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Couchsurfing: ¿quién dijo que viajar fuese caro?

7 de agosto de 2009

La idea es bien sencilla: Localizar a una persona que ofrezca un “sofá” para dormir en los lugares de viaje, así como hospedar a viajeros de cualquier parte del mundo.

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La couchsurfer Melanie Lotos Göbl buscando sofá.
La couchsurfer Melanie Lotos Göbl buscando sofá.Imagen: picture-alliance/ dpa

Este servicio nació en 2003, cuando Casey Fenton compró un billete desde Boston a Islandia. Él no tenía alojamiento, y no tenía ganas de recorrer toda la ciudad buscando un hostal, por lo que decidió enviar un correo spam a más de 1.500 estudiantes para que le dejaran quedarse a dormir en su sofá. Después de intercambiar algunos emails, encontró a muchas personas dispuestas a abrirle las puertas de sus casas. De ahí nació Couchsurfing, una red para buscar un sofá en cualquier parte del mundo.

En la actualidad, Couchsurfing es una comunidad internacional en la red cuya misión es poner en contacto a personas que quieren viajar y descubrir el mundo, que no tienen un presupuesto muy elevado, pero son abiertos de mente y quieren conocer nuevas culturas a través de su gente. Su misión, según destaca la propia página es: “interconectar personas y lugares, crear intercambios educacionales, aumentar la conciencia colectiva, propagar la tolerancia, y facilitar el entendimiento cultural”.


Cualquiera puede participar

El portal de Couchsurfing.
El portal de Couchsurfing.Imagen: www.couchsurfing.com

Ser miembro de Couchsurfing es muy sencillo: tan sólo es necesario crear un perfil, subir una foto, añadir intereses personales y la disposición de recepción de otros viajeros, es decir, si está disponible para tomar una café, llevarlos a recorrer la ciudad u hospedarlos por uno o varios días. En el perfil, además de los datos personales e intereses, también se puede ver la opción de alojamiento: sofá, cama, etc.

Y ahora la mayoría se preguntará, ¿pero esto es seguro? Porque invitar a casa a un desconocido, o quedarse en casa de un extraño puede ser algo muy arriesgado. Existe una comprobación de la tarjeta de crédito, de la que Couchsurfing substrae una pequeña cantidad que devuelve por correo postal a la dirección indicada. Así se asegura de alguna forma la veracidad de los datos introducidos. Además existe la opinión de otros miembros que han estado de couchsurfers en su sofá. Ésta es la mejor manera de conocer a la persona, a través de las opiniones de otros usuarios.

Para la comunidad trabajan voluntarios de todo el mundo que se conectan a la página tanto para buscar alojamiento, como para darle mantenimiento a la red, aceptar a nuevos miembros y promocionar quedadas de couchsurfers locales, para así fortalecer los lazos de unión entre culturas.


No es sólo casa gratis

Los fundadores de Couchsurfing.
Los fundadores de Couchsurfing.Imagen: CouchSurfing.com

Lo mejor de todo esto no es tener casa gratis, ahorrarse el alojamiento o incluso tener un guía particular. También se puede conocer a personas de otros países, de otras culturas, con otra forma de pensar y de ver el mundo. “A través de Couchsurfing he conocido a gente maravillosa de la que he aprendido muchísimo y con la que he vivido momentos inolvidables”, declara a FAZ Wiebke, una chica alemana, miembro de Couchsurfing desde hace ya unos años.

En la página web se pueden descubrir testimonios maravillosos. Y es que cada experiencia es muy positiva siempre y cuando la intención no sea pasar una noche gratis. La gente no sólo ofrece un sofá, ofrece su casa, su comida, su tiempo, un montón de consejos, brinda sus ojos para entender su cultura, su política, su religión. Y además, para muchos couchsurfers, la experiencia gratificante es recíproca. Las personas que ofrecen sus casas también viajan, pues el intercambio cultural que ofrece Couchsurfing abre una ventana para muchos que, de otra forma, quedarían en sus casas con las ventanas cerradas y los sofás vacíos.

Autora: Lara Ortiz de Landazuri

Editora: Claudia Herrera Pahl