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La cumbre del hambre

17 de noviembre de 2009

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación reunió a mandatarios del mundo para discutir sobre la crisis alimentaria global; pero hasta ahora sólo se han propuesto acciones simbólicas.

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Hasta el miércoles (18.11.2009) estarán reunidos en Roma, Italia, los jefes de Estado, de Gobierno y sus representantes de mayor rango invitados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) para discutir sobre la crisis alimentaria global. Está por verse si de esta cumbre salen propuestas concretas para hacerle frente al problema.

El campo clama por inversiones

Para comprender que el hambre y la pobreza van de la mano no hace falta investigar mucho. Setenta por ciento de las personas que viven en estado de pobreza extrema habitan en el campo. Y cuando los granjeros, que en principio deberían alimentarnos a todos, no pueden ni siquiera alimentarse a sí mismos, entonces algo no está funcionando correctamente.

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José Manuel Barroso habla durante la cumbre de la FAO.Imagen: AP

Es difícil entender las razones por las cuales se ha tardado tanto en llegar a la conclusión de que la lucha contra el hambre y la pobreza sólo podrá ser exitosa cuando se invierta en el desarrollo de las zonas rurales. Eso es lo que ha buscado la FAO al organizar esta “cumbre del hambre” en Roma: estimular a los jefes de Estado y de Gobierno asistentes a que realicen mayores inversiones en el desarrollo rural.

Una gota en el océano

Como preludio de la cumbre, el director general de la FAO, Jacques Diouf, propuso realizar una huelga de hambre simbólica a escala internacional como señal de solidaridad con los miles de millones de personas en el mundo que padecen de hambre. Pero aún si este llamado lograra convencer a un par de personas de no comer durante 24 horas, los resultados serían imperceptibles. Lo que se busca para poder combatir el hambre y la pobreza efectivamente es generar un cambio de mentalidad profundo y global.

No solamente la alimentación sino también el medio ambiente, el clima, la economía y las finanzas deben ser considerados desde la perspectiva de la sostenibilidad y no desde el punto de vista del consumo, si es que en realidad queremos cambiar las cosas para mejor. En comparación con este cambio de paradigma los paquetes coyunturales de los países industrializados lucen algo anacrónicos, como restos de la filosofía del consumo que ya en 1972 fue descrita como un modelo superado en el estudio “Los límites del crecimiento”, del Club de Roma.

¿Consumismo contra la crisis?

También el nuevo Gobierno alemán busca la salida de la crisis estimulando el consumo. ¿Consumismo contra la crisis? ¿Consumo contra el hambre? La cuenta no dará los resultados esperados de esta manera; ni contra la crisis alimentaria, ni contra la recesión, ni contra las catástrofes naturales relacionadas con los cambios climáticos. No importa cuántas vueltas se le dé al argumento: los únicos que pueden consumir son aquellos que tienen cómo pagar; y lo hacen a costa de aquellos que no tienen nada. Por eso los alimentos en cantidades suficientes resultan inasequibles para mil millones de personas, mientras otras mil millones sufren bajo los efectos de la obesidad.

Aún si las delegaciones en Roma se mostraran solidarias y participaran en una huelga de hambre de 24 horas, el problema fundamental de la distribución de riqueza y alimentos en el planeta permanecería inalterado. La propuesta de la huelga de hambre solidaria no sería mejor que la ocurrencia de la monarca francesa María Antonieta de cara al pueblo hambriento: “¿Que los pobres no tienen pan? Pues, que coman pasteles”.

Autor: Helle Jeppesen

Editor: Pablo Kummetz