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Fútbol contra la violencia

29 de julio de 2009

La Copa de Fútbol de Noruega cuenta por primera vez con representación colombiana: un equipo compuesto por niños desplazados por la violencia que han logrado, gracias al deporte, vivir una experiencia maravillosa.

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Equipo colombiano "Constructores de Paz" celebrando un gol.
Equipo colombiano "Constructores de Paz" celebrando un gol.Imagen: DW

La Copa de Fútbol de Noruega, el torneo internacional de fútbol juvenil más grande del mundo, se celebró por primera vez en 1972 y tomaron parte 430 equipos, procedentes principalmente de países nórdicos. Este año congrega a unos 1500 equipos de 45 países, con un total de 30.000 participantes de entre 10 y 19 años.


Haciendo historia

Norway Cup 2009. Kolombianisches Team
Imagen: DW

El torneo ha experimentado un proceso de sensibilización a lo largo de los años que comenzó en 1979, cuando participó por primera vez el equipo “Pequeninos” de Sao Paulo, Brasil. Estaba compuesto por niños procedentes de favelas y su participación fue un todo un ejemplo humano para otros países. Desde entonces, cada año entre 20 y 30 equipos procedentes de áreas no privilegiadas de todo el mundo son invitados a participar en esta Copa.


En los años ochenta, la Copa de Fútbol de Noruega comenzó un proyecto de ayuda en Tanzania, en cooperación con la Asociación de Fútbol de Noruega. Éste fue uno de los primeros proyectos deportivos organizado en un país en vías de desarrollo. Desde entonces, la Copa de Fútbol de Noruega se ha involucrado en numerosas iniciativas de esta índole, como la de la Asociación de Jóvenes Deportistas Mathare (MYSA), que ha logrado que 1500 jóvenes de barrios marginales de Nairobi, Kenya, tengan un respaldo social y educativo gracias al fútbol. En los últimos años, Mathare está entre los mejores equipos participantes en el torneo.


Constructores de Paz

Este año, en la participación latinoamericana cabe destacar la presencia por primera vez del equipo “Constructores de Paz”, representando a Colombia. Hugo Florez, el director de este proyecto, lleva un año preparando a niños y niñas de bajos estratos sociales, desplazados por la violencia, la lucha armada, víctimas de desmembramiento familiar, huérfanos, niños en duras condiciones de vida, para hacer realidad un sueño: sacarlos de la calle y brindarles, a través del fútbol, la oportunidad de abrir sus mentes gracias al contacto con otros niños de diferentes culturas.


El proyecto del equipo de fútbol apadrinado por la organización “Constructores de Paz” nació de la mano de su hijo Gerson Andrés Florez, un joven de 22 años que lleva ya 11 años luchando por la erradicación de las minas antipersonales y la ayuda a sus víctimas en Colombia. Hace un año, Gerson fue invitado a la Copa de Fútbol de Noruega y allí tuvo la gran idea de formar un equipo de niños desplazados y presentarlo al torneo. La idea les gustó y recibió una invitación oficial.


Equipo colombiano a su llegada a Oslo.
Equipo colombiano a su llegada a Oslo.Imagen: DW

Ya solo faltaba el apoyo económico y logístico, que consiguieron gracias a la ayuda de Liduine Zumpolle, directora del movimiento Manos por la Paz. En julio de 2008, se inició un proyecto al que respondieron un total de 723 niños de Bogotá. Durante el proceso de selección se evaluó el comportamiento y el rendimiento de los jóvenes hasta formar dos equipos definitivos: 16 chicos y 7 chicas que representan a Colombia en la Copa de Fútbol de Noruega.


Hugo Florez recalca el carácter social de este proyecto: “No se trata únicamente de fútbol, sobre el deporte prevalece lo social, lo humanitario. Nosotros queremos sacar a flote los valores humanos de todos los jóvenes, valores de perdón y de reconciliación”. Entre los niños, cuenta Florez, también hay tres jóvenes que eran “Barras bravas”, grupos organizados seguidores de fútbol que se caracterizan por su violencia dentro y fuera del estadio. Estos jóvenes agreden al prójimo por no llevar el mismo color del uniforme. Y añade: “Después de formar parte del proyecto, estos chicos han aprendido a respetarse, a conocerse, y a ser grandes amigos. Este proyecto les educa en valores que luego se reflejan fueran del campo. Y ésa es la clave de nuestro éxito”.


Niños unidos por una ilusión


Participantes de la Copa de Fútbol de Noruega
Participantes de la Copa de Fútbol de Noruega.Imagen: DW

La labor de Constructores de la Paz es ejemplar: Se trata de niños sin recursos, muchos no tienen familia y viven en condiciones deplorables sin ninguna salida, sin futuro. El proyecto les ha dado ganas de luchar, les ha abierto los ojos y les permite mirar al futuro sin miedo. “Los niños han aprendido a convivir, a respetar y ser respetados, a expresar sus deseos y a valorar la importancia de una educación, de aprender idiomas, de abrirse al extranjero y de conocer a gente con la que enriquecerse como persona”, cuenta Florez sobre los niños en Oslo, y continúa: “Para ellos es todo un honor representar a Colombia, recibir la atención de altas esferas del deporte y poder contribuir a cambiar la imagen de Latinoamérica, pues quieren demostrar que aunque vengan de países lejanos, todos los niños son iguales. Y es que Colombia no es sólo narcotráfico, crimen y violencia. Colombia también es juventud, alegría y frescura”.


“En cuanto al proyecto -dice Florez- queda mucho por hacer. Hemos arrancado con mucha ilusión pero necesitamos respaldo económico para seguir adelante. Tenemos escasez de medios e infraestructuras, pero eso no va a frenarnos”. Para los niños, recalca Florez, es importante, sobre todo, poder tener la satisfacción de un intercambio, poder disfrutar de la diversidad cultural y encontrar a otros jóvenes como ellos con los que compartir la experiencia.


Con torneos como el de Noruega, afirma Florez, se consigue unir a países a través del deporte en un ambiente distendido y multicultural, en donde no es importante ganar o perder, ni siquiera el color de la camiseta. Pues los niños, el centro de todo este movimiento, son células multiplicadoras de paz.

Autora: Lara Ortiz de Landazuri

Editora: Emilia Rojas Sasse