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Una estrella en Eisenhüttenstadt

1 de abril de 2012

Cuando el actor Tom Hanks habló sobre su visita a la ciudad alemana de Eisenhüttenstadt frente a millones de televidentes, no sabía que impulsaría cambios tan profundos en la otrora “ciudad modelo del socialismo”.

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Imagen: DW

Allí estaba él, nada más y nada menos que el actor estadounidense Tom Hanks. “Yo estaba tan pasmada que no pude decir nada”, comenta Kathrin Henck al recordar el momento en que el ganador de dos Oscars –por las películas Philadelphia y Forrest Gump– entró a su tienda para turistas, acompañado por dos amigos. Poco antes, un allegado de la estrella había venido para reservar una ronda guiada por Eisenhüttenstadt. Hanks estaba en Alemania para rodar un filme e hizo una pausa para conocer “la primera ciudad socialista”.

Bajo ese nombre se conocía a Eisenhüttenstadt en la Alemania Oriental. Hanks, con gorra y lentes oscuros, se dejó guiar durante dos horas por los complejos residenciales del centro, interesantes obras de arquitectura. “¡Maravilloso!”, dijo Hanks cuando los medios locales le pidieron sus impresiones. Y, tras regresar a Estados Unidos, el actor compartió sus anécdotas en Eisenhüttenstadt –que significa literalmente “la ciudad siderúrgica”– con las ocho millones de personas que lo vieron en el Late Show with David Letterman.

“La promoción que Hanks le hizo a nuestra localidad es increíble”, señala Henck con un dejo de euforia; Eisenhüttenstadt volvió a estar en el foco de los medios como no lo había estado en los últimos veinte años. Y es que durante mucho tiempo no había nada bueno que decir de la otrora ciudad modelo del socialismo, ubicada a una hora y media –en auto– de Berlín, en el sureste de la capital germana. En sus inmediaciones se sentaron las bases del grupo de empresas industriales conocido como Eisenhüttenstadtkombinat Ost, en 1950.

Paralelamente se erigió una ciudad para albergar a sus trabajadores, bautizada Stalinstadt (Ciudad de Stalin), en honor al líder soviético, y rebautizada Eisenhüttenstadt varios años después, cuando las alusiones a Josef Stalin comenzaron a generar asociaciones negativas insoportables. Los lugareños la llaman cariñosamente “Hütte”, que en alemán significa “planta industrial”, pero también “albergue” o “refugio”. Tras la reunificación de Alemania, muchos abandonaron el lugar porque ya no tenían trabajo en la fábrica de acero.

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“Tom Hanks nos dejó ver lo que los turistas quieren: la historia de la RDA”, dice Ben Kaden.Imagen: picture-alliance/dpa

El “encanto socialista” de la ciudad

En Eisenhüttenstadt vivían 53.000 personas antes de que cayera el Muro de Berlín, en 1989. Actualmente la ciudad sólo cuenta con 30.000 almas. Los complejos arquitectónicos construidos con elementos prefabricados, típicos de la República Democrática Alemana (RDA), están siendo desmantelados, pero los bloques residenciales levantados en el corazón de la ciudad en la década de los cincuenta, están siendo restaurados. Después de todo, ellos constituyen el monumento arquitectónico más grande de Alemania.

Cuando Tom Hanks habló en público sobre su estadía en Eisenhüttenstadt, traduciendo su nombre al inglés, “Iron Hut City”, no se imaginaba que ese nombre sería usado por sus habitantes con miras a promocionar la ciudad. Las palabras “Iron Hut City” han sido plasmadas en camisetas y tazas, entre otros souvenirs. Y este es sólo el principio, dicen. Pero la visita de Hanks les dejó algo más importante, asegura Ben Kaden, autor de un blog dedicado a la ciudad: “Hanks nos dejó ver lo que los turistas quieren; la historia de la RDA”.

Henck coincide con Kaden: ahí está el potencial de Eisenhüttenstadt como centro turístico. Cabe recordar que, comenzando la década de los noventa, fueron muchos los que se opusieron a la idea de convertir a la ciudad en un museo al aire libre para los nostálgicos de la Alemania Oriental. Hoy, la noción de que este poblado pueda ser un imán para los turistas apelando precisamente a su historia socialista, no parece incomodar a nadie. El paseo guiado por la ciudad incluye ahora una visita a la fábrica de acero y al centro de documentación “Cultura Cotidiana en la RDA”.

No obstante, Eisenhüttenstadt tiene mucho más que ofrecer, insiste el bloguero Ben Kaden. Como muestra, un botón: “No muchos saben que el Festival Internacional de Cine de Berlín declaró a Eisenhüttenstadt como una de sus estaciones externas en 2012 y que conseguimos atraer a muchos cinéfilos. En mi opinión, nosotros no nos esforzamos lo suficiente en seducir a ese público”, señala Kaden. Henck también está consciente de que los turistas no vienen por su cuenta; ellos necesitan que se les anime, sin que se les haga falsas promesas. “Eisenhüttenstadt no es una ciudad bonita, pero sí muy interesante”, dice la guía turística.

Autores: Mabel Gundlach / Evan Romero-Castillo
Editor: Enrique López