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Egipto: de la protesta a la política

Markus Symank / JAG6 de diciembre de 2013

El cambio de la protesta a la política es difícil para los jóvenes activistas egipcios. Tanto en los partidos como en el Gobierno domina la “vieja guardia". Pero aún así, todavía hay esperanza.

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Demonstration in Kairo Ägypten 1.12.2013
Imagen: Reuters

Casi tres años después de la caída del dictador Hosni Mubarak, la política egipcia continúa dominada por viejas caras. Las tres figuras más importantes del Gobierno de transición actual (Adli Mansur, Hasim al Beblawi y Amr Mussa) suman en total 221 años. El diplomático Mussa incluso ya participaba activamente en la política en tiempos de Nasser en los años cincuenta.

Tras la Primavera Árabe, tampoco en otras regiones ha cambiado mucho la situación. En Túnez, las fuerzas seglares propusieron como nuevo presidente a un candidato de 79 años, y por parte de los islamistas, su propuesta fue Ahmed Mestiri, de 88 años.

Algunos jóvenes revolucionarios, participantes de las protestas masivas que llevaron a derrocar el poder se muestran desilusionados con la dominación de los “dinosaurios políticos”. Un activista que no quiere decir su nombre aclara: “Los jóvenes no tienen experiencia. No se han beneficiado de la revolución porque no han entendido y se han dejado engañar por las fuerzas de seguridad y los servicios secretos”.

Sin financiación

Durante la dictadura de Mubarak, en Egipto no se pudo impulsar a figuras prometedoras en la política. Y aunque el régimen de los Hermanos Musulmanes dio más espacio, toda oposición seglar fue reprimida con mano dura.

Fundados por jóvenes liberales y partidos de izquierda, los partidos surgidos tras la caída del antiguo régimen no tuvieron resonancia en las primeras elecciones libres a los pocos meses de la revolución. Además de la falta de Know-How, el joven activista también acusa a las deficientes finanzas. Según su experiencia como miembro del Partido por la Justicia, “la financiación era un gran problema. Teníamos una oficina para el partido pero tuvimos que cerrarla ante la falta de dinero”. Entretanto, ya se ha ido del partido y la política, y sólo esporádicamente participa en la protestas.

Ägypten Kairo Proteste 28.11.2013
Voces que no siempre son oídas.Imagen: picture-alliance/AP

Cambio desde abajo

Por su parte, Schihab Wagih, del partido Egipcios Libres, se muestra un poco más optimista. Es portavoz y capacitador político de un partido que en las últimas elecciones al Parlamento consiguió 15 escaños. Trabaja también como coordinador regional de la Fundación Friedrich-Naumann en El Cairo. Pero aun así, también expresa su descontento con la lentitud del cambio político después de la revolución.

Dirigentes del Gobierno y de muchos partidos siguen siendo de la vieja guardia. Y eso es sólo una parte de la historia, indica Wagih: “También hay gente joven que entra en política. Desde el comienzo de la revolución, vemos jóvenes incluso entre los dirigentes”. Pero aunque el presidente de su partido pertenezca a otra generación, aportar nuevas ideas y resaltar valores democráticos como el diálogo o la transparencia es más importante que la edad. Porque exactamente ahí es dónde falla el Gobierno de transición, desoyendo opiniones externas a la hora de tomar decisiones.

Luchas internas

Wagih cree que muchos activistas se unen a los partidos por motivos equivocados. “No todos entran por compartir la ideología. Muchas veces lo hacen sólo porque tienen ganas. Por ejemplo, porque Mohammed el-Baradei les cae simpático y entran en su partido”. Y hay quienes esperan beneficios financieros o disfrutar de la compañía de conocidos revolucionarios, añade.

La fase más caótica que el país vivió desde la caída de Mubarak contribuyó a dificultar la construcción de estructuras en el partido. En su intento de utilizar la revolución como capital político, los activistas se interpusieron en su propio camino, dividiéndose con movimientos de protesta a pocos meses de la rebelión. Como el movimiento Tamarod (Rebelión), uno de los participantes en la caída del ex presidente Mohammed Mursi, que ahora lucha con una revolución interna en sus bases, antes de prepararse para las elecciones parlamentarias del próximo año.