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En Cuba "a veces ni agua hay para engañar al estómago"

Camilo Toledo-Leyva
28 de febrero de 2024

La escasez de harina de trigo para producir el pan subvencionado en Cuba agrava la crisis alimentaria que vive el país. DW pudo acceder al testimono de jubilados que cuentan su día a día.

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Adultos mayores en calles de La Habana.
Adultos mayores en calles de La Habana.Imagen: James Strachan/robertharding/picture alliance

Tras el anuncio del Gobierno cubano sobre la escasez de harina de trigo para elaborar el pan subvencionado, DW contactó a través del Food Monitor Program, un observatorio que monitorea la seguridad alimentaria en Cuba, a dos jubilados en el oriente del país caribeño. Ambos adultos mayores relataron cómo están enfrentando esta situación, pero prefieren quedar en el anonimato. Por esa razón los llamaremos Alicia y Felipe.

En la actualidad, según datos estatales, Cuba tiene alrededor de 1.600.000 jubilados, quienes reciben una pensión promedio de 2.000 pesos. Hay que considerar que un dólar corresponde a unos 300 pesos cubanos en el mercado informal.

DW: ¿Cómo es un día común y corriente en su vida? ¿Le cuesta conseguir pan?

Alicia (80 años): Lo primero que hago es ver si entró el agua para bombearla hacia los tanques de almacenamiento. Después voy a la bodega a buscar el pan subvencionado. La bodega abre entre las 8 y 12 horas y luego entre las 16 y 18 horas. Hay que ir temprano porque la señora que lo despacha se va un poco antes de las 11 y no regresa hasta por la tarde, que es cuando hay más gente que llega de sus trabajos. A veces una llega temprano a la bodega, pero el pan demora en llegar, porque lo elaboran en la panadería. Entonces hay que ir varias veces a la bodega a ver si ya entró.

Felipe (78 años): Yo me levanto temprano, entre las 5 y 5:30 de la mañana. Luego doy un recorrido largo por las tiendas, mercados y la bodega para ver qué ha llegado y ver si hay algo que pueda comprar para la casa. Por ejemplo, estamos terminando febrero y aún faltan alimentos, entre los 5 o 6 que llegan mensualmente por la canasta básica. El pan es lo primero que voy a buscar en la mañana. Es prácticamente lo único que se puede desayunar, pues ya no hay leche, ni yogurt y hasta el café escasea. 

¿Cuánto demora normalmente en una cola para el pan subvencionado? 

Alicia: La cola para el pan en mi bodega no es muy larga ahora porque solo vamos los jubilados. A esa hora, los niños están en las escuelas y los padres en los trabajos. Pero eso depende de cada bodega. Mi sobrina hace mucha cola porque en la bodega que le corresponde elaboran el pan ahí mismo y la zona que despacha esa bodega es muy grande. Antes era más fácil comprar pan extra en la bodega, pero desde la pandemia es mucho más difícil porque a veces no llega siquiera completo.

Felipe: Mi bodega queda cerca, a media cuadra de distancia. Cuando veo mucha cola regreso a casa y espero para ir un poco más tarde; de lo contrario espero para comprarlo en la panadería, lo que me suele tomar unos 15 minutos. Otras personas que no viven tan cerca deben hacer una larga cola por la mañana, que puede durar alrededor de una hora.

Una mujer reparte pan subvencionado en una bodega de La Habana.
Cuba anunció que no podrá garantizar el pan subvencionado hasta marzo.Imagen: picture-alliance/Demotix

¿Compra pan también en panaderías particulares? ¿Cómo es la situación ahí? 

Alicia: En ocasiones hay que comprar pan en panaderías privadas o a quienes van vendiéndolo por la calle. Pero no se puede siempre, porque resulta demasiado caro. El pan subvencionado de la bodega cuesta 1 peso, pero en la panadería particular sale a 25 o 30 pesos cada pan. Uno que es igual al de la bodega. Los de corteza dura o de otros tipos que venden en las panaderías o dulcerías particulares pueden costar hasta 500 pesos o más. En los establecimientos que tienen precios promedios pero hacen pan de buena calidad, sí hay inmensas colas. Una puede hacer ahí una cola de dos horas. 

