Dietlind Tiemann, la alcaldesa

El desayuno es el ritual más importante del día en la casa de los Tiemann. Dietlind y Klaus-Peter Tiemann se levantan a las diez para prepararlo todo. Media hora después, ya huele a café en el iluminado salón comedor. La mesa está ricamente servida: panecillos frescos, mermelada, queso, embutidos y cereales.

Es uno de los pocos momentos del día en el que la pareja puede disfrutar de su intimidad. Pero incluso en estos momentos ya se deben discutir activamente planes laborales. Como alcaldesa, la mujer de 54 años pasa sus tardes en actividades públicas. Cuando tiene la oportunidad, la acompaña su marido. Ya durante el desayuno, ambos tienen sus calendarios electrónicos a mano y los organizan con precisión.

Siempre abierta a nuevos retos

“Es muy consecuente. Cuando se propone un objetivo, se dedica a ello hasta el final”. Así describe Klaus-Peter Tiemann a su esposa. Está visiblemente orgulloso de ella. Ante todo, le maravilla su valor, su capacidad para explorar nuevos caminos y para superar sus límites. “Una vez hizo un salto de puenting de 3.000 metros de altura”, explica Klaus-Peter.

La constancia y una mente abierta: Dietlind Tiemann las demuestra cada día en su vida laboral. Cuando tomó el puesto de alcaldesa, se encontró la ciudad en una situación penosa, recuerda Tiemann. En los tiempos de la RDA, Ciudad de Brandemburgo era una ciudad industrial de apenas 100.000 habitantes.

Tras la unificación, muchas de las industrias y los negocios en Brandemburgo no pudieron aguantar la competencia del oeste, entraron en bancarrota y tuvieron que cerrar. El desempleo aumentó. Cerca de 20.000 personas dejaron la ciudad. Por todas partes se podían ver señales de negligencia y decaimiento. Cuando Tiemann ocupó su puesto por primera vez, su visión sonaba a fantasía: “Hacer de la Ciudad de Brandemburgo la ciudad más atractiva del país”. En los seis años que lleva en el cargo, ha tratado de no perder de vista este objetivo.

Una persona abierta

Diariamente, poco después de las ocho, Dietlind Tiemann conduce su deportivo rojo hacia su oficina. Todo el mundo en la ciudad conoce su coche. De camino al ayuntamiento, la saluda mucha gente. Desde que trabaja en el ayuntamiento, su vida privada y su trabajo son inseparables. “Para los ciudadanos de Brandemburgo, siempre soy la alcaldesa”. Al principio, de hecho, la gente que la veía haciendo la compra le preguntaba, sorprendida: “¿Todavía tienes tiempo para esto?”.

Por lo general, el tiempo es un bien preciado pero escaso para la alcaldesa. Cada minuto está planeado. De una conferencia, pasa directamente a la siguiente. En los minutos libres, Dietlind Tiemann deja que su secretaria le informe de las últimas noticias. Las comidas a veces se saltan, o tienen lugar muy tarde: el almuerzo de mediodía en muchas ocasiones no puede empezar antes de las cinco y media de la tarde.

Hasta ahora no ha necesitado un descanso

“No exijo de los demás nada más allá de lo que me exijo a mí misma”. Este es uno de los lemas de Dietlind Tiemann. Sus compañeros lo confirman. La alcaldesa mide su eficacia mediante un plan de diez puntos que realizó cuando adquirió su actual posición: desea impulsar la educación, la familia y el empleo en Ciudad de Brandemburgo. Cada año, en el aniversario de su nombramiento, hace un balance de su estrategia hasta el momento.

Y sus logros son visibles desde hace ya tiempo: el desempleo se ha recortado casi por la mitad; el impuesto industrial se ha cuadruplicado; nuevas tiendas y centros comerciales en el centro de la ciudad. Pero ella no se conforma con ello. Dietlind Tiemann ya está pensando en presentarse de nuevo a las próximas elecciones.

Autora: Blagorodna Grigorova

Editor: Enrique López