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¿Una comisión de compinches?

25 de abril de 2003

La Comisión para los Derechos Humanos de la ONU concluyó su período de sesiones con algunas resoluciones, pero con una balanza que tiende más a lo político que a lo humano.

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El emblema de Human Rights Watch.

El 59 período de sesiones de la Comisión para los Derechos Humanos de la ONU concluyó hoy en Ginebra. Y si bien aprobó algunas resoluciones –como respetar los derechos humanos durante la lucha contra el terrorismo; no ejecutar a menores de 18 años; y medidas de control para la investigación genética se ajuste al respeto de las libertades fundamentales-, la relevancia del trabajo de la Comisión, al parecer, ha cambiado de terreno: no es en el humano, sino en el del tráfico de influencias intergubernamentales de los 53 Estados miembros. Así lo afirman organizaciones no gubernamentales como Human Rigths Watch y Amnistía Internacional.

Estados Unidos, el niño grande y malo

Las mayores críticas las ha hecho la organización norteamericana Human Rights Watch (HRW), que criticó duramente lo que ellos llaman el papel destructivo de Estados Unidos. Las acusaciones son varias y van desde no haber permitido poner a discusión la situación de los derechos humanos en Irak después de la invasión estadounidense a ese país, hasta impedir que se ratificara el estatuto de la Corte Penal Internacional.

Joanna Weschler –enviada de HRW desde hace siete años- declaró que EE.UU insistió en excluir un artículo contrario a la ejecución de mujeres embarazadas y de personas con trastornos mentales que cometieron crímenes siendo menores de edad. Esto último fue aprobado hoy, en contra del voto estadounidense. Curiosamente, las únicas ejecuciones de menores de edad que se conocen se produjeron allí, concretamente en el estado de Texas, cuando el actual presidente, George W. Bush, era gobernador.

Mientras que Estados Unidos acusa a Cuba de violación de derechos humanos y de no permitir el libre acceso a un relator de la Comisión de Derechos Humanos, Washington mismo se niega a extender tal invitación. En la opinión de los representantes de HRW, una invitación de carácter permanente debería ser condición sine qua non para integrar la Comisión.

Bloques de compinches

Joanna Weschler se quejó de que cada vez más países violadores de los derechos humanos se confabulan para impedir la aprobación de resoluciones de denuncia de cualquiera de ellos. Citó concretamente al bloque africano, China, Rusia y Cuba.

Der Völkerbundpalast
El Palais des Nations en Ginebra, donde sesiona la Comisión para los Derechos Humanos.Imagen: dpa

"La Comisión tiene miembros que han entrado no porque hayan querido defender los derechos humanos, sino porque querían proteger con su voto a otros. Ahora son un bloque", explicaba Weschler. Por eso, la Comisión se haya en crisis, desde hace ya algún tiempo. Los países intentan utilizarla para sus intereses políticos.

Lo mínimo sería que aquellos gobiernos que quieran ser miembros, hayan ratificado los acuerdos de derechos humanos –y los pongan en práctica. Aquellos que hayan sido criticados por la Comisión, no deben pertenecer a ella. Y los miembros, deberían permitir en su propio terreno que la CDH haga uso de todos sus mecanismos, concluyó Weschler.