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Cuba y la UE: ¿hora de un acuerdo de cooperación?

Rosa Muñoz Lima11 de julio de 2013

Pese a la oposición de Alemania, República Checa, Polonia y los disidentes cubanos, la UE busca superar la “posición común” y alcanzar un acuerdo de cooperación con Cuba. ¿Tendrá Alemania la última palabra?

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Imagen: Europeaid

Las reformas económica y migratoria impulsadas por el Gobierno de Raúl Castro –además de la liberación de los prisioneros políticos reconocidos por Amnistía Internacional entre 2010 y 2012– podrían ser finalmente el argumento para superar los límites que la “posición común” europea impone a las relaciones con Cuba. Así lo sugirió Christian Leffler, director ejecutivo para las Américas del Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea (UE), en su visita a La Habana el pasado mayo.

Sin embargo, miembros del bloque como Alemania, República Checa y Polonia, así como disidentes cubanos radicados en el exterior –como el Observatorio Cubano de Derechos Humanos–, o en la isla –como las Damas de Blanco–, insisten en los contraargumentos: El Gobierno cubano, resumía la bloguera opositora Yoani Sánchez a su paso por Madrid, “no ha permitido la discrepancia, la libre asociación, ni ha ratificado los pactos de derechos humanos”.

Aprobada en diciembre de 1996, la “posición común” condiciona el progreso de las relaciones bilaterales al avance de la isla en la transición hacia una democracia pluralista. Las relaciones Habana-Bruselas experimentaron altibajos en los años siguientes y empeoraron tras el encarcelamiento de 75 disidentes isleños en 2003. A esta denominada “Primavera Negra” le siguieron sanciones diplomáticas de la UE, a las que La Habana reaccionó rechazando unilateralmente la cooperación europea para el desarrollo.

Pero, desde 2008, la UE y Cuba retomaron el diálogo político. Y, desde 2010, los ministros de Exteriores europeos encomendaron a Catherine Ashton, jefa de la diplomacia del bloque, iniciar contactos exploratorios para un acercamiento que derive finalmente en el acuerdo de cooperación bilateral pospuesto y condicionado por la “posición común”. En una entrevista concedida a la BBC, el embajador de la UE en Cuba, Herman Portocarrero, preveía hace ya más de seis meses el éxito de esta misión en un plazo de dos años. Y hasta un actor clave como Alemania ha emprendido recientemente un cauteloso acercamiento.

“Fracaso de la política europea común”

El Parlamento Europeo, fuerte crítico del régimen cubano, ha otorgado varios Premios Sájarov a disidentes como Guillermo Fariñas.
El Parlamento Europeo ha otorgado varios Premios Sájarov a disidentes como Guillermo Fariñas.Imagen: picture-alliance/dpa

Cuba forma parte de todos los foros de diálogo regionales, y tiene relaciones económicas y diplomáticas con los 28 miembros de la UE, así como acuerdos bilaterales de cooperación con más de la mitad. Pero es el único país de América Latina y el Caribe sin acuerdo contractual con la UE. Es parte del grupo ACP (África, Caribe y el Pacífico) desde 2000, pero no es signatario del Acuerdo de Cotonú para la cooperación con la UE. Y es miembro del CARIFORUM (Foro de Estados del Caribe) desde 2001, pero solo ha firmado un acuerdo de "alcance parcial" de libre comercio con el CARICOM (Comunidad del Caribe), precisa la Delegación de la UE en Cuba.

El tema cubano “refleja el fracaso de una política europea exterior común”, opina Susanne Gratius, investigadora de la Fundación para la Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE), un think tank europeo radicado en Madrid. Gratius destaca el vínculo entre la política europea y estadounidense, que se asemeja en su incoherencia en el trato a Cuba y a otros regímenes similares como Vietnam o Myanmar. “Nuestra posición es diferente, condenamos el embargo y la Ley Helms Burton”, pero dada la especial importancia geopolítica de Cuba para EE.UU. y las actuales tensiones por casos de espionaje entre EE.UU. y Europa, “quizás no se quiera añadir más leña al fuego”, dice.

Cuba es “un país pequeño e irrelevante para la UE”, subraya esta politóloga de FRIDE, “pero ha sido siempre un tema muy emocional e ideologizado”. Mientras “el Parlamento Europeo ha tenido una posición muy crítica con el régimen cubano y ha otorgado varios Premios Sájarov a sus disidentes”, sobre todo países del sur como Francia o la España gobernada por los socialistas del PSOE –no la del actual gobierno conservador– han defendido la salida de un “compromiso constructivo”, ilustra Gratius. Como resultado del desacuerdo, “tenemos muchos acuerdos bilaterales y ninguno multilateral con Cuba”, resume.

