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El ébola y la biodiversidad

Ranty Islam (LAB/EL)4 de noviembre de 2014

La mayor parte de la biodiversidad es invisible a simple vista. Aún así, los microbios tienen un papel crucial en la diversidad actual de plantas y animales. Incluso el ébola tiene su lugar en el esquema de la vida.

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Imagen: Reuters/NIAID

En principio, el virus ébola no es algo con lo que alguien desee encontrarse cara a cara. Sin embargo, en el distrito Plantage de Ámsterdam, algunas personas están encantadas de hacerlo, incluso pagando 14 euros por ello. Lo pueden encontrar en forma de modelo aumentado de cristal en una cabina junto con varios otros virus letales en un gran edificio negro: es una de las atracciones de Micropia, el primer “zoológico de microbios”, que abrió sus puertas a principios de otoño de 2014.

La actual epidemia de ébola en el oeste de África, junto con la frenética campaña mediática que lo ha acompañado, posiblemente ha potenciado mucho el interés en la exhibición de Ámsterdam. Pero una de las ideas que se esconden detrás de Micropia es, precisamente, cambiar la percepción pública que se tiene de los microbios.

No son solo una parte literalmente microscópica de la biodiversidad actual, sino que, en realidad, forman la mayor parte de ella. Viven dentro y fuera de nosotros, y a menudo nos proporcionan beneficios. Muchos de ellos ayudan a extraer los nutrientes de los alimentos que ingerimos en nuestro sistema. Miles de diferentes tipos de microbios viven felizmente en nuestro intestino, boca e incluso los dedos de nuestros pies. Pero el ébola no suele ser uno de ellos.

Biodiversidad letal

El virus es peligroso para los humanos porque, a causa de su rápida expansión, las personas no son capaces de adaptarse genéticamente a él a la velocidad suficiente, según explica Jasper Buikx, microbiólogo de Micropia. Los virus no son más que cadenas de ADN protegidas por una capa de proteína, pero a lo largo de la evolución se han desarrollado junto con los organismos huéspedes, dependiendo de ellos para sobrevivir y replicarse.

Un gran modelo de cristal del virus ébola es una de las atracciones de Micropia.
Un gran modelo de cristal del virus ébola es una de las atracciones de Micropia.Imagen: Micropia/Natura Artis Magistra

“Si un virus está presente en una población de animales durante miles de años, los animales se adaptan a él. Pero esto solo funciona si la población tiene la suficiente variedad genética. Si un grupo de animales o plantas es genéticamente demasiado similar, habrá problemas. Una mutación del virus puede acabar con todos ellos porque no hay variantes genéticas en la población capaces de resistir ante este nuevo virus”.

En este sentido, los virus nos son enemigos de la biodiversidad, sino que permiten su desarrollo a través de una especie de selección destructiva. Esta larga “co-evolución” de huéspedes y patógenos, tal y como la llaman los biólogos, es la razón por la que los humanos normalmente no mueren a causa de los virus responsables de los resfriados y catarros comunes, así como la razón por la que muchos tipos de murciélagos no mueren por contraer el ébola. ¿Pero por qué este último sí ha supuesto una amenaza para los humanos?

La globalización cambia las reglas

El virus ébola está presente desde hace mucho tiempo en determinadas partes de África que, hasta hace poco, estaban alejadas de las personas. Cualquier ser humano que contrajera el virus de algún animal infectado no lo podía llegar a contagiar a otros. Pero la globalización ha cambiado esta situación, según Marcel Tanner, director del Instituto Suizo Tropical y de Salud Pública.

Los murciélagos son una importante reserva de cientos de virus potencialmente letales para los seres humanos.
Los murciélagos son una importante reserva de cientos de virus potencialmente letales para los seres humanos.Imagen: imago

“Probablemente, a finales del año en 2013, una sola persona contrajo el virus de un animal. Pero la rápida urbanización y el aumento de movimiento de los humanos por la región han hecho que esta persona lo haya podido pasar a otros, incluso en el corto tiempo de vida que le quedaba. Si a esto le añadimos los débiles sistemas de salud locales, es fácil ver cómo la enfermedad se ha extendido tan rápidamente”.

Las poblaciones de murciélagos en las áreas boscosas están consideradas una reserva importante de este tipo de virus. Además del ébola, también contienen cientos de otros virus que no afectan a los murciélagos, pero que pueden ser letales para los humanos, según añade el experto. “Genéticamente, los murciélagos son especies muy antiguas. A través de la evolución, han tenido mucho tiempo para adaptarse a un gran número de virus en la región. Es posible que, en algún momento de su evolución en el futuro, los seres humanos también sean capaces de adaptarse al ébola”.

La destrucción de hábitats aumenta el riesgo de virus

Por el momento, aparentemente, los humanos tendrán que enfrentarse a la amenaza. Y, en buena parte, ellos mismos son responsables de lo que ha pasado. Puede ser que la globalización artificial sea una causa demasiado ambigua como para echar culpas, pero hay otras causas mucho más concretas. Una de ellas es el daño que los humanos están causando en la biodiversidad del planeta.

La deforestación puede llevar a un contacto directo entre humanos y virus potencialmente letales.
La deforestación puede llevar a un contacto directo entre humanos y virus potencialmente letales.Imagen: ANTONIO SCORZA/AFP/Getty Images

“A causa de la deforestación y la destrucción de hábitats, los seres humanos y animales están mucho más en contacto que nunca, lo que aumenta el riesgo de transmisión de patógenos con los que los humanos todavía no son capaces de lidiar”, dice Jane Smart, directora del Programa Global de Especies en la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Y la tendencia continúa, teniendo en cuenta la creciente demanda comercial de “productos del bosque”, que incluyen carne de animales salvajes, madera o plantas medicinales.

Una forma de evitar epidemias de virus letales como el ébola es, por tanto, proteger los bosques, añade Smart. Esto implica limitar los intereses comerciales y facilitar fuentes de ingresos alternativas para los ciudadanos. Poco a poco se empieza a reconocer el vital papel que los bosques intactos tienen en la contención de patógenos, así como otros beneficios, como el acceso sostenible a fuentes forestales, o nuevos modelos para la obtención de ingresos. En septiembre se dio un hecho sin precedentes: el gobierno noruego priorizó la protección forestal en un acuerdo de ayuda masivo valorado en 150 millones de euros para Liberia, que incidentalmente es uno de los países más afectados por la crisis del ébola.

A largo plazo, el impacto humano en la biodiversidad global puede incluso acelerar la desaparición de especies, según Jasper Buikx. “La reducción y fragmentación de hábitats de animales puede hacer desaparecer la diversidad genética de poblaciones individuales, haciéndolos más susceptibles a enfermedades causadas por virus, bacterias y organismos similares”.

El ébola ya decimó la población de primates en África en el pasado. Para poblaciones de especies que ya se encuentran al borde de la extinción, un virus como el ébola puede ser el desencadenante definitivo de su desaparición.