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El Congreso de Viena

2 de junio de 2009

Tras las guerras de liberación contra la hegemonía francesa el Congreso de Viena reestableció en Europa la época previa a la Revolución Francesa de 1789.

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Imagen: Getty Images

Más de 200 embajadores plenipotenciarios de los Estados europeos viajaron a la metrópoli austriaca para deliberar, entre el 18 de septiembre de 1814 y el 8 de junio de 1815, sobre un reordenamiento del continente. Este nuevo orden consistía fundamentalmente en el reestablecimiento de las viejas monarquías europeas, que perdieron no sólo territorios durante la ocupación napoleónica, sino buena parte de su influencia política. La restauración de la vieja Europa fue al mismo tiempo un rechazo de los objetivos revolucionarios de la Revolución Francesa y de las emergentes fuerzas nacionales en numerosos países europeos, que pujaban por una fundación de Estados nacionales.

El congreso baila

Fuerst von Metternich
Klemens Wenzel príncipe de Metternich.

Viena como ciudad anfitriona del congreso lucía resplandeciente y ofrecía una variada gama de bailes y eventos sociales. La acelerada sucesión de bailes inspiró al diplomático belga Charles Joseph príncipe de Ligne (1735-1814), a escribir poco antes de su muerte, en una carta al ministro del Exterior francés, Charles Maurice de Talleyrand (1754-1838), el término “Congreso bailante”, “El congreso baila, pero no avanza. No se filtra nada más que el sudor de estos señores bailarines”.

Sin embargo los señores no sólo bailaban, también adoptaron decisiones que fueron de gran trascendencia para la historia europea.

Charles Maurice de Talleyrand Perigord 1754 - 1839
El estadista francés, obispo y príncipe Charles Maurice de Talleyrand Perigord.Imagen: picture-alliance / dpa

Europa de la Restauración

En Europa fue restaurado el equilibrio entre las cinco grandes potencias: Francia, Inglaterra, Prusia, Rusia y Austria. Francia tuvo que devolver los territorios conquistados durante el dominio napoleónico, pero aún así fue la ganadora en el congreso vienés. A final de cuentas había sido Francia, con sus aspiraciones hegemónicas bajo Napoleón Bonaparte, el país que había desquiciado a Europa. Ahora la delegación francesa estaba sentada en la mesa de negociaciones en Viena.

Mientras que Francia tuvo que ceder territorios, otras grandes potencias los ganaron, así como algunos otros pequeños Estados, como Suecia y los Países Bajos Unidos. Polonia, que tras la “particiones polacas” de los años 1772, 1793 y 1795 existía sólo como Gran Ducado de Varsovia, reestableció su lugar en el mapa europeo. Adicionalmente fue reconocida internacionalmente la neutralidad de Suiza.

La Federación Alemana

La Confederación del Rin, fundada por Napoleón en el centro del continente fue disuelta y sustituida por la Confederación Germánica, a la que pertenecían 35 principados y cuatro ciudades Estado. También Austria y Prusia ingresaron a la unión, pese a que amplias regiones de ambos países se encontraban fuera del territorio de la Confederación Germánica. Hasta su disolución, ambos fueron parte del Sacro Imperio Romano-Germánico y reivindicaron derechos en Alemania. El órgano más alto era la Asamblea Federal, que bajo la presidencia de Austria se reunía en Fráncfort del Meno.

Europa nach dem Wiener Kongress Karte
Mapa de Europa tras el Congreso de Viena.

La creación de la Confederación Germánica fue una de las decisiones más importantes del congreso. Pero no podía obviarse que había habido un error en sus cimientos. Por un lado, las grandes potencias europeas querían que los Estados alemanes se mantuvieran independientes, pero por el otro, los querían entrelazar a través de una unión federal y con la participación de Austria y Prusia, vincular a éstos con sus intereses geoestratégicos. No participaron representantes de los distintos Estados alemanes en las negociaciones, de manera que sus intereses apenas si fueron tomados en cuenta.

La “cuestión alemana” (la constitución estatal de la nación alemana) volvió a quedar bajo reserva europea en el congreso vienés, ya que todo cambio del status quo en Europa debía contar con el visto bueno de la Sagrada Alianza, conformada por Prusia, Austria y Rusia. Estas tres monarquías quedaron como garantes del orden de paz europeo acordado en Viena. Fue el segundo intento de los Estados europeos, después de la Paz de Westfalia de 1648, por establecer conjuntamente un orden de paz en todo el continente. Esta “Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa” fracasó igualmente, pues ni los movimientos nacionales ni posteriormente tampoco los democráticos quisieron someterse a formas de gobierno absolutistas ni cristiano-patriarcales.

Autor: Matthias von Hellfeld/ EU

Editor: Pablo Kummetz