Tras 17 años, este es el tercer intento de “restablecer plenamente la cooperación al desarrollo, de facilitar las inversiones, de fijar un marco regulatorio para una relación que de facto existe”, indica Gratius. Las reformas económicas hacia el fin del monopolio estatal “en un país sin grandes recursos propios, tan dependiente del exterior y con las relaciones con Venezuela debilitadas”, hacen prever que “a mediano o largo plazo, los cambios políticos llegarán”, prevé la investigadora. “Lo más sensato sería, en vez de singularizar el caso cubano, que Cuba formara parte del acuerdo de cooperación que la UE tiene con el Caribe”, insiste.

Alemania, actor clave

Pero en la UE hay resistencia. España tuvo un rol clave antes, con los conservadores del PP promoviendo y los socialistas del PSOE intentando relajar la “posición común”. Y mantiene ahora el interés en proteger las inversiones de sus empresas en la isla; pero tiene otros problemas más acuciantes. República Checa y Polonia juegan más bien un rol “simbólico”, distanciándose de su propia experiencia socialista; así que, hoy, “Europa se reduce a un actor clave”: Alemania, opina Gratius.

“Alemania tiene muy limitados intereses económicos en Cuba, especialmente del sector empresarial de algunos Estados federados como Baviera”, precisa la especialista en política exterior europea. Alemania importó en 2010 productos cubanos (especialmente níquel, frutas y jugos, tabaco y ron) por un valor de más de 44 millones de euros. Ese mismo año, Cuba importó más de 153 millones de euros en materias primas para la industria química, maquinarias, grupos electrógenos, medios de transporte y alimentos alemanes. Con más de 94.000 turistas, los germanos se convirtieron en el quinto grupo de visitantes tras los canadienses, británicos, españoles e italianos, destaca la embajada de Alemania en La Habana.

“Los sectores estratégicos siguen en manos del Estado, así que las empresas alemanas se concentran en el comercio, más que en las inversiones”, explica Alexander Schmidbauer, director regional para México, Centroamérica y Cuba en la Asociación Empresarial para América Latina (LAV). Pese a las limitaciones que impone el embargo estadounidense, las reformas económicas han despertado cierto interés entre los empresarios alemanes, que reconocen tanto el “poco peso económico de la isla” como las oportunidades inéditas que abriría una verdadera liberalización económica, añade Schmidbauer.

Unas 60 empresas alemanas están ya presentes en la isla, entre ellas, firmas turísticas como TUI, Thomas Cook, REWE Touristik, FTI y Ögertours, precisa la embajada alemana en Cuba. Y el Estado cubano muestra especial interés en la tecnología alemana para la producción de energía renovable. Sin embargo, la industria alemana se muestra más bien cautelosa y aguarda los resultados de las negociaciones oficiales entre Cuba, el Estado alemán y la UE. Algunas empresas prefieren no aparecer en la prensa. “El acercamiento es cuestión de tiempo”, opina el director regional de LAV.

Hans-Jürgen Beerfeltz, secretario de Estado del ministerio alemán para la Cooperación Económica y el Desarrollo, visitó La Habana en junio.
Beerfeltz, del ministerio alemán para la Cooperación Económica y el Desarrollo, visitó La Habana en junio.Imagen: picture-alliance/dpa

Hans-Jürgen Beerfeltz, secretario de Estado del ministerio alemán para la Cooperación Económica y el Desarrollo (BMZ), visitó La Habana en junio y anunció la posibilidad de emprender proyectos conjuntos en los sectores educativo, de salud y medio ambiente. Otros dos viajes exploratorios se coordinan este 2013 desde el Ministerio de Economía (BMWi), adelanta Schmidbauer. El Ministerio de Asuntos Exteriores (AA), por su parte, "es más cauteloso y favorable a mantener la posición común”, explica la experta de FRIDE, Susanne Gratius. Así que los hilos se mueven entre La Habana, Berlín y Bruselas. Pero el final de este acto en las negociaciones por un acuerdo multilateral de cooperación y, con él, el destino de la "posición común", aún están por ver.

Autora: Rosa Muñoz Lima

Editor: Enrique López