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Nueva ley antiterrorista permite abatir aviones civiles en Alemania

Gabriel González13 de enero de 2005

El presidente alemán Horst Köhler firmó la “ley de seguridad aérea” a pesar de dudas sobre su constitucionalidad y recomienda la revisión por el Tribunal Constitucional. El gobierno alemán reacciona con disgusto.

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Alemania busca un camino para evitar imagenes como estas en su país.Imagen: AP

El mensaje es breve y conciso. “El presidente federal tiene serias dudas de si el artículo 14 párrafo cuarto se encuentra en conformidad con el derecho a la vida y la dignidad humana garantizada por la constitución”, escribe el presidente alemán en su carta dirigida al gobierno y al Parlamento federal de Alemania. Köhler se tomó mucho tiempo para examinar la ley antes de firmarla. Ahora se sabe porqué. El máximo representante de Alemania considera que la nueva ley viola los principios de la Constitución.

La nueva “ley de seguridad aérea" permitirá al Ejército alemán derribar aviones civiles si hay peligro de que éstos sean utilizados para un atentado terrorista. La decisión de tomar dicha medida es del ministro de Defensa. Köhler dejó pasar la ley pero recomienda explícitamente una revisión por parte del Tribunal Constitucional.

Gobierno enojado

Der neugewählte Bundespräsident Horst Köhler
El presidente federal alemán Horst Köhler.Imagen: AP

Las declaraciones del presidente han levantado una polémica en Alemania y provocaron reacciones agrias en el gobierno alemán. El ministro del Interior y uno de los arquitectos de la nueva ley, Otto Schily, rechazó las críticas del presidente Köhler y afirmó que "la totalidad del gabinete" roji-verde la considera constitucional.

Para el ministro alemán del Interior no existe duda sobre la legalidad de una acción como sería el derribo de un avión secuestrado por terroristas que pretenden estrellarlo contra un estadio, y recordó que los ocupantes del aparato perderían la vida de cualquier manera.

La ley fue elaborada por los Ministerios del Interior y de Defensa a raíz de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos y de un incidente ocurrido en enero de 2003 en Fráncfort, cuando un enajenado mental se hizo con una avioneta y sobrevoló la ciudad durante casi una hora desatando el pánico.

Bundesinnenminister Otto Schily
El ministro del Interior Otto Schily.Imagen: dpa

Cuando el Gobierno aprobó la ley, a finales de 2003, Schily, insistió en que no se trataba de una "licencia para matar", y precisó que hasta llegar al extremo de derribar un avión "se tienen que haber agotado todos los mecanismos previstos en los manuales de seguridad aérea". Köhler, dijo Schily, tiene derecho a expresar su opinión aunque lo haga "de una forma poco habitual" pues "cada uno tiene su estilo".

“Licencia para matar”

En sus comentarios, la prensa alemana se inclina por la postura del presidente. “El Handelsblatt”, por ejemplo, opina que a Köhler le debería dar igual lo que opine el gobierno en Berlín y que debe expresar libremente sus dudas y opiniones. “En este caso no se trata de una ley sobre la protección de algas sino sobre la cuestión ética si se debe permitir matar a unas personas para salvar a otras. ¿Quién tomaría la responsabilidad y dónde está la seguridad jurídica para la persona que tome esa decisión?”

La mayoría de los editorialistas germanos opina que el presidente ni siquiera debería haber firmado la nueva ley y esperan que los jueces del Tribunal Constitucional la anulen. Ciertamente hay que constatar que, después del derribo de un avión, el ministro del Interior nunca podría comprobar indudablemente que los ocupantes habrían muerto de todos modos.

¿Qué se hace cuando no se sabe con certeza lo que planean terroristas que secuestran un avión? ¿Derribar el avión? Nadie supo los verdaderos planes de los secuestradores del 11 de septiembre hasta que los aviones se estrellaron contra el World Trade Center. La “ley de seguridad aérea” deja demasiados huecos a la interpretación y pone en peligro la vida de inocentes.

“No tengo que incluir en cada ley que la Constitución sigue vigente”, fue la respuesta malhumorada de Schily a las críticas. Pues no, pero el señor ministro debería precisar en sus leyes claramente lo que está permitido y lo que no.