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Los Verdes se destiñen

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Unidos como nunca se mostraron Los Verdes en su último congreso antes de las elecciones. Ante la tendencia negativa del último tiempo, optan por cerrar filas tras Joschka Fischer, el político más popular de Alemania.

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El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Joschka Fischer, recibió pleno respaldo en el último congreso de Los Verdes.Imagen: AP

Para los verdes alemanes, la vida política nunca ha sido fácil. Desde sus inicios, el partido se vió sacudido periódicamente por tensiones internas y pugnas entre la facción de los pragmáticos (aquí llamados "realos") y los fundamentalistas ("fundis"). Pero 4 años de co-responsabilidad en el gobierno federal dejan huella. El pragmatismo político ha terminado por imponerse, aún a costa de atenuar posiciones en aspectos claves de la política verde, con el consiguiente desencanto de parte de su electorado.

Pese a las zozobras de su partido, el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joshka Fischer, goza actualmente de los mejores índices de popularidad en el país. Líder indiscutido de Los Verdes, es también la figura que mejor encarna la evolución de los eco-pacifistas. Por ejemplo, fue uno de los primeros en abandonar el rechazo total al uso de la fuerza militar, cuando se discutía cómo detener el genocidio en la guerra de Bosnia. Se trataba nada menos que de romper el tabú de la no intervención militar alemana fuera del territorio de la OTAN.

Gajes del oficio

La gran crisis de noviembre del año pasado marcó una cesura. Apretando los dientes, Los Verdes terminaron entonces por secundar al canciller Gerhard Schröder en su decisión de enviar tropas a Afganistán, para evitar la ruptura de la coalición. Hubo cierta conmoción en las bases, pero la temida renuncia en masa de afiliados no se produjo. Sin embargo, con la bandera del pacifismo a media asta, el partido tiene dificultades para perfilarse ante el electorado.

También en su terreno más propio, el de la ecología, ha tenido que adecuar sus aspiraciones a los dictados de la realidad. Por ejemplo, el acuerdo con la industria para comenzar a bandonar la energía atómica como recurso energético, es un logro a largo plazo. Demasiado largo para quienes quisieran ver al país convertido cuanto antes en zona libre de reactores nucleares.

Los políticos verdes no han renunciado a sus metas; pero, si antes los veíamos haciendo causa común con los manifestantes que bloqueban las vías para impedir los transportes de residuos atómicos, ahora están del otro lado de las barreras policiales. Una imagen desconcertante para las bases ecologistas de la primera hora. Sin embargo, quien ocupa un cargo, se ve obligado a velar por el cumplimiento de los compromisos adoptados. Son los gajes del oficio.

Líneas programáticas

Para enfrentar ahora el desafío electoral, Los Verdes intentan echar bálsamo sobre heridas y magulladuras, destacando los logros obtenidos en la coalición con la socialdemocracia. Y, ciertamente, hay algunos ámbitos en los que se ve con claridad la influencia verde. Por ejemplo, en la aplicación del impuesto ecológico a los combustibles. En un comienzo la medida provocó bastante revuelo, pero éste ya se ha calmado y el punto sigue figurando en el programa electoral del partido, aunque no se mencionan alzas concretas. El documento señala en cambio otras metas precisas, como duplicar la porción correspondiente energías renovables en la producción de electricidad hasta el año 2006, o reducir hasta el 2020 las emisiones de dióxido de carbono de Alemania en un 40% con respecto a las cifras de 1990.

Otro de los puntos en que Los Verdes ponen énfasis es el de la protección al consumidor y reforma de la política agraria, materias actualmente a cargo de una de sus figuras más destacadas, la ministra Renate Künast. En este campo, el partido se propone fomentar los cultivos ecológicos y desviar subvenciones del sector de la producción agropecuaria intensiva hacia la agricultura más afín con la naturaleza. Igualmente se opone a la manipulación genética de los alimentos.

En el plano social, plantean innovaciones como rebajar a 16 años la edad mínima para votar y legalizar el uso de drogas "blandas", como el hachís. Pero estos puntos seguramente no centrarán la campaña electoral. Los Verdes apuestan ahora por la cautela política. Y por Joscha Fischer quien, en su papel de jefe de la diplomacia berlinesa, ha ganado un amplio apoyo de la ciudadanía, aunque poco le quede ya del verde de los primeros años.