¿Está en peligro la Ópera Alemana del Rin?

A principios de agosto, un artículo publicado por el periódico británico The Guardian hacía saltar las alarmas sobre el futuro de la Deutsche Oper am Rhein, institución que se encuentra entre los diez primeros teatros más importantes de Alemania. El diario se hacía eco de los recortes económicos impuestos por la administración local, que supondrían prácticamente el fin de la actividad que la Deutsche Oper am Rhein tiene en la ciudad de Duisburg, vecina a Düsseldorf.

Desde 1956, ambas localidades tenían un convenio de colaboración mediante el cual optimizaban el presupuesto destinado a la institución, manteniendo de esta manera una programación de alto nivel. Este modelo de cooperación cultural financiado con fondos públicos fue durante años ejemplo para otros teatros, pero se cuestionaba que siguiera vigente a partir de septiembre de 2014 debido a los recortes económicos.

Por petición popular

El departamento de comunicación de la Deutsche Oper am Rhein Düsseldorf-Duisburg ha asegurado a Deutsche Welle que, efectivamente, “Duisburg reduce significativamente su presupuesto a partir de 2014, por lo que tendremos que poner en marcha nuevos proyectos e ideas que permitan asegurar el alto nivel artístico de la institución con menos dinero”.

De momento, no hay amenaza de cierre. En ello ha jugado un papel particularmente importante el apoyo popular: “Los recortes son serios, pero estamos muy contentos de que, gracias a la gran atención pública recibida en los últimos meses –más de 60.000 firmas han avalado nuestra petición para evitar el cierre-, podremos seguir ofreciendo ópera y ballet en las dos ciudades”, dicen desde el teatro.

¿Se desmorona un modelo cultural?

Las campañas de firmas en favor de teatros, orquestas y otras instituciones culturales están empezando a ser una constante en Alemania. Por un lado, un proceso lento y apenas perceptible está teniendo lugar desde los años de la reunificación: varias de las antiguas orquestas del este de Alemania se han ido fundiendo con formaciones del oeste, aligerando de esta manera la densidad orquestal del país.

Por otra parte, los recortes en cultura son constantes en los últimos tiempos. Hace poco, causó revuelo la salida de de la Ópera de Colonia del director artítisco Uwe Eric Laufenberg por los problemas económicos de la institución. También el modelo de “orquesta de radio” está siendo cuestionado en los últimos tiempos. Nacidas al socaire de las distintas emisoras regionales durante el siglo XX, se plantea ahora su función en la sociedad. Algunas de ellas han iniciado sonoras protestas públicas tras ver amenazada su superviviencia.

Es el caso de la Orquesta Sinfónica de Baden Baden-Friburgo y la Orquesta Sinfónica de la Radio de Stuttgart. Financiadas ambas por la Radio del Suroeste de Alemania, la amenaza de una fusión ha desatado la furia de músicos y aficionados, que se preguntan por qué han de prescindir de cualquiera de estas dos formaciones de brillante trayectoria.

Infarto cultural

En los últimos meses ha dado mucho qué hablar en el ámbito de la política y la gestión cultural un polémico libro titulado Der Kulturinfarkt: Von Allem zu viel und überall das Gleiche. Eine Polemik über Kulturpolitik, Kulturstaat, Kultursubvention. (Infarto cultural: demasiado de todo y por todas partes lo mismo. Una discusión sobre política cultural, política estatal y subvenciones culturales).

Sus cuatro autores, expertos en estos asuntos, argumentan que, excepto en casos muy específicos, la cultura debe financiarse por sí misma, sin tener que abastacerse del dinero público. Para ellos, el concepto de “cultura para todos” es una utopía clásica alemana que debe desterrarse, pues supone un adoctrinamiento del individuo por parte del estado y se trata de un modelo que ha llegado a su límite.

Autora: María Santacecilia
Editor: Pablo Kummetz