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Lukashenko, “el último dictador de Europa"

Natalia Makushyna / Evan Romero-Castillo23 de septiembre de 2012

En Bielorrusia, ni las elecciones presidenciales ni las parlamentarias –celebradas este 23 de septiembre– fomentan la democratización del país. Su mandatario, Alexander Lukashenko, tiene a sus opositores de manos atadas.

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Imagen: AP

En Bielorrusia, una ex república soviética cuya independencia fue reconocida internacionalmente en 1991, Alexander Lukashenko gobierna con mano dura desde hace 18 años. Descrito con frecuencia como el “último dictador de Europa”, el líder de 58 años amenaza a sus críticos con métodos estalinistas. Es por esa y otras razones que Bruselas lo ha incluido en la lista de los aproximadamente doscientos mandatarios que tienen prohibido ingresar al bloque comunitario.

Lukashenkomantiene vínculos estrechos con Rusia, que lo abastece con gas y petróleo baratos. Eso le permite al ex jefe de una granja estatal ganarse las simpatías de una población rural empobrecida. En público, el presidente de Bielorrusia se muestra como un padre cariñoso con su hijo Nikolai, a quien llama afectuosamente Kolya. Lukashenko cambió la fecha de cumpleaños del pequeño para que coincidiera con el suyo. En tono jocoso, el hombre fuerte de Minsk suele decir que Kolya podría convertirse en su sucesor.

Lukashenkose muestra como un buen anfitrión de jefes de Estado derrocados, como el ex presidente Kurmanbek Bakiyev de Kirguistán, y hace caso omiso a las críticas internacionales. A los severos reproches oreados por el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle, el bielorruso respondió: “Prefiero ser un dictador que un maricón”, aludiendo a la homosexualidad del político germano. Peor aún, una y otra vez, Lukashenko rechazó auxilios económicos, a pesar de que el país está casi en ruinas, porque la ayuda le ponía como condición que hiciera concesiones democráticas.

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Lukashenko (der.), al ser recibido en Caracas por el presidente venezolano, Hugo Chávez, el 26 de junio de 2012.Imagen: picture-alliance/dpa

Lukashenko, inflexible

Lukashenko tiene a sus opositores de manos atadas; simbólica y literalmente. Ni las elecciones presidenciales ni las parlamentarias sirven para propiciar la democratización de la vida política bielorrusa. Antes de decidir si participaban o no en los comicios legislativos de este 23 de septiembre, miembros del Partido Ciudadano Unido (PCU) le hicieron varias exigencias al Gobierno: la liberación de los presos políticos y la admisión de sus representantes en la comisión electoral, fueron dos de ellas.

“Ninguna de esas demandas fue aceptada. Por eso invitamos a la gente a que no participe de este fraude”, contaba Anatoli Lebedko, líder del PCU, que terminó retirando a sus candidatos de la campaña electoral. La oposición en Bielorrusia está compuesta por diez pequeños partidos y movimientos; pero se ha visto debilitada por el arresto arbitrario y la inhabilitación política de muchos de sus integrantes. Alexander Milinkevich, del Movimiento para la Libertad, dice que los bielorrusos tienen miedo de ofrecer resistencia. Por otro lado, la apatía política en el país es tangible; los electores parecen desconfiar tanto del Gobierno como de la oposición.

Bielorrusia sobresale en Europa por sus niveles de pobreza y por ser el último de sus Estados en donde se dicta la pena capital. Lukashenko está al frente de su Gobierno desde 1994. A juicio de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), reconocida por la ONU como un organismo regional, ninguna de las elecciones celebradas durante su mandato ha sido libre y justa. Este lunes (24.9.2012), la OSCE informará a la prensa sobre el desarrollo de los comicios legislativos.

Autores: Natalia Makushyna / Evan Romero-Castillo
Editor: José Ospina-Valencia