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BMW: la viuda y sus herederos

Eva Usi30 de septiembre de 2005

De secretaria se convirtió en matriarca de una poderosa dinastía. El ascenso de Johanna Quandt hasta convertirse en principal accionista de BMW, fue fulminante. Su patrimonio es estimado en unos 16.400 millones de euros.

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Johanna Quandt, una mujer en un mundo masculino.Imagen: dpa

Para cualquier secretaria representa un gran orgullo el convertirse en asistente personal de uno de los hombres de negocios más renombrados de la época. Pero a Johanna Bruhn el destino le deparaba una sorpresa aún mayor. Al poco tiempo, su jefe se enamoró de ella y le pidió su mano. El diario británico Sunday Times, especulaba como se habría sentido la joven Johanna de 30 años, cuando en 1960 se casó con Herbert Quandt y con ello ingresó a una de las familias de industriales más acaudaladas y de mayor tradición en Alemania. Johanna fue la tercera y última esposa del propietario del consorcio automotriz BMW. También la que heredó el paquete completo de las acciones del consorcio cuando murió su marido en 1982.

La sencillez es una virtud

Herbert Quandt
Herbert Quandt en una foto tomada a principios de los años 70.Imagen: dpa

La timidez ante la opinión pública es tradición familiar. Su esposo Herbert, aquejado por una dolencia visual que marcó su niñez y lo dejó casi ciego al final de sus días, evitó siempre los reflectores y las miradas curiosas de extraños. Su tercer mujer cultivó esta tendencia a la reclusión. Para ella, una vida privada y familiar sin perturbaciones es algo sagrado, mientras que la sencillez es una virtud.

Johanna Quandt se esfuerza por que los hijos comunes, Susanne, nacida en 1962 y su hermano cuatro años menor, Stefan, puedan seguir una vida normal. Pero esto cambia de golpe en 1978, cuando la policía evita en el último minuto, que madre e hija sean secuestradas. A partir de ese momento, guardaespaldas garantizan la seguridad familiar.

Spezialbild: Neues BMW-Werk in Leipzig
Planta de BMW en Leipzig.Imagen: dpa

En 1982 Herbert Quandt muere repentinamente a la edad de 71 años. Deja a su esposa e hijos un imperio que ordenó minuciosamente durante sus últimos años de vida. Reestructuró el grupo Varta dejando únicamente la producción de baterías. El sector farmacéutico fue concentrado en la empresa Altana, mientras que el negocio de electricidad es reagrupado en el consorcio Ceag. La participación en la nueva Varta fue heredada a los hijos de su segundo matrimonio. Johanna, Susanne y Stefan se convierten en herederos de Ceag, Altana y BMW, así como el resto de su patrimonio.

La inaccesible Johanna Quandt

Halbjahresbilanz BMW
Sede de BMW en Múnich.Imagen: AP

Hans Graf von der Goltz, apoderado general y amigo personal de Herbert Quandt, es encomendado con la vigilancia de las modalidades del testamento de Herbert y se convierte en el asesor más allegado a la viuda de Quandt. Con discreta voz pero decidida actuación a favor de los intereses de su difunto marido, él representa a la familia en los consejos de vigilancia del imperio Quandt. En 1988 concluye la ejecución del testamento a favor de Susanne y cuatro años después para Stefan Quandt.

Poco a poco Johanna Quandt se retira del mundo de negocios. En 1996 renuncia a su mandato en Altana, un año después en el consorcio BMW, en el cual la familia Quandt participaba con un 45% de las acciones.

Saalburg bei Bad Homburg Limes UNESCO
Imagen: AP

Heredera del dogma

La reservada viuda ha sido una de las figuras más importantes y misteriosas del imperio automotriz BMW. También se ha convertido en heredera del dogma de todo clan: el ser tan inaccesible a la opinión pública como sea posible. Se pasa el tiempo en su residencia en Bad Homburg, un exclusivo suburbio de Fráncfort, protegida con altos setos, discreta y evitando toda ostentación de poder económico, como siempre le ha gustado vivir. No hay fotografías oficiales de ella, nunca ha dado una entrevista a un periodista, y sólo ocasionalmente se aventura a ir de compras pasando como incógnita. Se dice que incluso viaja en clase turista, utilizando algún seudónimo.

La familia Quandt ha mantenido tal hermetismo sobre su patrimonio, que sólo hasta 1995 se supo las dimensiones de su poder, cuando entró en vigor una nueva ley alemana sobre participaciones accionarias, obligando a la dinastía Quandt a revelar su participación en BMW. Entonces ella y sus herederos controlaban algo más del 60% de las acciones del consorcio automotriz.