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El dilema de Siria

Anne Allmeling (Cristina Papaleo)2 de febrero de 2013

La comunidad internacional no logra hallar una posición común sobre la guerra civil en Siria, donde la violencia golpea sin tregua. ¿Cuál podría ser el rol de Alemania para poner freno a esa situación?

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Imagen: AP

Hace poco, algunos observadores habían pronosticado que el régimen de Bashar Al Assad se acercaba a su fin. Sin embargo, a casi dos años desde el comienzo de la rebelión contra el gobierno, el dictador sigue aferrado al poder, mientras la situación de la población de su país empeora día a día. Por el momento, el régimen ni siquiera debería temer una intervención militar internacional, ya que el Consejo de Seguridad de la ONU no ha llegado a un consenso acerca del tema, y se ve obligado a aceptar el veto de dos países: Rusia y China.

Dinero y armas del extranjero para Siria

Las consecuencias de las continuas batallas entre los rebeldes y las tropas gubernamentales son catastróficas: el terrible saldo de la guerra civil es, entretanto, de 60.000 vidas y más dos millones de refugiados, tanto en el interior del país como en los países vecinos Turquía, Jordania, Irak y El Líbano. Allí se registra la llegada de un promedio de entre 2.000 y 3.000 refugiados sirios por día. Y aún no parece haber solución a la vista para el sangriento conflicto; por el contrario, tanto las tropas del régimen como los rebeldes siguen recibiendo apoyo del extranjero en forma de ayuda económica y armamento.

Campamento de refugiados sirios en la frontera con Turquía.
Campamento de refugiados sirios en la frontera con Turquía.Imagen: picture alliance / dpa

Mientras Irán, aliado del régimen de Damasco, mantiene su apoyo, Arabia Saudí y el Emirato de Qatar ponen en jaque a las tropas de Assad. A pesar de amplias sanciones, se puede dar por seguro que continuará el abastecimiento con armas para ambos bandos, uno de los principales motivos por los cuales el crítico panorama sirio parece no tener esperanza de mejorar.

Con respecto al rol de Alemania, Robert Schütte, de la ONG “Genocide Alert”, aboga por una nueva política de desarme: “Cuando se exporta armamento a regiones en las que se está desarrollando un conflicto armado, se está actuando con poca visión de futuro”, dice. “Una vez que las armas están en esos lugares, es muy difícil tenerlas bajo control, y lo que sucede es que el armamento es trasladado muy rápidamente a otros países o zonas en conflicto”, añade el experto.

“Reforma de política de exportación de armas”

Eso es justamente lo que sucedió poco después de la caída del dictador libio Muammar Al Gaddafi. Soldados de la zona del Sahel, durante mucho tiempo al servicio del régimen de Gaddafi, saquearon los bien equipados depósitos de armamento libios y regresaron a sus países. En el camino de vuelta, muchas de esas armas fueron a parar a manos de terroristas, reforzando de ese modo también a grupos como Al Qaeda para el Magreb Islámico (AQIM), uno de los grupos responsables del terror en Mali.

Para evitar que eso vuelva a pasar en el futuro, “tenemos que controlar mucho mejor nuestras exportaciones de armamento y, en aquellas situaciones en las que no estamos seguros de cuál será el destino de esas armas, simplemente no debemos exportarlas”, exige Rolf Mützenich, vocero de política exterior de la fracción del Partido Socialdemócrata alemán en el Parlamento. Según él, esa sería la medida de prevención más importante.

La ciudad de Homs, devastada por la guerra.
La ciudad de Homs, devastada por la guerra.Imagen: Reuters

Pero que para no se produzcan situaciones como la de Siria, Robert Schütte, de “Genocide Alert”, dice, por su parte, que además es necesario un llegar a un compromiso mucho más fuerte para que se produzca una reforma en cuanto a seguridad. El objetivo de esta idea es reformar las áreas de Seguridad de los diferentes países a fin de que sea el Estado quien se ocupe de las necesidades de seguridad de la población, respetando para ello los principios democráticos. El concepto se basa en el hecho de que la situación de seguridad de algunos países puede llegar a convertirse, bajo determinadas circunstancias, en una amenaza para el mismo país. “Si se entrena a fuerzas de seguridad y a policías en Mali o en Congo, por ejemplo, se les debe transmitir conocimientos y herramientas concretas para que también defiendan los derechos humanos, y para que sepan cómo comportarse ante la sociedad civil”, explica Schütte.

¿Qué hacer para poner fin a la guerra en Siria?

En lo que respecta a Siria, ya es bastante tarde para que una reforma de la política de exportación de armamento dé sus frutos. Sin embargo, Alemania podría comprometerse más en ese sentido, piensa Robert Schütte. “La ayuda no tiene que ser necesariamente de carácter militar”, opina. “Sería un gran paso adelante si Alemania utilizara sus servicios de inteligencia para, por ejemplo, garantizar la seguridad de material de prueba judicial –una vez que haya pasado la crisis en Siria- a fin de poder llevar ante el tribunal a los responsables de violaciones a los derechos humanos y de crímenes de guerra”, agrega el vocero de “Genocide Alert”.

No solo Alemania, sino toda la comunidad internacional se topa con graves limitaciones para poder resolver el dilema de Siria. Solo se podría llevar a cabo una intervención militar en ese país si se contara con un mandato de Naciones Unidas. “Por un lado, no se está produciendo un ataque armado de Siria a otro país, es decir, no hay una constelación en la que se pueda poner en marcha un mecanismo internacional de defensa de un país contra otro. Por el otro lado, tampoco existe un mandato del Consejo de Seguridad”, aclara Claus Kreß, profesor de Derecho Penal Alemán e Internacional en la Universidad de Colonia, Alemania, quien termina diciendo que “desde el punto de vista puramente legal, aquí se plantea la cuestión de si es posible actuar sin un mandato del Consejo de Seguridad de la ONU en un caso de extrema necesidad y urgencia, o de amenaza de catástrofe, un tema muy controvertido en cuanto a Derecho Internacional”.

Autora: Anne Allmeling (Cristina Papaleo)

Editor: Diego Zúñiga