Felipe: Sí. Las particulares suelen tener colas breves, de unos 15 minutos en promedio. También en las panaderías estatales se ofrece muchas veces la opción de comprar el llamado “pan liberado”. En ese caso, las colas que hago duran alrededor de 2 horas, pues tienen muchísima más demanda y el precio es un poco menor que en las primeras.

Aunque suelen ofertar pan la mayoría de los días, el problema principal son los precios. Por ejemplo, los panes cuestan usualmente unos 25 pesos cada uno, por lo que me puedo gastar fácilmente entre 200 y 500 pesos allí al comprar pan para la casa. En mi casa, mi hijo y mis nietos también compran pan, pero, por ejemplo, en cinco días de febrero que me tocó comprar pan gasté 200 pesos. Luego compré dos días paquetes de galletas, en 300 pesos cada uno, porque ya no había pan. Y ayer 25 tuve que gastar 700 pesos en galletas. En lo que va del mes, suman casi 1.500 pesos solo en pan. Mi pensión es de 1.600 pesos. Como se ve, no me alcanza ni para comprar pan para toda mi familia.

¿Para cuántas personas en casa tiene que conseguir pan? 

Alicia: En mi casa vivimos 6 personas y 2 de ellas no están en la libreta estatal. Así que no les toca el pan de la cuota. Es difícil porque en la casa hay dos niños en edad escolar y hay que garantizar el de ellos para que no vayan a la escuela con el estómago vacío. Los panes que quedan a veces los rebanamos y hacemos tostadas para que al menos todos podamos comer una rodaja, pero por lo general también se guardan para la merienda de los niños en la tarde, que regresan muertos de hambre de la escuela, porque el almuerzo allí está tan malo que quedan siempre con hambre.

Felipe: En casa somos 7 personas, pero 1 de mis nietos convive con nosotros 3 o 4 días a la semana.

¿Ha pasado hace poco hambre? ¿Se ha ido alguna vez a dormir sin comer?

Alicia: En mi caso han sido muy pocas veces las que me he ido a la cama sin comer porque la sobrina con la que vivo prioriza mi comida y la de sus niños. Pero sí es frecuente que ella haga una sola comida al día porque no alcanza para que todos hagamos tres comidas diarias. También hay muchos ancianos en el barrio que están solos, porque sus hijos o familiares se fueron o no quieren cuidarlos. Ellos están pasando mucha hambre y dependen solo de lo que pueden comprar en la bodega, que no alcanza ni para una semana. El día que no llega el pan, ellos pasan el doble de hambre.

Felipe: Gracias a Dios yo no he pasado hambre. Pero sí sé de personas que la padecen. Por la casa pasan algunos de vez en cuando pidiendo algo de comer; principalmente personas mayores. Te dicen que tienen hambre y te piden un pan o cualquier cosa de comer. También cerca de mi casa hay un anciano que vive solo y varias veces le he tenido que regalar un pan para que coma algo. No sé si se han ido a dormir sin comer, pero durante el día sí que pasan hambre.

¿Qué desearía que cambie en Cuba? ¿Qué piensa hacer en un futuro si la situación no mejora?

Alicia: No sé, pero algo tiene que cambiar. A mi generación la única cosa que le queda es quedarse sola. La gente joven se va del país porque el hambre nadie lo aguanta. Los pocos que han hecho algo han terminado en la cárcel. Los viejos quedamos cada vez más desamparados porque el Estado no se ocupa de nosotros. A veces pienso que la gente del gobierno más bien está esperando a que nos muramos, así tienen que repartir menos pan.

En Cuba hay hambre de muchas cosas. Cómo le explicas a un niño que te dice que tiene hambre, que no tienes ningún alimento para darle, porque a veces ni agua hay para engañar al estómago. Eso es muy duro de vivir. Son niños que crecen pensando que el hambre es algo natural, cuando no debería ser así. 

Felipe: Yo quisiera que cambie el sistema de gobierno. Si la situación no mejora, yo no tengo para dónde huir. Imagino que tendré que quedarme aquí hasta morirme de hambre. Por mi edad, solo me resta esperar, si las cosas continúan empeorando. A lo mejor un día el pueblo se echa a la calle, como pasó el 11 de julio de 2021, y se desata una violencia estatal desproporcionada en la que sectores del poder, como el ejército, deciden intervenir. Es lo que preveo que viene para Cuba, tarde o temprano se desatará un nuevo estallido social, más violento que el anterior

(er)