: Aya Bach

Una cultura cotidiana de dominio femenino

Estos cambios también tienen lados positivos: “Tenemos contacto con gente de todos los sectores de la sociedad. Nuestra comunidad se ha vuelto más abierta”. No obstante, difícilmente podrá evitarse que la lengua se vaya perdiendo, dice Karen Gerson. Las perspectivas son bastante mejores para su segunda pasión, la música sefardí. “Se trata de una cultura muy antigua. Todo lo que conocemos de ella ha sido transmitido por las mujeres, por las madres”. No es que los hombres sefardíes tuviesen poco talento para la música; de hecho, han conservado la tradición de la música religiosa en la sinagoga. Lo que ocurre es que la cultura cotidiana era más bien de dominio femenino. No obstante, a Karen la acompañan tres hombres en su lucha por promover la música popular sefardí.

Estos cuatro músicos recorren juntos el mundo desde 1978 con el nombre de Los Pasharos Sefaradis (“Los pájaros sefardíes”). Su música también tiene muy buena acogida entre los musulmanes. Y es que, con el paso del tiempo, los sefardíes han tomado prestado muchos elementos musicales de su entorno: “Es música balcánica otomana”, dice Karen. “Suena muy oriental. No puedes escuchar a los almuédanos cinco veces al día sin que te influyan”.

Música auténtica

Actualmente hay diversas bandas que tocan música sefardí. La mayoría de ellas incorporan influencias del rock, pop, jazz o flamenco. Gracias a la etiqueta de “música del mundo”, se ha hecho muy popular. No obstante, para Karen Gerson es muy importante hacer música popular auténtica: “Hemos grabado música cantada por gente mayor. Nos hemos documentado bien y ahora la tocamos nosotros”. El concierto con el público más numeroso lo dieron en Hamburgo. Los Pasharos Sefaradis tocaron allí frente a 5.000 personas. “¡Fue fantástico!”, dice Karen.

Tenemos la oportunidad de escuchar una canción de amor que Karen y su compañero Izzet Bana cantan con tanta pasión como si fuera la primera vez. Curiosamente, cuando Los Pasharos Sefaradis se reúnen, hablan en turco. ¿Por qué no en ladino? “En realidad, normalmente hablamos turco entre nosotros, aunque de vez en cuando se nos cuelan expresiones en ladino”, dice Karen. ¿Esto no contradice su compromiso con la cultura y la lengua? “La cultura lingüística va a extinguirse de todos modos. Nosotros podemos recopilar y archivar documentos con idea de preservar la herencia cultural para generaciones futuras. Más no podemos hacer”.

Los sefardíes cocinan mejor

A pesar de todo, Karen Gerson está segura de que hay una cosa que no desaparecerá nunca de la cultura turco-judía: “No importa lo que pase; la tarde del viernes, el comienzo del sabbat, pertenece a la familia. Cada uno puede dedicarse a lo suyo los demás días, pero los viernes vienen todos y comen juntos”. No hace falta decir que Karen cocina comida sefardí. Preparada conforme al cashrut o no, lo importante para ella es que la comida esté buena. Según Karen, los sefardíes cocinan mejor que los judíos asquenazíes de la zona germanohablante y de Europa del Este: “Nosotros tenemos la cultura culinaria mediterránea, con aceite de oliva y verduras. Siempre hemos hecho maravillosos platos con estos ingredientes”.

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Karen Gerson en su cocina.Imagen: Aya Bach

Para poner el broche de oro a la comida, nada mejor que un auténtico café turco preparado con cariño y paciencia, al igual que hicieron antes de Karen generaciones de madres, abuelas y bisabuelas turcas.

Autora: Aya Bach
Editora: Claudia Herrera