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En la cárcel, y sin acceso a Internet

Silke Wünsch/ CP19 de julio de 2013

El acceso a Internet es un tema controvertido en las cárceles alemanas, y está restringido porque se temen abusos. Una tecnología especial hace posible una rudimentaria conexión con la red.

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Imagen: picture-alliance/ZB

Las personas que cumplen una condena en prisión ya no participan de la vida en sociedad, y el contacto con el mundo exterior es vigilado y regulado de manera estricta. Desde 1998, en las cárceles alemanas se permite a los presos tener un aparato de televisión en la celda. Las reglas para hablar por teléfono son ahora también menos estrictas. Pero en cuanto al uso de Internet, nada ha cambiado. El acceso a la red solo se permite, de manera restringida, en algunos Estados alemanes.

Los reclusos de la prisión de Gera, en Turingia, sin embargo, tienen derecho a una selección de ofertas en la red, pero solo a páginas con contenidos que puedan serles de utilidad una vez que vuelvan a ser ciudadanos libres. “Las páginas elegidas sirven para la resocialización, por ejemplo, páginas de la Agencia de Empleo y del servicio de asistentes sociales a presidiarios”, explica el Ministerio de Justicia de Turingia en su web.

Los enlaces que llevan a otras páginas están desactivados, y los presos tampoco pueden ver videos en Youtube ni participar en las redes sociales. En casos especiales se permite el intercambio de e-mails, que también es controlado.

Una computadora especial para la cárcel

La tecnología necesaria para el uso de la red es provista, entre otras, por una empresa de Hamburgo que se especializa en equipos de comunicación para cárceles. Su lema: “La comunicación y la información son necesidades elementales del ser humano, y deben dejar de ser un privilegio en las cárceles”. La compañía construyó el sistema “Multio”, una computadora que también capta señales de radio y televisión, y con la cual se pueden hacer llamadas telefónicas y acceder a Internet de manera limitada.

Un recluso observa la página "Podknast.de", especial para las cárceles alemanas.
Un recluso observa la página "Podknast.de", especial para las cárceles alemanas.Imagen: picture-alliance/dpa

Todo lo que los presos hacen es vigilado por las autoridades carcelarias. Desde comienzos de junio, la cárcel de Gera ofrece esos aparatos a los reclusos a modo de proyecto piloto, y dos otras cárceles también cuentan con condiciones adecuadas al sistema “Multio”. En una de las prisiones se está pensando en instalar escritorios con un acceso controlado a Internet para que los usuarios puedan estudiar a distancia.

¿Regreso a la edad de piedra?

Herbert Windmiller, director del departamento de Penitenciaría del Ministerio de Justicia de Turingia se comprometió con el proyecto para ayudar a los presos a no perder el tren del veloz avance tecnológico. “Allí también veo un gran problema. Si un preso ha pasado mucho tiempo en la cárcel, cuando sale se encuentra con una sociedad en la que casi no puede moverse con soltura”, dice Windmiller. “Es por eso que el tema Internet es clave en cuanto a igualdad de oportunidades”.

Para los presos es importante manejar las nuevas tecnologías para su reinserción social.
Para los presos es importante manejar las nuevas tecnologías para su reinserción social.Imagen: picture-alliance/dpa

En el Estado de Renania del Norte-Westfalia, por ejemplo, las autoridades no quieren ir tan lejos. “Hemos tenido malas experiencias”, dice Detlef Feige, del Ministerio de Justicia de ese Estado. “Se han manipulado los discos duros, y se hallaron programas cuyo uso no está permitido, así como copias ilegales de películas y obras musicales”, dice. Y en uno de los ordenadores se encontraron incluso fotografías con material pornográfico infantil.

Los presos intentan por todos los medios acceder a la red, y usan para ello teléfonos inteligentes que les traen los visitantes a la cárcel. A pesar de las malas experiencias, la ciudad de Colonia, en Renania del Norte-Westfalia, ofrece cursos de computación a los reclusos para que puedan aprender a usar Internet.

Autora: Silke Wünsch/ CP

Editora: Emilia Rojas-Sasse