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“Recibo mucho más de lo que doy”

Martin Reeh / CS11 de septiembre de 2012

El cambio energético solo funciona cuando los idealistas transmiten sus conocimientos. Uno de ellos nos habla sobre su motivación y experiencias en Irak, Sudán y Vietnam.

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Heinrich Graumann es docente en temas de energías renovables en una escuela de formación profesional en Vietnam. Previamente, ya había trabajado en territorios palestinos; en Sudán, Irak y Tayikistán, entre otros. El especialista dio una entrevista a Global Ideas y habló sobre los exitosos proyectos, los voluntarios que trabajan con motivación y un inquietante encuentro que tuvo en el norte de Irak.

DW: Señor Graumann, después de muchos de servicio en el Cercano Oriente, actualmente, usted trabaja en Vietnam. ¿Cómo ha sido deimpactante el shock cultural para usted?

Graumann: Las diferencias son extremas, pero para mí personalmente no fue un shock muy grande porque yo ya conocía diferentes países y culturas. Lógicamente, es completamente diferente al Cercano Oriente.

DW: ¿Por qué Vietnam necesita la cooperación para el desarrollo? El país es considerado como uno de los tigres asiáticos, es decir, un país económicamente emergente.

Graumann: En algunas regiones, aVietnam sí se lo puede considerar como un país emergente. Sin embargo, es un país grande con 90 millones de habitantes y 56 etnias distintas, y existen grandes diferencias entre las regiones. Es un caso muy parecido al de Tailandia: si uno se encuentra en Bangkok, no cree que sea necesaria la cooperación para el desarrollo, y lo mismo sucede en Saigón y Hanói. En el campo, donde yo doy clases, la cooperación internacional sí es necesaria.

DW: Usted se encuentra en Phan Rang, una ciudad en el sur del país con 100.000 habitantes. Hace un año, cuando hablamos con usted en Jerusalén, nos dijo que sus estadías en los países donde trabaja le traían más satisfacción y beneficios de lo que usted les podía retribuir.

Graumann: Lo mismo sucede aquí. Lógicamente, decir que recibo más de lo que puedo dar es un enfoque muy personal. Puedo decir sin exagerar que ya me he integrado; siento que me aprecian y me hacen invitaciones con frecuencia. La barrera más grande es el idioma, pero ya estoy tomando clases particulares de vietnamita desde agosto.

DW: ¿Se considera usted un típico ejemplo del voluntario que trabaja en la cooperación internacional? El estereotipo dice que los voluntarios conducen grandes jeeps blancos, tienen empleados de servicio locales, viven en una mansión y que por las tardes, se encuentran con otros especialistas en exclusivos locales para los extranjeros acomodados.

Graumann: Eso también se da, pero en un porcentaje muy bajo. He conocido algún que otro voluntario que se cree muy inteligente y con una actitud post-colonial que ni es bien recibida, ni es beneficiosa en absoluto. Pero si uno realmente quiere tener éxito en lo que hace, necesita un enfoque de cooperación mutua que involucre a todos los interesados. Y funciona relativamente bien. Aquí, en Phan Rang, sucede una vez que más soy el único extranjero en la ciudad. Eso quiere decir que dependo de la población local para poder vivir y desenvolverme.

DW: ¿Qué hay de las excepciones?

Graumann: Una de las experiencias más desgarradoras que he tenido fue cuando conocí a un empleado que estaba a cargo de la reconstrucción de la red de carreteras en el norte de Irak después de la primera Guerra del Golfo. Se había rodeado de sirvientes y guardaespaldas como en una corte, y actuaba como si rigiera un pequeño reino. Cuando lo visité por primera vez, estaba sentado en una especie de trono rodeado de sus subordinados. Y hacía comentarios racistas mientras alimentaba con carne cruda un ave de caza que estaba posada en el respaldo del trono. El empleado fue suspendido después de que varios colegas, incluyéndome a mí, se quejaran. No he vuelto a ver algo tan extremo como aquella vez.

DW: ¿Sabe que ha pasado con sus proyectos anteriores?

Graumann: Me mantengo en contacto con las personas que he trabajado, ya que la sostenibilidad -para utilizar la palabra que está de moda- de los proyectos está en función de cómo se construyen. Eso significa que debe poder seguir funcionando después de la partida del llamado experto. De ahí que sea necesario capacitar a los profesionales locales para que dominen esa tecnología. Además, se deben utilizar los recursos disponibles en el país en vez de invertir grandes sumas de dinero en comprarlos en el exterior.

DW: ¿Por ejemplo?

Graumann: En los años ochenta, tuve un proyecto que me sigue fascinando hasta hoy. En aquel entonces, mi amigo y colega técnico sudanés y yo estuvimos en un hospital en el Nilo Blanco que funcionaba con un sólo doctor. Las bombas de agua que habían quedado de la colonia británica ya no funcionaban y el suministro de agua al hospital se había colapsado unos años atrás. Entretanto, mujeres llevaban el agua desde muy lejos en el Nilo Blanco hasta el hospital, y la depositaban en unos tanques. Lógicamente, eso no era higiénico.

DW: ¿Entonces, qué pasó?

Graumann: Hablamos con la población y pronto descubrimos que todavía había una buena red de suministro de agua con tomas, y también una noria con niveles de agua de por lo menos 30 metros de profundidad incluso en la época seca. Entonces, logramos reinstaurar el suministro de agua creando un sistema híbrido que utiliza la electricidad local, un generador de emergencia a diésel, una planta solar y una bomba sumergible que se puede comprar en una tienda local. Para completarlo, soldamos un tanque de seis metros cúbicos y lo colocamos sobre un andamio alto con la ayuda de sogas y camellos. Pocas semanas después, el hospital tenía agua limpia y fresca. Finalmente, nos despedimos haciendo una gran fiesta. Hasta hoy, el proyecto sigue aún en funcionamiento.

Entrevista: Martin Reeh / CS

Editora: Lydia Aranda Barandiain