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Lothar Hintze: "No me dejen morir solitario en la selva"

José Ospina Valencia17 de marzo de 2006

La historia del alemán Lothar Hintze es otra de las tragedias que viven las 5.426 personas secuestradas y sus familias en Colombia. Hintze ha cumplido este 16 de marzo cinco años en manos del grupo terrorista FARC.

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Erica Castaño llora a una de las víctimas de la violencia guerrillera en Colombia.Imagen: AP


¿Hay víctimas de segunda y tercera clase? La impresión de Rosy de Hintze, la esposa de Lothar Hintze, es que sí. "Respetando el estatus de Ingrid Betancour y el inmenso interés mundial por ella como política y víctima del secuestro, tengo que decir que ni mi esposo ni muchos otros secuestrados han obtenido la atención necesaria por parte, sobre todo, de los Gobiernos", dijo Rosy de Hintze a DW-WORLD.

El mayor apoyo recibido por la señora Hintze ha venido de País Libre, una organización humanitaria no gubernamental que propende por la erradicación del secuestro, un crimen de lesa humanidad en el que Colombia encabeza la lista de peores en el mundo. Ni en Irak, ni en Afganistán, ni en Liberia se mantienen a miles de civiles y militares privados de la libertad por grupos narcoguerrilleros, de ultraderecha u otros criminales. Cautivos en selvas inhóspitas privados de su familia, de atención médica, del progreso diario, de la vida.

"Me siento abandonado"

Agobiado, deprimido, desilusionado, angustiado. Éste fue el estado de ánimo del ciudadano alemán percibido por su familia al recibir la última prueba de supervivencia, un casete de video enviado por sus captores, la guerrilla de las FARC, en noviembre de 2005. En éste, Hintze clamaba porque el Gobierno de Berlín hiciera mucho más por su liberación, lanzando un desgarrador llamado "¡Por favor, no me dejen morir solitario en la selva!".

La víctima se queja además de que se siente "abandonado". Cierto es que el hermetismo y el silencio en caso de secuestro son y han sido de las más sagradas divisas de la política alemana en el manejo de crisis. La lección viene de los tiempos del terrorismo del grupo radical de izquierda RAF que secuestró y asesinó a civiles para presionar al Gobierno alemán a liberar a terroristas de su organización presos en cárceles alemanas. El Gobierno nunca cedió y la organización con sus macabros métodos de presión desapareció. El precio fue alto: el grupo terrorista RAF asesinó a 34 civiles.

"País Libre es mi protectora"

De la atención a los familiares de las víctimas se ocupa, entre otras instituciones, País Libre, que busca "generar conciencia sobre la gravedad del secuestro", además, de "facultar a las víctimas y representarlas", pero también promover una política que ofrezca soluciones. La búsqueda de "alternativas de prevención, atención y reparación de los daños ocasionados por este delito", son otros de sus postulados.

"País Libre es mi madre, mi protectora", exclama Rosy de Hintze, alabando la labor de esta ONG que, decididamente, merece ser apoyada por el Gobierno alemán y la Unión Europea. Pero el desinterés… y casi desdén de las grandes instituciones alemanas y europeas por el flagelo del secuestro en Colombia es tal que pareciera que no saben que existe, aún cuando un ciudadano como Lothar Hintze lleva más de 1.826 días en inhumano cautiverio, amén de quienes llevan más de 2.000 mañanas despertándose como secuestrados. El único consuelo de muchos otros secuestrados, es recibir los mensajes de sus familias a través de emisoras radiales como Caracol o, en el caso de Hintze, escuchar las noticias de la radio alemana Deutsche Welle que hablan de la Copa Mundial de Fútbol o de paisanos con problemas, pero libres.

Consuelo a través de la radio

Hoy mismo podría ser el día en que todos y cada uno de los secuestrados en Colombia regresen a sus casas y quienes tienen el poder para hacerlo son sus propios captores. Si las fuerzas estatales no pueden lograr su libertad, la sociedad civil, las ONG y los Gobiernos, por lo menos, deben evitar la instrumentalización política de las víctimas que ya son tratadas como mercancía por sus secuestradores. Miles son ya los crímenes de lesa humanidad que tendría que juzgar la Corte Penal Internacional en La Haya con las esperadas consecuencias.

Pero hasta que los criminales y los respectivos Gobiernos no hagan nada efectivo para acabar con esta tragedia, las víctimas en las selvas, campos y ciudades colombianas tendrán que consolarse con enviar o recibir a través de los medios de comunicación dos palabras que pueden significar la vida: "Te amo".