1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Modernizar la literatura infantil

Evan Romero-Castillo28 de enero de 2013

La nueva edición de “La pequeña bruja”, publicado por primera vez en 1957, despertó reacciones adversas que a su vez impulsan el debate sobre el racismo en los clásicos de la literatura infantil europea.

https://p.dw.com/p/17Sdv
Imagen: picture-alliance/dpa

Aunque los libros para niños suelen ser revisados, expandidos o abreviados cada cierto tiempo sin causar revuelo alguno, la decisión de la editorial alemana Thienemann de “modernizar” el texto de Die kleine Hexe (La pequeña bruja), un cuento infantil escrito por Otfried Preußler en 1957, ha generado una gran controversia. Klaus Willberg, director de la empresa, anunció que algunas de sus palabras serán sustituidas por haber caído en desuso y resultar incomprensibles para sus jóvenes lectores, o suprimidas por su carácter ofensivo.

El creador de La pequeña bruja y sus apoderados acordaron con Willberg la eliminación de la voz ‘neger’ y otras expresiones racistas, vestigios de una época en la que era tan habitual como tolerado el uso de términos peyorativos para aludir a quienes no eran ni europeos ni blancos. Cuando Thienemann hizo públicas sus intenciones, la editorial se vio azotada por una ola de protestas: “Casi todos los correos electrónicos que recibimos contenían injurias y abordaban el asunto irracionalmente”, informaba Willberg a principios de enero.

Desde entonces, la palabra “neger” y las implicaciones de su desaparición son objeto de debate. “Los que creen que esa es una expresión neutral para referirse a una persona de piel negra se equivocan; ‘neger’ es el equivalente germano del insulto anglosajón ‘nigger’. Para decir ‘negro’ en Alemania sin agredir a nadie se utiliza la palabra ‘schwarzer’ ”, explica la periodista estadounidense Rose-Anne Clermont, autora del libro Cómo vine a dar entre los alemanes y de un blog sobre la experiencia de criar niños negros en este país.

Klaus Willberg Thienemann Verlag Debatte Die Kleine Hexe
Klaus Willberg: “Casi todos los correos electrónicos que recibió la editorial contenían injurias”.Imagen: picture-alliance/dpa

Versiones originales, con todo y verrugas

La aclaratoria de Clermont ayuda a entender los argumentos de quienes defienden la corrección de los libros infantiles, para que todos los niños –no sólo los blancos– se vean representados positivamente en las lecturas que hoy los deleitan y para que los autores lleguen a un público más amplio. Aquellos que exigen dejar los textos intactos lo hacen en nombre de la integridad de las obras, de la libertad artística de quienes las escribieron y de los adultos que disfrutaron sus versiones originales cuando eran niños.

“Hace dos años, cuando estaba de gira y leía segmentos de mi libro para promocionarlo, tenía la impresión de que muy pocos oyentes querían que yo abordara el racismo cotidiano como un problema de la sociedad germana. Para mi fortuna, hubo varias ocasiones en las que yo no tuve que decir nada al respecto porque en la audiencia había alemanes blancos que tomaban la palabra y decían, por ejemplo: ‘Yo no conocía la magnitud del racismo en este país hasta que me tocó criar aquí a mis hijos negros’ ”, recuerda Clermont.

Rose-Anne Clermont
Rose-Anne Clermont: “ ‘Neger’ es el equivalente germano del insulto anglosajón ‘nigger’ ”.Imagen: C. Bertelsmann

“Mis hijos han sido objeto de burla por tener la piel oscura; esa es una situación por la que no pasan las familias con niños blancos. Supongo que es por eso que a muchos blancos les cuesta imaginar lo que sienten los niños negros al verse representados en los libros infantiles de una manera tan denigrante, el efecto que tienen las palabras sobre sus identidades o la influencia de las ilustraciones sobre su manera de ver el mundo. Sólo así puedo explicarme que se opongan tan ferozmente a la supresión de expresiones como ‘neger’ ”, señala Clermont.

Die Zeit - Debatte zum Rassismus in Kinderbüchern
Simone Dede Ayivi lamenta que en la prensa se use el pronombre “nosotros” cuando sólo se alude a los alemanes blancos.Imagen: DW

Un debate asimétrico

Al criticar la enmienda de La pequeña bruja y los retoques hechos a varios clásicos de la literatura infantil europea –en Pipi Calzaslargas, de Astrid Lindgren, no se leen las palabras ‘neger’ ni ‘zigeuner’ (gitano) desde el año 2009–, la mayoría de los comentaristas ha asumido una posición que queda resumida en la pregunta recurrente: ¿adónde vamos a llegar si seguimos colocándole advertencias a pie de página o extirpándole vocablos a las joyas literarias de otros tiempos, bajo el criterio de lo que hoy es políticamente correcto?

En la prensa alemana no ha faltado quien tilde a los revisionistas de censores puritanos, los acuse de falsificar la historia con efecto retroactivo o les atribuya estar actuando como una “policía del lenguaje”, que promueve cambios sociales a costa de condenar al olvido aspectos relevantes del patrimonio cultural europeo. Lo que ha escaseado en los medios es el espacio brindado a quienes conocen de cerca o viven en carne propia el daño que las palabras pueden causar; especialmente los insultos racistas y xenófobos.

Kinder und Bücher
No sólo los niños blancos deben verse representados positivamente en los clásicos infantiles.Imagen: picture-alliance/dpa

La periodista Simone Dede Ayivi lamenta que muchos de sus colegas sigan usando el pronombre “nosotros” cuando sólo aluden a los alemanes blancos y denuncia que continúen decidiendo entre ellos lo que cabe calificar de racista o no. “Un titular del semanario Die Zeit rezaba Nuestros libros infantiles favoritos van a ser corregidos políticamente, ¿es esta una señal de progreso? Mi respuesta a esa interrogante sólo puede ser afirmativa”, sostiene Dede Ayivi en su artículo Las palabras son armas, publicado por el diario Der Tagesspiegel.

Lecciones de racismo

La crítica literaria Tanja Bleck secunda a Dede Ayivi hasta cierto punto: “Eliminar las expresiones ofensivas de los libros infantiles puede contribuir a extinguir algunos focos de racismo; mi experiencia me ha enseñado que los niños las aprenden y luego las usan para humillar a otros. Por otra parte, estas correcciones no alteran los conceptos implícitos en esos textos. Pipi Calzaslargas sigue exaltando la supremacía de los europeos blancos y presentando otras nociones colonialistas aún sin usar la palabra ‘neger’ ”, dice.

Pippi Langstrumpf
Tanja Bleck: “ ‘Pipi Calzaslargas’ exalta la supremacía blanca europea aún sin usar la palabra ‘neger’ ”.Imagen: picture-alliance/dpa

“Lo que este país necesita son nuevos libros infantiles porque, de momento, es muy difícil encontrar textos que sean emocionantes y al mismo tiempo celebren la diversidad en el más amplio sentido del término, no sólo la diversidad étnica”, asegura Bleck, quien escudriña el mercado editorial desde hace varios años en búsqueda de historias que reflejen la heterogeneidad de la sociedad alemana y, desde 2012, colabora con el proyecto Mentor, cuya meta es despertar el interés por la literatura en niños y jóvenes con problemas de lectura.

“¿Por qué creen las nuevas generaciones de padres y madres que es obligatorio recurrir a los cuentos antiguos? Yo nunca le leería La pequeña bruja o Pipi Calzaslargas a los niños –sean blancos o no, ni con la palabra ‘neger’ ni sin ella– porque no quiero transmitirles la visión del mundo que esos libros transportan desde hace demasiado tiempo, independientemente de las intenciones de sus autores”, cierra Bleck, acotando que las editoriales de los países de habla inglesa llevan lustros publicando literatura infantil con un lenguaje mucho más incluyente.

Autor: Evan Romero-Castillo

Editora: Claudia Herrera Pahl